La nostalgia es la evocación del pasado recién o del día anterior, para que el presente se siga tornando interesante. Contrario al pensar, a la nostalgia no le gusta hacerlo sobre el presente sino del pasado, aunque no lo haya vivido.

La nostalgia es un misterio de la memoria. Lo que llama a duda es que para hablar de sí misma la nostalgia necesita “honestidad” y los hechos vividos o fragmentos de ellos vuelven mutilados y bajo la aureola de si lo que se hizo estuvo bien o mal. No bien es concebido el hombre en el vientre se inicia la nostalgia. Quizás todo ser vivo es la memoria de sí cuando empieza a tener conciencia de sus actos y para sí cuando son los otros quienes la evocan de uno. Nuestros actos, provocados o no, inciden en forma de manera nebulosas y son memorias de rechazos o aceptación. Esos actos, a favor o en contra, se vuelven sedimentos de la memoria, bosque encantado que posee una sola manera de manifestarse y es con esta palabra: nostalgia.

Toda reminiscencia es nostalgia. Determinadas especies del reino animal poseen la memoria para sí, la nostalgia del lugar donde han de ir a morir. En el hombre es la nostalgia lo que más le preocupa. Si muere lejos de su lugar de nacimiento, quiere ser sepultado en su lugar de origen; quizás de ahí provenga que, para determinadas situaciones de caos ocasionado por muerte, de manera accidental o no, en el mundo o de manera individual, se hable de “alma en pena”.

En el caso de una nación, sus ciudadanos pueden tener nostalgia de cuando oprimían a los demás y si no está viva la tienen “muerta” en sus museos, monumentos, en la manera de hablar de sí misma con aire de superioridad de sus ciudadanos; de ahí proviene su orgullo de nación. Lo mismo pasa con las personas en su relación consigo mismo y el medio en que se desenvuelven.

Nostalgia es igual a evocar el tiempo recién y su aspecto más intenso es la verbalización como orgullo de ese pasado, que nunca termina de superarse; eso que se evoca con “volverlo a vivir” en lo que se poseyó. Mientras más sangre estuvo envuelta más se desea para el presente.

De ahí que la nostalgia sea una mentira al presente, a la realidad que se vive aún se quiera hacerlo o se desee intensamente al evocarla. El nostálgico apela, de manera capciosa, a la fuerza espiritual de ese pasado de oprobio a veces hasta de sí mismo. Donde más lo refleja, con diferentes matices, es en la escritura y en la oralidad. Apela al disfraz del manejo psicológico de la personalidad del individuo y de experiencias ajenas para darlas como propias y solo tiene validez la nostalgia para el nostálgico, cuando se busca se evoca o se aborda con la sonrisa del criminal ante el placer de lo evocado.

Todo nostálgico peca de ingenuo capcioso, se atribuya o no experiencias ajenas o propias para llamar a la atención sobre sí mismo o sobre lo que escribe o habla: pues algo que no le tocó en vida lo hace propio en la escritura o a la oralidad expresada en el diálogo. La nostalgia exige una honestidad cultivada en el desierto, en el manejo de sí mismo, entre transparencias del río crecido, tanto al objeto evocado con mañas o de la alegría o dolor ajeno o propio.