Muchos países alrededor del mundo donde se celebraban elecciones para gobiernos locales (municipales) o legislativas registran una abstención sobre el 50%. Colombia, Chile, Guatemala, El Salvador, Suiza, México, Brasil, Paraguay, Portugal y una decena más de países.
En las elecciones presidenciales de Estados Unidos la abstención es de un 40% y en las locales de un 70% en algunos estados.
Pero el resultado es legítimo sin importar el nivel de abstención y no puede calificarse el triunfo de los candidatos ganadores de falta de legitimidad, como dijeron algunos comentaristas en los programas que se transmitieron la noche del domingo para ofrecer los datos sobre los resultados de las elecciones municipales.
Inclusive, en muchos países donde el voto es obligatorio, la abstención supera el 30%.
Ahora bien, supongamos que los 8.1 millones de dominicanos con derecho al voto registrados en la JCE, hubieran ejercido ese derecho. El resultado hubiera sido similar en un 99.9% al que arrojaron las elecciones del pasado domingo, sin importar el nivel de abstención. Nada hubiera cambiado. Es la voluntad popular y punto.
Las estadísticas no se equivocan y es por ello que algunas encuestas serias, cuando realizan sus sondeos sobre las preferencias políticas, eligen apenas 1,200 personas a nivel nacional mediante un muestreo probabilístico y sus resultados solo tienen un margen de error entre 3% y 4%. Hablamos de la opinión de 1,200 personas de un total de 8.1 millón de votantes y la mayoría de las veces aciertan en los resultados.
¿Porque hay tanta abstención en las elecciones municipales? En muchos casos las personas dan como ganador a un candidato (caso Carolina Mejía en el D.N.) y no se molestan en salir a la calle y hacer una fila de media hora para votar. Otros de la oposición, hicieron lo mismo porque su candidato no tenia opciones.
¿Viajar al interior para votar por un alcalde? Muy difícil y raro, y eso reduce considerablemente el numero de votantes.
Lo importante en un proceso electoral es la transparencia, la buena organización, el fortalecimiento de la democracia y la credibilidad e independencia de los que dirigieron ese proceso y todo eso se cumplió a la perfección. Fueron unas elecciones limpias y diáfanas y la JCE merece la felicitación del pueblo dominicano.
Participación Ciudadana detecto algunas irregularidades, como personas con letreros de los partidos en algunos colegios electorales, compra de votos, urnas de cartón frente a los delegados que no permitían privacidad, etc.
Todo es cierto, pero prácticas que vienen desde hace décadas no desapareen de la noche a la mañana. Lo que si es cierto es que la compra de votos fue algo insignificante comparado con elecciones anteriores. Y eso es un gran paso. Tampoco los candidatos del partido en el poder desplegaron una campaña arrolladora con fondos públicos, como también sucedía en el pasado. Se veían más pancartas y vallas de la oposición que de los propios candidatos del oficialismo.
El gran ganador, el PRM con 119 alcaldías casi aseguradas, seguido del PLD con 15 alcaldías y finalmente, el gran perdedor, La Fuerza del Pueblo con 8 alcaldías.
Y el protagonista de este extraordinario y ejemplar proceso electoral y de la gran victoria del partido oficial, fue definitivamente el presidente Luis Abinader.
Finalmente, me surge una pregunta: ¿Por qué los candidatos del PRM ganaron con un margen tan amplio a los candidatos de la alianza Rescate-RD? Mi opinión, la traición. Jamás el PLD le perdonará a Leonel Fernández su traición ni sus intentos de destruirlo.
Ojalá, Abel Martínez, entienda quién es su verdadero enemigo en los 3 meses que faltan para las elecciones presidenciales.