A veces esas criticas vienen de personas frustradas, que les apasiona figurar en los medios, envidiosas y con deseos de mantener cierta vigencia política. También hay voceros pagados que hacen críticas venenosas, opiniones que surgen de la manipulación estadísticas y aquellos que simplemente se ensañan contra un funcionario y jamás le quitan el guante.
Obviamente, hay criticas objetivas, derivadas de cuestionamientos bien fundamentados o por denuncias de prácticas ilícitas en el estado.
Por ejemplo, hay dos mujeres brillantes que se dedican a la investigación periodística, que alumbran con sus informaciones certeras las irregularidades en la administración pública. Son dos guardianas de la transparencia.
Pero también hay periodistas de talla que dirigen medios de comunicación cuyas opiniones y criticas hay que respetarla porque son objetivas y certeras. Igualmente, hay opiniones que salen a diario en esos medios que son críticas, pero orientadoras, creíbles y no buscan politizar los temas ni tergiversar información.
Todo gobierno está sujeto a críticas porque comete errores y calculan mal sus estrategias.
Pero las criticas perversas están en el diario vivir y se multiplican como un virus.
La reforma constitucional, que el país necesita con urgencia para garantizar en el futuro que no retrocedamos en las conquistas del presente, es atacada en todos los frentes opositores, porque le temen a cualquier cosa que se llame TRANSPARENCIA o la independencia del Ministerio Publio. Usan argumentos tan pendejos que dan la impresión de que piensan volver pronto al poder para echar todas esas conquistas en el fuego.
Las reformas institucionales que se discuten bajo los auspicios del Consejo Económico y Social son constantemente sometidas a ataques injustos porque cualquier éxito en esta materia lo ven como un triunfo político del gobierno de turno. Hay que bloquear esas conquistas a como dé lugar.
La inflación es un caldo de cultivo para los críticos al gobierno. Y eso cala en la población. Pero la justifican diciendo que eso es culpa del gobierno por abandonar la agricultura como si alguna vez en la historia de este país hemos producido todo lo que consumimos. Mas bien, importamos gran parte de lo que consumimos.
Algunos críticos señalan que eliminar los aranceles a las importaciones de ciertos alimentos por 6 meses es catastrófico para los productores. Pero en 6 meses el costo de esa medida es mínimo para el productor local, aunque beneficiará a 11 millones de consumidores dominicanos. ¿O es que no entendemos que volvemos a estar en una situación casi de emergencia global desde que se inició la invasión rusa a Ucrania?
Ya van 12 países de la región de la región que hacen lo mismo.
¿Se pierden vacunas por culpa del gobierno? ¿Y que país del mundo no perderá vacunas porque parte de su población se niega a inocularse? Pero pocos reconocen que somos un ejemplo para el mundo en el control y casi eliminación de la COVID-19.
Que se pierdan las malditas vacunas, porque si toda la población se hubiera inoculado estaríamos comprando mas vacunas en este momento.
Critican los programas sociales cuando jamás se había invertido tanto dinero en la gente, critican el crecimiento y ponen en dudas las cifras del BCRD, critican el muro en la frontera pero aducen que este gobierno promueve la entrada de haitianos, critican los subsidios a los combustibles diciendo que eso aumenta el déficit y que es una medida populista, critican al sector eléctrico cada minuto del día, critican todos los fideicomisos y aborrecen las iniciativas público-privadas porque es regalar los bienes del estado. Coño, ¿no es esa una enfermedad o una pandemia en ciernes? Tanta estupidez no cabe en una isla tan pequeña.
Una reconocida política exvicepresidenta de la República, cuyas criticas desbordan una ignorancia espeluznante, llego a decir recientemente “YO SÉ LO QUE ES PASAR HAMBRE” Pero esa no pasó hambre ni cuando se olvidaron de darle el biberón de leche cuando nació.
Gracias a Dios, el pueblo dominicano, en su mayoría, está dando una muestra de mesura, comprensión, sensatez y sacrificio jamás visto y si lo hace es porque entiende las verdaderas raíces de la crisis que hemos vivido desde principio del 2020. Por ello, se merece que todo el dinero del presupuesto, hasta donde sea posible, se oriente a amortiguar sus penurias hasta que todo vuelva a la normalidad.
Y castigar con dureza a esos comerciantes inescrupulosos que se roban el dinero destinado a las ayudas sociales.