En los últimos tres años el mundo ha sido convulsionado y estremecido por dos grandes crisis: una sanitaria y otra económica, las cuales han golpeado fuertemente a los países en vías de desarrollo, entre los que se encuentra la República Dominicana.
La primera sigue siendo la Corona virus o Covid 19, la cual ha vuelto a resurgir con mucha intensidad y la segunda, la generada por el conflicto bélico que actualmente se libra entre Rusia y Ucrania, el cual puede degenerar en una tercera guerra mundial y en una hambruna de proporciones desconocidas, por el giro y la forma que han tomado los últimos acontecimientos.
Dicho conflicto ha provocado que todos los commodities (maíz, soja, trigo, grasas, fertilizantes, gas natural, acero y petróleo) que consume nuestro país como materia prima para la producción de alimentos humano y animal, para el transporte y para la construcción, hayan aumentados de precios en más del 200% y escaseados, pues estos países, que son de los mayores productores en el mundo, han suspendidos los despachos.
Son muchos los precandidatos y precandidatas que aspiran a dirigir los destinos de nuestro país, pero muy pocos los que tienen conciencia de ello y que están realmente en capacidad para dirigir un país con tantas dificultades, deficiencias, limitaciones y estrecheces económicas, sobre todo, en medio de una crisis global; los que conocen de nuestra historia política y los errores que cometieron nuestros pasados gobernantes, para evitar la improvisación, la cualquierizacion y no volverlos a cometer.
En tiempos de crisis y de turbulencias, como los que estamos viviendo, para poder dirigir y gobernar una nación como la nuestra, para poder tomar las decisiones más atinadas y correctas, se requiere contar con amplios conocimientos sobre economía, ciencias políticas; sobre desarrollo humano y social; geopolítica y sobre el nuevo orden mundial; dominar la Estrategia Nacional de Desarrollo (END) y los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS); contar con muy buenas relaciones internacionales; dominar la agenda nacional e internacional, ser prudente y paciente a la hora de tomar dichas decisiones.
La República Dominicana es un país muy difícil de gobernar pues tiene una deuda pública muy elevada, la cual absorbe más del 60 % del presupuesto nacional; una presion fiscal muy baja (14% del PIB), una gran deuda social acumulada desde tiempos inmemoriales; fuerte inseguridad ciudadana, graves problemas medioambientales y de recursos naturales, falta de transparencia, problemas con la inmigración haitiana, entre otros. Estos y otros temas de la agenda nacional, deben ser dominados por los aspirantes a la presidencia de la república.
Esta situación parece no preocuparle a la mayoría de los aspirantes, pues lo demuestran en sus destempladas y vacías intervenciones. Gobernar un país como el nuestro, en medio de una crisis global sin precedente, es una tarea muy difícil de realizar, esto no es una chercha ni un juego de niños.
Todo lo expuesto anteriormente queda soportado con la siguiente frase del ex Primer Ministro de Inglaterra, Sir Winston Churchill: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las futuras generaciones y no en las próximas elecciones”. Ojalá que así sea.