Alberto Durero pintor de origen alemán de la época renacentista, que dentro de todas sus obras vamos a destacar una “LA MELANCOLIA I”
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Muchos ríos de tinta surgieron en la descripción de este cuadro y los misterios que encierra los símbolos que rodean a una mujer vencida por sus sentimientos o mejor dicho por pensamientos que la atormentan, la doblegan y la arrodilla a la tierra y la presenta con aspecto de mujer descuidada con imagen de abatimiento. Este cuadro fue finalizado en 1514, en el medio del Renacimiento, donde el exceso en la belleza femenina era la exageración de sus joyas de los volúmenes corporales de la opulencia en todos los sentidos.
La tristeza con imagen de mujer alada que, con hombros caídos y mirada de angustia, es la viva imagen de la desidia y la desesperanza.
No está llorando, pero es la imagen de tristeza profunda y hastío, que es aún peor, y del imaginario que le rodea son los síntomas de la melancolía o tristeza de la época o grado previo a la depresión mayor. Los estados de tristeza también tienen estadios dependiendo de la intensidad o del sentimiento, también del tiempo que transcurre en este estado; no es lo mismo un día triste que un año.
Es muy complicado el entramado de un ser con imagen femenina que trabaja en el campo y que tiene alas caídas y es acompañada de un pequeño querubín que está tan triste que no muestra su cara y que también tiene las alas caídas. Los utensilios de trabajo del campo están en el suelo caídos con descuido y se amontonan alrededor de la mujer que es incapaz de utilizarlos porque se encuentra en el mundo de sus pensamientos, pero también tiene un compás en sus manos que es incapaz de utilizar con una página en blanco que refleja su incapacidad para producir o realizar cualquier tipo de actividad.
Hasta el perro es un espectro de sí mismo: esta escuálido, tiene tanta desnutrición que yace tan abatido como la mujer aunque mantiene la cabeza a ras del suelo.
Todos los seres vivos que componen este cuadro están tan triste que es una composición sobre el sentimientos más paralizante que es la desesperanza, y el desorden que genera a su alrededor de los múltiples objetos… la balanza que simboliza el equilibrio está a las espaldas sin aparente relación con una campana instrumento que se utiliza para llamar al fin horario de un turno o la llamada a la iglesia. Este estado te hace perder la fe.
Los otros símbolos que marcan el inexorable paso del tiempo son el reloj de arena incluido, una escalera hacia el cielo y un cuadro con símbolos que entrañan más misterio y enigmas por descubrir, hasta en las manos de la mujer angelical que sostiene un compás y podría ser de espera. Lo transitorio de este estado, donde está paralizado ella y sus pensamientos, y su mirada, como si estuviese esperando lo malo, parte de lo que se denomina pensamientos recurrentes del depresivo o del melancólico en torno a la ruina, a la enfermedad y a lo malo que puede pasar; lo que hacen estos pensamiento es mortificar al sujeto triste.
Volvamos a las imágenes de este magnífico cuadro, un horizonte sombrío donde las alas del murciélago o de un pequeño ser demoníaco con gesto de sonrisa o de risa que se burla de la desgracia ajena es la incomprensión hacia este estado, en las alas aparecen inscritas la palabra Melancolía I.
En 1500, época en que se realiza esta obra, se conocían los humores descripción de los sentimientos. Eran cuatro humores del hombre: el colérico, el sanguíneo, el flemático y el melancólico. Cada humor se relacionaba con los elementos atmosféricos, las cuatro estaciones y los cuatro puntos cardinales, los cuatro vientos. El otoño de la vida son frases que se utilizan y tiene este origen.
En 1515 fallece la madre del pintor y este finaliza el cuadro. Es parte de la leyenda que rodea a la obra. O es el reflejo de la profunda tristeza que él padecía y reflejo en este cuadro como parte de su propio duelo. Este grabado o dibujo no tiene color, está realizado con una técnica donde la mano del artista y el dibujo son de un realismo increíble. La controversia y los perfiles que se han realizado sobre esta obra son múltiples; hasta tesis doctorales de psiquiatría se han realizado descifrando los enigmas que esconden la magistral obra de Alberto Durero.