Desde hacía dos decenios Putin programaba con vacilante espíritu imperial, la invasión y anexión de Ucrania. Su ideólogo Alexander Dugin, alucinado por la implementación inequívoca de un fascismo a la rusa (ver su Fundamentos de geopolítica 1997), le inoculó con inquina a Putin, la idea de una anexión fácil, de la necesidad histórica para Rusia de reorganizar su imperio con los malos alumnos de la experiencia soviética. Su idea se puede resumir así: como los ucranianos no constituyen una nación, sino más bien ‘’pequeños rusos’’ manipulados por ideólogos, el ejército ruso sería acogido con vítores de reconciliación, y Ucrania, doblegada, se encaminaría a ser gobernada por ucranios favorables a la reconfiguración de un imperio ruso pujante. Bajo esta fábula histórica y el credo putinista de una Rusia espacialmente sin límites, Putin lanzó sus tropas a un ‘’paseo’’ militar el 24 de febrero de 2022. Su agenda simplificada a ultranza consistía en ocupar todo Ucrania en tres días, y expulsar al presidente democráticamente electo, Zelenski.
Las autoridades rusas y sus lugartenientes ucranios habían incluso reservado 50 plazas en el mejor restaurante de Kiev para festejar con abundante vodka y almuerzo eslavo gourmet, la conquista militar fulgurante de la capital y el comienzo del fin de la ilusión de un estado nación ucranio. Su ejército más bien dirigido por generales corruptos, y una soldadesca en parte embrutecida por la ingesta excesiva de Vodka y a quien no se le dijo dónde iban a combatir, fueron sorprendidos por lo que iría a ser una tecnoguerrilla ucrania, intrépida.
Putin contaba con el desvanecimiento en algunas horas del ejército ucranio, y sobre todo con dividir a los miembros de la Unión Europea. Presidente venal, multimillonario, Putin supuso que Alemania manifestaría una neutralidad interesada con otros países europeos, en vista de su dependencia al gas y petróleo ruso, y que no se asociaría a la condena de esa grosera invasión colonial. Encerrado en sus quimeras, creyendo que los europeos irían a privilegiar el multimillonario mercado de hidrocarburos en detrimento de sus valores civilizacionales, Putin recibe una bofetada diplomática. Alemania, su mejor ‘’aliado’’ económico, hoy en día es quien más recursos miliares aporta a Ucrania después de Estados Unidos. Putin contaba también con las debilidades de las democracias occidentales, enzarzadas en problemas migratorios, y el crecimiento inquietante de extremas derechas favorables a sus tesis nacionalistas. Confió en el miedo del chantaje atómico en opiniones públicas de países irresponsablemente desarmados por elites autosatisfechas y hedonistas. Sus análisis sobre las reacciones del occidente global fueron erróneos.
Aunque Ucrania difícilmente pueda recuperar todos sus territorios, pues en efecto los rusos han aprendido de las estrategias de la tecnoguerrilla ucrania, y sobre todo se han recluido en la ideología soviética de la guerra: enviar miles de hombres sin mucha preparación al terreno de enfrentamientos. Algunos subsisten y ocupan posiciones ucranias, desventajadas por una población más reducida. Sin embargo los ucranios han podido preservar la mayor parte de su territorio y expulsado a los rusos del mar negro. La imposibilidad de ocupar la totalidad de Ucrania es la primera derrota geopolítica de Vladimir Putin. ¿Acaso no era su objetivo, hacerse con todo el territorio, poner fin a la democracia e independencia e instalar a un presidente títere? El eximio especialista francés de la geopolítica, Pascale Boniface dice que difícilmente Ucrania recupere los territorios ocupados, pero afirma fehacientemente que Putin hace mucho perdió la guerra. Ucrania seguirá siendo independiente y democrática, y conservará gran parte de su territorio; formará parte de la Europa occidental.
Segunda derrota geopolítica. Se ha alienado a la Europa occidental rica y a Estados unidos, es decir a sus principales clientes y está obligada Rusia a tranzar y hacer acuerdos con dictaduras como China, Irán, Corea del norte, Irán. Rusia ha sido casi expulsada de la Europa civilizada ( es decir democrática) donde apenas puede contar con el aprendiz autócrata, el presidente húngaro Orban. Si hay acuerdos de paz algún día, Europa ayudará a la reconstrucción de Ucrania, la integrará a su esfera económica y a la Otan y mantendrá intactas algunas sanciones contra Rusia. Después de dos años y medio de guerra, la Unión europea ya adoptó las medidas geoeconómicas para ser independiente de Moscú en materia energética.
Tercera derrota geopolítica. La integración de Suecia y sobre todo de Finlandia a la Otan, países con tradición de neutralidad, pero reacios al aventurerismo ruso y dotados con alta tecnología militar y poblaciones bravías que no ceden al chantaje nuclear. Sus espacios le dan una profundidad estratégica suplementaria a la Alianza atlántica.
Finlandia ya fue víctima de las ambiciones de Stalin, durante la invasión de su territorio en 1940, consecutiva al sórdido pacto germano soviético ( 1939) durante el cual Hitler y su socio Stalin (a partir de cláusulas secretas) se repartieron más de la mitad de Europa; durante ese hecho perdió la décima parte de su territorio, la Carelia oriental ( 189,500 kilómetros), después de la resistencia heroica de los finlandeses, inferiores en número a los soviéticos. Sus 450,OOO habitantes prefirieron emigrar a la parte finlandesa en vez de vivir bajo el miserable despotismo del régimen estalinista.
En 1948 Finlandia firmó un tratado con el gigante soviético mediante el cual se comprometía a no adherir a una alianza occidental como la Otan. Finlandia mantuvo una neutralidad casi forzada. En la historia de la diplomacia occidental se forjó el concepto de finlandización para caracterizar esta situación geopolítica singular de vigilancia extrema, de un imperio con economía y sociedad diferentes, sobre un país poco poblado y con vocación más bien al desarrollo pacífico. Una de las razones que evocó Putin para invadir Ucrania fue su posible adhesión al modelo occidental y su ulterior adhesión a la Otan. Invadiendo deseaba impedir ver su vasto país rodeado. Sin embargo ocurrió lo contrario, Putin precipitó el semicírculo que ciñe esta Rusia con pretensiones imperiales descomedidas. En efecto con Finlandia la OTAN le agrega a su geografía fronteriza con Rusia, 1,300 kilómetros más, es decir geopolíticamente, Rusia que apenas puede cubrir 900 kilómetros en Ucrania, no daría abasto para internarse en ese arco de bosques y búnkeres que va hacia el Ártico.
Los analistas afirman que Finlandia ha creado uno de los mejores ejércitos de Europa. Con 30,000 soldados profesionales, su fuerza real reposa en los 700 mil reservistas entrenados en condiciones extremas, para una guerra inminente e incluso nuclear. Desde la invasión a Ucrania sus mandos y destacamentos han visto arribar con entusiasmo a sus filas, a miles de mujeres con deseos de recibir una instrucción militar.
Es el único país que dispone de un cuerpo militar integrado orgánicamente a la sociedad civil, al deporte , instituciones de salud y escolares, a fin de difundir la idea de una movilización perenne para la defensa territorial. Con 50,500 búnkeres antiatómicos diseminados en el territorio para albergar a sus 5 millones y tantos habitantes, Finlandia dispone de una defensa encomiable. Estas estructuras son microciudades, con espacios para escuelas y saunas (tradición social finlandesa), comedores, y almacenamientos de trigo, petróleo y medicamentos. Guaridas para su artillería, la más importante de Europa con sus 1500 piezas. A esta defensa casi inexpugnable se agregan 62 caza F 35 norteamericanos. Sus bosques extensos y helados son su principal aliado. El ejército, capaz de transformarse en una guerrilla descentralizada, puede circular en trineo por los vastos espacios.
Otro acontecimiento crucial vino a lastrar aún más geopolíticamente a Rusia como consecuencia de su agresión: la entrada de Suecia a la Otan. Con sus 449,964 mil Km2, es el quinto país más grande de Europa. Bastión escandinavo de alta tecnología, como ex país no alineado desarrolló una poderosa industria militar de punta. Posee 90 aviones de caza JAS 39 de fabricación nacional, tan buenos o superiores a los rusos de último modelo. De aquí a 2025 podrán producir anualmente 400,000 unidades de municiones antitanques, de importancia estratégica insoslayable, pues los tanques en la añosa doctrina rusa siguen siendo el principal vector de la guerra y son enemigos potenciales. En 17 de sus bases ya hay elementos activos de la Otan, y los suecos sin demorar sus compromisos militares, han enviado tropas de elite a Letonia, país báltico amenazado por Rusia. Pese a tener 10 millones de habitantes, la pacífica, pero nada senil Suecia, es el exportador de armas n. 13. Turquía, Brasil, Estados unidos, Francia, Alemania, la India, república checa, y otros son sus principales compradores.
La isla sueca de Gotland ( 3000) imposibilita a Rusia hacer pasar sus navíos en caso de conflicto por el noroeste del mar báltico. Con la entrada de Suecia al Consejo del Ártico, Rusia se encuentra aislada en este organismo de concertación fundado en 1991 para regular los diferentes aspectos de esa zona. En efecto los países que componen ese Consejo pertenecen también a la Alianza Atlántica: Dinamarca, Noruega, Suecia, Finlandia, Estados Unidos, Canadá e Islandia.
Como decían algunos analistas occidentales, a Vladimir Putin hay que concederle el premio del empleado del año de la Otan, pues despertó a la Alianza, que estaba como lo afirmó el presidente francés Enmanuel Macron, padeciendo de muerte cerebral.