Está demostrado que cuando una economía enfrenta un proceso inflacionario producido por un aumento de la liquidez interna, lo más aconsejable es que los bancos centrales procedan a un aumento de las tasas de interés de política monetaria. Por esta razón todos aplaudimos las oportunas y agresivas medidas adoptadas por nuestra Junta Monetaria para aumentar las tasas de interés desde principios del presente año, lo que las ha elevado de un 3.5% a un 8.5% en la actualidad,. Es decir, han tenido un aumento considerable en poco tiempo. Medidas similares, aunque en grados diferentes, han tenido que tomar la gran mayoría de los bancos centrales del mundo, pues el fenómeno de la inflación ha sido generalizado. Sin embargo, es prudente que se tomen en consideración otros elementos antes de continuar con esta corriente alcista, pues son muchos los entes económicos que se podrían ver gravemente afectados si se sigue utilizando sólo este instrumento para enfrentar la inflación, pues aunque persiste, ya tiene una tendencia a la baja.
En primer lugar debemos tomar en consideración que la deuda pública del gobierno central se ha constituido en una pesada carga para las finanzas públicas. En consecuencia, a medida que las tasas de interés domésticas aumentan en sentido general, el Gobierno ha tenido la necesidad de aumentar las tasas que paga para las nuevas emisiones de deuda interna. Recuérdese que en los primeros 9 meses del año, el pago por intereses de la deuda general llegó a unos RD$142,700 millones de pesos, cifra muy significativa que merece atención.
En segundo lugar, también se debe tomar en consideración que el propio Banco Central tiene una deuda interna cercana a los RD$900,000 millones de pesos y que el pago creciente de los intereses de esa deuda ya se ha constituido en uno de los principales escollo de la política monetaria de nuestro país y por tanto, en la medida en que los valores en circulación del Banco se vayan venciendo, tendrán que ser sustituidos por nuevos valores emitidos a tasas mucho más altas, como lo evidencia las últimas colocaciones a tasas superiores al 13 %, lo que agravará esta delicada situación.
Tercero; actualmente el sistema bancario tiene prestado para gastos de consumo alrededor de un 27 % del total de su cartera crediticia. Con los incrementos de las tasas de interés ya efectuados por la Junta Monetaria, los bancos han tenido que aumentar las tasas que cobran a esos préstamos hasta llegar actualmente a tasas superiores al 20 % anual en algunos casos (sin incluir las tarjetas de crédito), lo que está creando una pesada carga para todos aquellos clientes que tomaron prestado para financiar su consumo. Igualmente sucede con los préstamos para la adquisición de viviendas, cuyas tasas de interés han llegado a superar el 13 %, afectando así de forma sensible el presupuesto familiar de esos adquirientes y desincentivando nuevas adquisiciones.
Cuarto; el excelente historial crediticio de la banca dominicana que hoy muestra tan sólo un 1.1 % de cartera vencida, se podría ver afectado si la capacidad de pago de los clientes se ve impactada por los considerables aumentos de las tasas de interés que se han producido en todos los préstamos vigentes del sistema financiero.
Quinto; De igual manera, se debe tener presente, que en los últimos meses numerosos bancos múltiples se han visto en la necesidad de reducir sus ya estrechos márgenes de intermediación (algunos apenas de 2.0 puntos porcentuales), pues los aumentos de tasas que demandan los depositantes han sido mayores que la posibilidad de incrementar en forma proporcionar las tasas que se cobran a los usuarios de créditos. Esto ha afectado sensiblemente los normales beneficios de esos bancos de servicios múltiples, especialmente los de menor tamaño relativo, lo que no es conveniente para la solidez del mercado financiero.
Sexto; los aumentos constantes se tasas de interés podría afectar las inversiones productivas futuras pues es difícil hacer proyecciones financieras en un clima de incertidumbres sobre el costo del dinero. Lo mismo podría decirse de las inversiones financieras, las cuales han ido perdiendo valor de mercado en la medida en que las tasas de interés suben constantemente, por lo que muchos han decidido posponer sus decisiones en espera de nuevos aumentos.
Séptimo; En los últimos 7 meses el medio circulante (M2), se ha mantenido prácticamente sin aumentos, a pesar de una inflación que ha rondado alrededor del 9.0% y un crecimiento anualizado del PIB de 5.0%. Esto demuestra que ya existe un estricto control de los medios de pagos, que es precisamente lo que las autoridades monetarias querían. Sería pues prudente esperar a que las medidas ya adoptadas puedan seguir produciendo todos sus efectos restrictivos sobre la liquidez, antes de proceder con nuevos aumentos.
El mensaje que deseamos transmitir es que aun reconociendo la urgente necesidad de controlar la inflación, hay que tomar también en consideración que aparentemente nuestro problema actual no es el exceso de liquidez interna (como lo fue hace un año) y que, mientras persista un ambiente inflacionario en la economía mundial, hay que esperar que las naciones desarrolladas, que son nuestros principales suplidores, también puedan controlar la inflación en sus propias economías, pues de lo contrario seguiremos importando inflación, lo cual es difícil controlar solo con políticas monetarias.