En un sistema parlamentario el partido que obtiene más votos o tiene más diputados, no tiene que ser necesariamente el que gobierne. Gobierna el que tiene más capacidad de atraer o ganarse apoyos en el parlamento, que es la representación de la soberanía nacional popular.
Un sistema parlamentario responde mejor a los votos populares (a la soberanía popular, al sufragio universal y a los deseos políticos de los votantes), que el presidencialismo. Aunque en esto no hay unanimidad en la ciencia política, como casi en nada.
Lo que se está constatando, es que, si el Partido Popular (PP) continúa con su idea franquista de que España es “ Una, Grande y "Libre" (libre de los que piensan como "nosotros", los amos de España por siglos), les será difícil gobernar. Ahora, mañana y, menos aún, con VOX como principal soporte. VOX es la quintaesencia de la enfermedad o el "mal español".
Ese “mal español” se asienta en la concepción de que España es una propiedad privada de quienes las han gobernado casi siempre, y que cuando acceden otros al gobierno, digamos “progresistas” – en relación con los primeros-, esos son siempre “ilegítimos”, “enemigos de España”, o que hunden la economía. Que en 2008 hubiera una crisis financiera mundial, que en 2019 ocurriera una pandemia, no cambia el argumentario político de esta derecha ultra montana.
Ese rechazo visceral al que no piense igual que ellos se fundamenta en una idea integrista, autoritaria y antidemocrática, que se sigue empleando porque es muy beneficiosa para ellos. Y está basada en el Nosotros o el caos.
En España falta, se carece, de una derecha conservadora realmente democrática, verdaderamente liberal en lo político y profundamente pluralista. Ahí radica el problema. España no es como Francia, ya lo decía Ortega y Gasset. Incluso geográficamente, es muy diferente y, si allí el centralismo unitario, lo favorece incluso la geografía, en España no.
Existe el País Vasco, existe Cataluña, y mientras se siga considerando por la derecha, que esos son anti España, y que hay que tratarlos como en los tiempos de Franco (con la represión policial, la amenaza militar y judicial), mal iremos. Los conflictos más agudos, entre países, las guerras, siempre concluyen en una mesa de negociación. Es actuar ciegamente pensar que las soluciones a problemas internos solo tienen una salida: someter por la fuerza al oponente.
La grandeza política del PSOE – en mi opinión-, es que admite que discrepando con los independentistas (como yo mismo lo hago aunque soy socialista pero no del PSOE), tienen perfecto derecho a defender sus ideas independentistas, siempre que lo hagan dentro del marco legal…y votar, precisamente, no es un acto terrorista, ni golpista.
Y déjeme que le diga, los pueblos vasco y catalán son suficientemente sabios para saber que, si bien quieren mayor autonomía (y digámoslo: tener una parte mayor de su fiscalidad, para gastarla en su propio territorio, porque son regiones ricas, lo cual puede ser visto como algo un pelín insolidario), sería para ellos un suicidio político y económico, la separación de España. Eso no lo quieren, ni siquiera buena parte de los votantes de los partidos independentistas.
¿Y por qué no lo quieren? Porque sería una catástrofe para sus vidas, para. su industria, para su comercio, para sus empresas de servicios, que cada vez más son menos “nacionales” en el sentido del siglo XIX y del XX. Los catalanes y vascos serán nacionalistas o regionalistas, pero no son idiotas, ni viven en las nubes.
En un mundo con una economía globalista e interdependiente, basada en el consumismo, esto está por encima de todo. Y nadie quiere ver disminuido su nivel de vida. Ver sus vidas sumidas en una incertidumbre, tanto política como económica, porque el mercado principal de los productores y de los proveedores de servicios no se limita a su propia población y territorio, sino es el mercado español y en menor medida el exterior.
En el contexto actual el independentismo es un brindis al sol, Algo idealista, de soñadores embobados con ideas trasnochadas. O de políticos que siguen esas ideas pero cuyo medio de vida no se encuentra en entredicho, por seguir alzando banderas nacionales y correando consignas sentimentales, sino al contrario. Como se ha visto tristemente con Jordi Pujol, líder del independentismo de derechas, todo esto era un medio para un fin prioritario, acumulación ilegal basada en el soborno y el pago de comisiones para el enriquecimiento de su familia.
Los pueblos vasco y catalán quieren ser vascos y catalanes y pueden serlo y lo son, en una España plural (como lo son los andaluces, los asturianos, los gallegos, los extremeños, los leoneses y los castellanos. aunque éstos quieran hegemonizar y pensar que los que hablan otra lengua son unos "raros", pero no lo son, esa es una grandeza de España. Su pluralidad. Gente estupenda aunque hablen idiomas diferentes y tengan sus “hechos diferenciales”.
Insisto, la independencia es un arcaísmo. Algo de otros tiempos, hoy la gente es más cosmopolita, más internacionalista, menos aldeana o provincial, sin dejar de ser de dónde son, pero, sean de dónde sean, quieren lo mismo: consumir, ser libres, ejercer su libertad sexual dentro del respeto mutuo, tener acceso a una educación pública y gratuita que les haga más iguales en función de su esfuerzo y capacidades, tener un trabajo y unos ingresos dignos, que les permitan vivir, tener acceso a una vivienda en alquiler a precios razonables. Y tener seguridad jurídica y ciudadana.
Poder invertir o trabajar donde se les permita "emigrar" (hay migraciones internas, dentro de los países, y externas, entre países).Esa es la meta de todos, ser LIBRES y VIVIR MEJOR, no creer en falsos profetas que predican sea la Independencia o el Unitarismo españolista. Esos son dogmas que definen a una inexistente España Eterna e Inmutable o aferrarse a un irredentismo nacionalista.
Como si las burguesías catalanas y vascas no se hubieran formado, enriquecido, consolidado y acumulado capitales, con el imperio español, con el proteccionismo estatal de España, con las subvenciones económicas estatales y con las represiones por parte de los aparatos del Estado del movimiento obrero y campesino. Gracias a ese mercado interno cautivo, tuvieron ganancias extras, acumulación extraordinaria de plusvalía, pingües beneficios Ese mercado interno cautivo estaba formado no solo por vascos y catalanes, sino por castellanos, leoneses, andaluces, extremeños, valencianos, gallegos, asturianos y etc.
España se construye cada día, en un "referéndum o plebiscito cotidiano", basado en ser libres, mejores, más educados, tolerantes, democráticos y cada vez más igualitarios, gradualmente. Lo que no significa igualitarismo absoluto, sino que el que más tiene contribuya proporcionalmente al bien común. España no se ha congelado con las ideas de Fernando VII, de Alfonso XIII, de la dictadura de Primo de Rivera o la larga y sangrienta tiranía de Franco.
Escribo tiranía y no dictadura, porque si al régimen chavista de Maduro se le tacha de tiranía, por líderes políticos españoles, el de Franco entonces lo fue en grado superlativo. Y con ello no justifico las prácticas de ese gobierno sino la falta de mesura y la desproporción en tratar a uno u otro, basándose, intuyo, en que uno se erige como defensor de las clases privilegiadas y el otro, proclama hacerlo al contrario.
El ideal de la España actual no hace una ruptura con su pasado, sino que criba los valores, las ideas, las metas atemporales de las mejores ideas del pasado con las del presente. Que si se quiere, se nutre a la vez, de las ideas cristianas, de las de la revolución francesa e incluso de la socialista. O sea, se trata de una síntesis de las revoluciones europeas, de su cultura y de sus valores. Todo ello es lo que está en la base ideológica del modelo social europeo, para aplicarlo hacia adentro…aunque hacia afuera, todavía hay que ser aún mas críticos, debido a sus notorias carencias. Pero pongo aquí un punto final a esta reflexión en "voz alta".
Carlos Julio Báez Evertsz, Torrelodones, 25 de julio de 2023 3:55 de la madrugada