Lo que hoy pasa en la República Dominicana es realmente triste. El gobierno de Luis Abinader anuncia que deportará 10 mil haitianos semanalmente. Todos sabemos que su gobierno no tiene la capacidad de llevar a cabo esta tarea, pero tiene a muchos pensando en el asunto. Veamos un poco de lo que, en realidad, se trata.
Hoy he conversado con amigos residentes en la zona de Los Alcarrizos. Para los que no conocen esa zona, Los Alcarrrizos, está a la salida de la capital dominicana hacia la región de El Cibao en el norte de la isla. Allí atraparon a una mujer haitiana que vendía guineos en la calle, la montaron en una camiona (guagua) y la llevaron Juana Mendes del lado haitiano. Allí los mismos que la llevaron, le pedían 20 mil pesos para devolverla a Los Alcarrizos. Mientras tanto sus niños dominicanos de ascendencia haitiana se quedaron solos, llorando y preguntando por su mamá.
Otro caso se trata de un haitiano que trabaja para una veterinaria en Los Alcarrizos. A este señor se lo llevaron en una camiona y su familia no sabía lo que le había pasado. El señor trabajaba para una veterinaria en Los Alcarrizos. Conozco el caso porque la propietaria de la veterinaria es mi amiga. Ella tuvo que mandarle 20 mil pesos para que él pudiera regresar. Mientras tanto, el "flamante gobierno" de Luis Abinader hace alardes de estar resolviendo el problema migratorio del país, cuando, en verdad, lo que hace es aumentar la precariedad en que viven haitianos, dominicanos de ascendencia haitiana y dominicanos de piel obscura. No se debe olvidar que también estamos frente a un problema de discriminación racial y de franca violación de los derechos humanos.
En todo caso, la movida de Abinader es para hacer creer a sus seguidores antihaitianos que él resuelve problemas. Comúnmente muchos antihaitianos argumentan que el país está lleno de haitianos, pero no se detienen a pensar que esa es su percepción del fenómeno, no la realidad. Sería bueno que estas personas pasarán de su visión inmediata del problema a informarse mejor para no tragarse las mentiras del gobierno dominicano, el cual prefiere que la gente esté pensando en el denominado "problema haitiano" y no en los problemas que enfrenta su gobierno.
Lo mismo se podría decirse del muro que el gobierno encarga construir a empresarios dominicanos. Estos construyen una valla reforzada y le llaman muro dizque para impedir que los haitianos crucen la frontera. El denominado muro no impedirá que los haitianos crucen porque ellos pasan por diversos lugares donde el Ejército Nacional se supone que les debe detener y no lo hace, sino que le cobra para permitirle el paso. En la República Dominicana, casi todo el mundo conoce este sistema, el cual existe desde hace muchísimos años y ninguno de los gobiernos anteriores ha puesto coto al asunto.
Nuevamente, se trata de un negocio grueso ya sea para los dueños de camionas, constructores del denominado muro y simpatizantes del gobierno en turno, o para los coroneles del Ejército que se encargan de impedir el cruce de la frontera. No cabe duda que estamos frente a una injusticia y que el gobierno dominicano y aquellos que aportaron para pagar por su campaña electoral ahora le pasan la factura. En este caso, los inmigrantes haitianos, persona que no tienen influencia política en nuestro país, pagan las consecuencias y Abinader sale bien por partida doble: consigue que una buena parte de los dominicanos piensen que nuestro principal problema son los inmigrantes haitianos y paga su factura a aquellos que de alguna manera financiaron su campaña. Dejo este ensayo con dos preguntas tanto para el gobierno como para aquellos que le apoyan: ¿Qué pasaría si el gobierno de Estados Unidos decidiera deportar 10 mil dominicanos semanalmente? ¿Qué dirían o harían los que hoy apoyan la deportación de haitianos?