Cuando naciste habrías muerto si alguien no te hubiera atendido con tanta dedicación. Tal vez comes unos vegetales que no sembraste o no cocinaste, utilizas unos vestidos que no confeccionaste, manejas un auto que no fabricaste, utilizas la electricidad sin entender su funcionamiento, otros construyeron tu casa, el consejo de alguien fue esencial para una importante decisión que tomaste, etc., como vemos, la ayuda de los demás ha estado presente en todos nuestros logros. Evidentemente necesitas a los demás, tu capacidad de agradecer y corresponder a las oportunidades que te han dado es lo que permitiría que te integres adecuadamente a la sociedad.
Quizás te has destacado mucho y ya no recuerdas que alguien se encargó de lavar tu ropa y cuidar tu alimentación, tal vez haciendo eso no logró ni siquiera tu gratitud, mientras tú lograste un gran prestigio social.
La RAE define la Empatía como: Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Lo que has podido recibir ha sido gracias a la empatía, ella permite que un humano (que difícilmente puede sobrevivir solo) reciba el apoyo de otros humanos. Algunas condiciones sociales podrían facilitarte la cooperación de los demás, pero los aportes más valiosos se deben a la empatía.
Por tu salud mental y espiritual necesitas dar además de recibir. Si sólo recibes, siempre serás pobre. Existimos interconectados, el dolor ajeno nos afecta consciente o inconscientemente y la risa puede ser contagiosa incluso si no sabemos qué la motivó. Nos sentimos cargados de forma negativa cuando hemos estado en ambientes negativos, de igual forma compartir con algunas personas nos llena de energía positiva. La neurociencia ha descubierto un dato interesante: que las neuronas que se activan cuando ejecutamos una acción determinada, podrían activarse también cuando vemos a otro realizar esa misma acción, aunque nosotros solo miremos, es lo que se ha llamado neuronas en espejo y es un elemento esencial para aprender, porque la mayor parte de nuestro aprendizaje es por imitación.
Incluso sin hablar nos estamos comunicando constantemente. Cuando te comunicas con alguien, de alguna manera esa persona explora tu mundo interior y te muestra el de ella. Saber qué piensan los demás no es tan difícil cuando ellos verdaderamente te interesan. Si vivieras en una isla desierta no necesitarías la empatía, pero para la vida en sociedad es indispensable.
En una ocasión, a un niño se le cayó su helado porque su hermanito intentaba tomar un poco a la fuerza, la madre al verlo llorar le ofrece comprarle otro, a lo que el niño responde que el que él quería es el que se le cayó. Realmente el niño llora principalmente debido a su enfado porque su hermanito le tumbó el helado, no porque quiera helado. Al igual que los niños, los adultos en ocasiones se quejan o piden de forma equivocada, por no saber qué quieren ni cómo pedirlo. Personas empáticas pueden comprender qué es lo que los otros necesitan.
En ocasiones los hombres se quejan de malas relaciones con las mujeres y se lo atribuyen a que es difícil comprenderlas, pero realmente lo que hiere a las mujeres no es que no las comprendan, sino que no las amen.
Algunas patologías mentales conllevan deficiencias para la empatía, así vemos que los pacientes con trastornos del espectro autista tienen dificultad para comunicarse, por ejemplo: dificultad para entender los “dobles sentidos” o las miradas “expresivas”. Además, los psicópatas, narcisistas y esquizofrénicos presentan trastornos severos para conectar afectivamente con los demás.
En ocasiones durante la meditación o la oración personal, te concentras en alguien y logras comprenderlo mejor que de manera presencial, pudiendo descubrir en un segundo, lo que durante años no pudiste captar.
En el episodio de Jesucristo con la samaritana (Juan 4), vemos que Jesús conoce detalles de la vida de la samaritana que humanamente no podría haber conocido. En personas de gran desarrollo espiritual se pueden manifestar fenómenos telepáticos y clarividencia, aunque a nivel religioso estos términos se denominan como: don de discernimiento, palabra de ciencia, palabra de sabiduría, profecía, visión divina, revelaciones, etc. El gran desarrollo espiritual facilita el conocer los secretos ajenos, pero también se acompaña del desinterés por el chisme.
El amor elimina barreras y produce uniones, permitiendo que las comunicaciones sean verdaderamente asertivas y facilitando la creación de grupos tan bien integrados que hasta parecen familias. Algunas de nuestras facultades más importantes y trascendentales se activan en proporción al grado de empatía que desarrollemos.
Al conversar con alguien, podría participar tu oído, tu vista, tu tacto, tu olfato, tu mente conciente, tu inconsciente, tu forma de vestir, la influencia de tus ancestros, las circunstancias en que te encuentres, y lo mismo le sucede a quien habla contigo. Aunque en la actualidad, nuestros teléfonos celulares están limitando nuestra capacidad de comunicación presencial.
Las máquinas imitan tu voz, la amplifican, la graban, la modifican, la transmiten al otro lado del mundo, pero son incapaces de sentir las vivencias internas que motivaron tus palabras.