El vivir es una inseguridad permanente. ¿Por qué? Porque lo inseguro es el anhelo principal de lo imaginario, contrario a la seguridad. Es el Dorado de la imaginación, y sabemos que la inseguridad, de acuerdo a cada acto, dentro o fuera, es lo que hace al hombre; lo que le hace superarse y ser mejor o peor persona, no la seguridad.

Vivimos en una sociedad de inseguridades, consciente o inconsciente, y la reclamamos porque no se tiene, puesto que todo lo que se reclama, de diferentes maneras, caminos, escuelas, justicia, hospitales, es porque no se poseen o si se tienen, no como se piensa que deben ser. Se reclama a los cuatro vientos, tanto a quienes son encargados de proporcionarlas como a los dioses e indudablemente como a nosotros mismos, en tanto más cosas poseamos o aspiramos a poseer. Poseer deviene en inseguridad. No aspirar a no poseer, es imposible, hasta intentar pensarlo conlleva arrojo interior.

La naturaleza del hombre y la sociedad en que se vive es todo aspirar a poseer, aunque nunca se posea lo suficiente cuando nos iniciamos en esa cadena alimenticia de la sociedad en que se vive. Donde lo suficiente nadie lo sabe.  Se aspira a poseer para garantizar la seguridad. Al vivir en una sociedad de inseguridad, las ofertas para sentirse “seguro” son de locos de atar, todo va dirigido a consumir desmedidamente y lo desmedido le antecede: Lo mucho hasta Dios lo ve.

Por más que se disfrace al interior la aspiración a poseer, poseer… para sentirse ser alguien, es trabajo perdido. No se vaya a pensar que tener más de lo que se posee da seguridad.

Nos hemos convertido en vertedero de las cosas que poseemos por el hecho de detenerlas por tenerlas. Esa es la educación que recibimos y propagamos desde nuestra primera escolaridad. Una vez determinamos, por el otro, o por sí mismo, el afán de poseer desmedidamente, aunque se consiga, empieza aflorar la inseguridad y a pensar que, cuantas más cosas poseamos más controlamos al otro y a su vez somos controlados. El desprenderse de lo que se posee no significa que ya los efectos, adquiridos o no, de ese acumulamiento de cosas, no logró su objetivo en la vida a destajo en que nos desenvolvemos, pues tener, tener… y al final, para el que acumula, se termina siendo como las cosas que se acumulan… problema de reciclaje.