1.- En la República Dominicana, lo más parecido al Dios de los creyentes es la persona que en un momento dado desempeña la función del Poder Ejecutivo. Es, algo así, como un poderoso con la virtud de remediarlo todo.
2.- Un presidente dominicano tiene a sus pies a toda gente formada para por conveniencia inclinar la cerviz y estar presta a hacer o decir lo que bien hace sentir a otro. Adular está aquí a la orden del día.
3.- La sinvergüencería que mucho abunda en el medio social nuestro, cada día se hace más firme en la mente de las más diversas clases, sectores y capas sociales. Se ha convertido en algo cultural, muy de moda.
4.- Motiva lástima y asco ser testigo de los halagos, la coba de que es objeto el presidente de turno, no importa que sea Abinader ahora, o ayer Leonel, Hipólito o Danilo. La alabanza al primer mandatario se ha pegado en el proceder de los melosos.
5.- Estar de lisonjero con quien ocupa la Presidencia de la república es algo que se acepta como lo más normal en el accionar de aquellos que aquí hacen buena vida a costa del erario. El cobero vive fácil porque le basta con ser liviano, estar de buen dulzón.
6.- El quehacer de la politiquería ha encontrado en la sociedad dominicana al ente social ideal, ese que está diseñado de cuerpo y alma para hacer de hazmerreír.
7.- Los empalagosos están de pláceme en los tiempos de campañas electorales, porque en cualquier sitio donde está el presidente, ahí aparecen esos babosos haciendo de fastidiosos hasta llegar a indigestar.
8.- En una comunidad de ciudadanas y ciudadanos educados para de manera socarrona alabar al primer mandatario, disfrutan, hacen de los elogios una forma habitual de vida.
9.- Sin mucho esfuerzo, nos damos cuenta de que a medida que se ha ido degradando la sociedad dominicana, en ese mismo orden se han desarrollado esas personas zalameras, que saben incensar para agradar.
10.- No todo hombre o mujer reúne condiciones para complacer, pasar la mano y dar brocha a los que controlan el poder del Estado.
11.- Poco a poco, sin darnos cuenta, el meloso ocupa un lugar especial en la gestión de cualquier presidente que disfruta la lisonja. El pelotillero de la politiquería dominicana, se ha hecho figura notoria por ser más dulce que el azúcar, hecho para endulzar.
12.- La sociedad dominicana tenía que llegar a estar moralmente averiada, para alojar en su seno a los muy honorables de ahora, que no son otros que aquellos que hacen de empalagosos, muy pegajosos.
13.- La abundancia de los que aquí han demostrado estar formados para doblarse, plegarse al poder político y social, es demostración de que estamos en el medio ideal para quien gusta duplicarse como poca cosa, ausente de vergüenza.
14.- El tiempo le está diciendo a lo mejor del pueblo dominicano, que aprenda a conocer a los que sacan beneficios comportándose livianos, inconstantes, insustanciales en la política nacional.
15.- La mercancía dinero está llamando a muchos connacionales nuestros a entregarse en cuerpo y alma, ponerse en manos de la minoría nacional y los intereses extranjeros, todo acompañado de plena deshonestidad, y enseñando que son flojos, sin consistencia ética y moral.
16.- La politiquería reducida a la nada, tiene en el chupamedias, a un carajo que poco sirve, pero útil en el campo de la sinvergüencería que ha tomado preeminencia en la política de baja calaña.