Desde hace un buen tiempo escucho el concepto sobre la resignificación de las cosas y del establecimiento de aquello que no es nuevo, pero sí que amerita un nuevo nivel de enfoque y priorización. Especialmente en momentos de tanta incertidumbre por la situación política en cada país. Y por la amenaza de la humanidad en lo que se han convertido las redes sociales.

Ahora que termina este año, que sin importar las tradiciones de cada nación, las personas apuestan a cambio en los puestos de trabajo, otros a cambiar sus vehículos y hasta aquellos quienes buscan un cambio de figura, pero no desde la tradicional fórmula disciplina más dieta, igual a salud. Si no, desde el dimórfico comercio de la venta de cuerpos “perfectos”; pero sin hurgar en el interior.

Y es cuando pienso en el concepto resignificar. En una sociedad cada vez más vacía y carente de razones de peso que vayan más allá del necesario instinto del trabajo. Me refiero, a la pasión que debe despertar el formar parte de algo que nos impulse a ser mejores personas, mejores ciudadanos. Cada vez más, nuestra sociedad apuesta a lo inmediato, a los atajos que los Estados establecen como norma y a lo que nos aferramos dando por sentado de que es cierto y válido.

Esta sociedad sin propósito, adicta a todo lo que mantenga en contante proceso de estimulación y sin estructuras sólidas, como dijo Zygmunt Bauman; es por eso, que a la luz de los problemas que como sociedad seguimos adoptando, debemos volver a lo que nos diferenció del Australopiteco, hasta la especie más compleja del Homo sapiens que desarrollo estructuras sociales, del lenguaje entre otras.

La grandeza de resignificar, es entender todos los retos que afrontamos actualmente,  entendiendo que el mundo no es más que el gran experimento de quienes controlan los algoritmos o el CHATGPT, que es quien define nuestros gustos, ideas, formas de pensamiento. Simplemente, una sociedad manejada por estructuras que ostentan y controlan el poder. Y es cuando el regresesar a ese punto espacio-tiempo. Nos permite retornar a lo valioso y que no tiene fecha de vencimiento.

En cambio, que podamos retomar aquellas cosas que nos han permitido construir el lenguaje, las estructuras sociales, aspectos fundamentales donde reposan los principios de la democracia y las libertades civiles. Lugares donde podemos voltear a los vecinos sin que ellos constituyan una amenaza. Donde las barreras sociales no sean el pretexto para saludar aquellos quienes nos rodean.

Es cuando el concepto resignifica, toma sentido en las mentes de quienes amamos sociedades Justas. Con principios y con el deseo de apostar siempre a los diversos procesos de cambio. Ahora más que nunca debemos regresar a los puntos abiertos de reflexión y análisis. Donde podamos cuestionarlo todo, hacer preguntas aunque no recibamos respuestas. Porque le daremos sentido a las reuniones familiares, las junta de vecinos, a las sociedades de padres y amigos de las escuelas.

Asi como crear redes de apoyo y que la solidaridad sea un medio y no un objetivo para llamar la atención. Es por esta razón, que el resignificar alimenta la esperanza de quienes creemos en las personas como el motor más valioso que impulsa los cambios que necesita el planeta. Que sin la colaboración de todos, nos dirigimos a lugares donde solo habita la maldad.