Si algo es real, normalmente es sencillo, accesible y verificable, y si es así es verdadero, pero si necesitas contratar a un especialista de la NASA y completar una serie de formularios de difícil elaboración y además conocer y entender una serie de leyes que no solo complican el proceso, sino que además resulta tan confuso que contemplas continuamente la opción de huir de ello por la desconfianza que te genera y porque definitivamente presientes que hay gato entre macuto, en efecto estás hablando del complejo sistema tributario dominicano.
Es de conocimiento de todos que los ingresos fiscales del país dependen esencialmente de la tributación indirecta (ITBIS), el que genera el mayor ingreso al sistema tributario. El tema que preocupa a la autoridades políticas es la evasión fiscal con relación a este impuesto, lo que representa el 43%. Este impuesto de naturaleza indirecta recae sobre el consumo y grava; la prestación y locación de servicios; transferencias de bienes industrializados y la importación de bienes industrializados. En República Dominicana las causas que dan origen a la alta evasión se produce por causas socioeconómicas, técnicas y socioculturales. Abordar la técnica de esta estratagema tributaria sería el propósito de esta oportunidad.
Tenemos un complejo sistema tributario compuesto por 32 normativas, leyes, exenciones y excepciones por pipá’, que no solo resulta complicadísimo de entender y de seguirle el ritmo por parte del contribuyente, sino que también para la propia administración tributaria, su fiscalización representa una hazaña—ya me imagino los niveles de estrés que deben manejar en ese entorno laboral— bien, la primera complejidad es que hay muchas exenciones, al medir el gasto tributario que hay detrás del ITBIS, el 3% es lo que representa el gasto tributario y lo que se deja de recaudar por las exenciones actuales, lo que significa que la mitad del consumo (ITBIS) está exento, oportunidad que se aprovecha para eludir el pago de los impuestos.
El gerente de estudios económicos de la DGII con un ejemplo cotidiano explica lo complicado que es para ellos realizar su trabajo, debido a la amañada estratagema tributaria que desde el gobierno se ha fraguado: “En Chile cuando el auditor va a un establecimiento y quiere auditar el ITBIS—en Chile sería el IVA— este simplemente pregunta cuánto vendió esa empresa, él está preocupado por las ventas nada más y luego lo multiplica por la tasa que es el 19%, porque en Chile la mayoría de las cosas están gravadas. Un trabajo relativamente sencillo en comparación con el del auditor dominicano. Este va a un supermercado, además de preguntar por las ventas, tiene que saber también, qué es lo que está exento y gravado, y aquí empieza la complicación; si por ejemplo se trata de la pasta que tiene huevo, está gravada, pero la pasta que no tiene huevo está exenta, el gerente dice que el auditor dominicano tienen que ser experto en química, porque tiene que saber, incluso, los ingredientes de los productos de tantas exenciones que hay, pero por si fuera poco, no solo debe saber lo antes mencionado, sino además a quién le vendió ese supermercado, porque si a quien le vendió está con un régimen de incentivos aunque esté gravado lo que le va a vender, tiene que facturar exento, o sea, que además tiene que saber muchas leyes, más de 23 leyes de incentivos, y así transcurre el día a día de un auditor en la República, tratando de resolver un falso problema creado por la Elit política.
Esta anécdota me trae a la memoria a Groucho Marx y su atinada reflexión que resume las situaciones que propician los políticos con sus actuaciones irracionales, interesadas y oportunistas: “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.
Si para el auditor que es el especialista, es una hazaña de marca mayor, plagado de normativas y leyes antojadizas y caprichosas, ¿Qué será del contribuyente? Desde el punto de vista del contribuyente aún estando automatizados los procesos para realizar la declaración, deben completar una serie de formularios de difícil elaboración, conocer y entender todas estas leyes y normas; la complejidad del proceso es tal que para pequeños y medianos empresarios, necesitan un especialista en el tema que les ayude a declarar sus impuestos, porque para ellos es la mar de la confusión, según el experto de estudios económicos de la DGII.
Ahora bien, ¿qué hay detrás de tanta complejidad, por qué tanta complejidad? La nula flexibilidad en el sistema tributario no es accidental, sino más bien premeditada, detrás de la poca flexibilidad se enmascara con múltiples obstáculos la inequidad en la relación de intercambio con el gobierno, el contribuyente lo que hace al evadir es resarcirse mínimamente ajustando su contribución al esquema tan injusto y desequilibrado. Las leyes, exenciones y excepciones existentes, no afectan de igual manera a todos los contribuyentes, ya que, el impuesto que paga una empresa de alto nivel no debería ser menor que el de una empresa con menor capacidad contributiva, lo que termina sucediendo cuando las empresas de alto nivel cuentan con tantos incentivos y exenciones, es decir, privilegios, con las que no cuentan los demás tipos de empresas.
El ITBIS en términos de proporción carga más a una persona de bajos recursos que a una de mayores ingresos, porque la estructura tributaria está compuesta por impuestos que son regresivos, por ende, no son equitativos, ya que estos impuestos representan una mayor carga para los individuos de un bajo nivel socioeconómico, de manera tal que de aumentar estos, cosa que pretenden hacer con el borrador que dio a conocer el martes el gobierno que, busca gravar con el ITBIS los servicios que ofrecen plataformas como Amazon, Netflix, Uber, Airbnb, entre otras; estas medidas no tienen un efecto de distribución de la riqueza, sino que por el contrario, mientras más altos sean, más se acentuará la desigualdad en una sociedad como esta, que sufre no solo de la desigualdad relativa al ingreso, además también la desigualdad estructural tan marcada que impera en toda la región latinoamericana.
La complejidad de este sistema radica en perjuicio directo a la clase media e incentiva la informalidad laboral, porque seamos sinceros, la dificultad para conocer y entender tantos privilegios dispuestos al dedillo en beneficio de grupos económicos y políticos que incursionan en el mercado como nuevos ricos, en detrimento del propio bienestar y sostenibilidad financiera de cualquier emprendimiento, hace que los ciudadanos evadan la trampa cayendo en el precipicio de la informalidad.
La guinda del pastel es la alta tasa del ITBIS, en la actualidad es de un 18%, más el 10% obligatorio en propinas por ley para los servicios. Con tal sobrecarga impositiva, ¿cómo se pretende exigir responsabilidad a la sociedad, si es incosteable por la gran mayoría?, además de que lo hace prácticamente imposible de rastrear los costos de determinados servicios por las autoridades pertinentes, ya que este 10% tiene más que ver con temas relacionados a los servicios.
En la investigación que realizó el repositorio académico de la Universidad de Chile, comparando las medidas anti-evasión tomadas por la DGII y las tomadas por el SII en Chile. Observaron que las medidas de la DGII se basan en gran medida en aplicar herramientas de control y uso de tecnologías, como son comprobantes fiscales y facturas electrónicas, mientras que las medidas del SII además de aplicar esas herramientas de control y tecnologías, están más enfocadas en la corrección de las leyes tributarias y cambios en el código tributario, pero esto ya es bien conocido por todos nosotros, la narrativa es que: “la baja presión tributaria en el país es culpa del ciudadano que evade impuestos”, mientras que este no tiene con que pagarle al fisco, tiene que aceptar pasivamente que la evasión de otros esté legalizada y autorizada por el gobierno dominicano a través de cientos de exenciones y excepciones, tal parece que los únicos recursos que enriquecen el país son los de quienes concentran el poder político y económico, los recursos de quienes no contamos con los privilegios de estos, según los políticos, son ingresos que les pertenecen a ellos y que con intencionalidad y alevosía no les pagamos.
La publicación de la norma 04-2022 que engloba a las personas que pertenecen al Régimen Simplificado de Tributación (RST); hablamos de 20,500 contribuyentes, se trata de otra estratagema para no dejar escapar el dinero que dejó de percibir el Estado porque los empleadores no lo reportaron o lo reportaron por separado, y se lo descontarán al contribuyente cuando este haga su declaración, porque eso es “lo que corresponde”, porque también con esta normativa se busca evitar que el contribuyente se beneficie más de una vez de las exenciones que le corresponde, ya que antes se “beneficiaban de más de una exención y por tanto les quedaba más dinero”… así como se lee, la idea es de sobrevivir con la suerte de la arepa, con fuego por arriba y fuego por abajo, ya que el Estado dominicano que no retribuye al contribuyente con servicios públicos de calidad, entiende que nos estamos quedando con el dinero que a ellos les corresponde…