1 Comienzo de la propaganda escrita y las manifestaciones de masas
Como ya se explicara en la pasada entrega de esta columna, tras su aparición pública, la Juventud Democrática tuvo como su medio de propaganda fundamental el periódico “Juventud Democrática”, el cual se editaba en la planta baja de la calle Arzobispo Nouel No. 33. teniendo como sus primeros directores, entre otros, a José Antonio Martínez Bonilla y Virgilio Díaz Grullón.
A través del mismo los jóvenes, en gran parte universitarios, adscritos a las filas de la Juventud Democrática dieron pruebas manifiestas de sus inquietudes libertarias y creyendo en que verdaderamente se había aperturado un ciclo de auténticas libertades, no vacilaron en poner el dedo en la llaga, levantando su voz ante las diversas problemáticas sociales entonces existentes y, muy especialmente, aquellas que afectaban a la juventud dominicana.
Cabe suponer el impacto, y hasta cierto punto, la estupefacción que debieron provocar tales reclamos en quienes pudieron adquirir ejemplares de aquel nuevo periódico en el cual se expresaban denuncias que sólo se formularon anteriormente desde la propaganda de los antitrujillistas en el exilio.
Bastan algunos ejemplos de denuncias para ilustrar lo antes expresado:
“Mientras por las calles, avenidas y carreteras de la bella capital dominicana se deslizan a millares, grandes, lustrados carros, de esos que venden por varias agencias automovilísticas, con imponentes “ O” en las placas y quemando gasolina a kilómetros por galón, como si los pozos petroleros de azua fueran una realidad y produjeran para vender a centavo la botella; los estudiantes normalistas y los universitarios de la Facultad de Medicina tienen que pagar su transportación para poder asistir a su escuela los primeros, y a sus cátedras los segundos.
Bien está que los altos señores funcionarios del Gobierno tengan vehículos a sus servicios, a tono con sus funciones, eso a nadie extraña. Lo que sí es verdad chocante, y con sabor a ají caribe, es que a esos futuros universitarios y a esos profesionales no se les asigne una guagua – gratis amoris- para darles oportunidad de emplear en cigarrillos, café y cine esos escasos centavos, que al mes se convierten en pesos.
Pedimos que se tome una medida en ese sentido, en la seguridad de que el presupuesto nacional no sufrirá en nada con ello”.
Criticaban, de igual modo, la elevación del costo de la matrícula estudiantil, que se había incrementado de 25 a 40 pesos; clamaban porque se reconociera la resolución 1 del Congreso Obrero Nacional que fijaba en peso y medio el salario mínimo de los trabajadores para una jornada de 8 horas lo mismo que repudiaban los aprestos del dictador Francisco Franco para el ingreso de España al seno de la ONU, ingresó que tiempo después Trujillo respaldó irrestrictamente tras despuntar la guerra fría.
Afirmaba al respecto: “En la Asamblea General de las Naciones Unidas se ha planteado de nuevo el caso de Francisco Franco, dictador de España, y satélite que fue de Hitler y Mussolini, con cuya ayuda material logró derrocar el gobierno democrático de la República y amordazar al heroico pueblo español.
Se plantea que es un peligro para la paz y la seguridad mundial la supervivencia de su régimen, odiado y repudiado por todos los demócratas españoles y por todos los pueblos amantes de la libertad y la justicia”.
2.- Las acciones de masas en Santo Domingo, Santiago y otras localidades del país
2.1.- El primer mitin de Santo Domingo frustrado por torrencial aguacero
Para las 3:00 p.m del 24 de octubre de 1946 fue prevista la realización del primer mitin de Juventud Democrática, a llevarse a efecto en Ciudad Nueva, en el Placer de los Estudios, específicamente en los terrenos donde años antes había estado el play del Gimnasio escolar, en la explanada contigua a la plaza Rubén Darío.
Los presagios de lluvia inminente aparecieron en el horizonte. Un testigo privilegiado, el Lic. Rafael Alburquerque Zayas Bazán, refiere las incidencias de aquellas horas singulares:
“Cuando llegamos al lugar preindicado, nos situamos cerca de la tribuna levantada al efecto. La concurrencia era ya bastante numerosa. Las esquinas de las calles contiguas al escenario de la manifestación estaban abarrotadas de público. Entre los asistentes, a prudente distancia, se encontraban funcionarios de la Embajada de los Estados Unidos de América, así como la de otros países amigos”.
Ya las molestias y el acoso de los secuaces del partido dominicano se habían hecho manifiestas. Les fue arrancado violentamente a los organizadores uno de los altoparlantes y varios botes, con el deliberado propósito de distraer la atención de los concurrentes, se ubicaron frente a los acantilados lanzando fuegos de artificio, los que alternaban con disparos de revólveres. Por doquier se situaron los esbirros de la tiranía, los que eran sobradamente conocidos.
La primera y única en tomar la palabra en la ocasión fue la entonces joven y entusiasta militante de Juventud Democrática Josefina Padilla Deschamps, quien inició leyendo los cables solidarios de otras organizaciones políticas provenientes de Venezuela, entre otros países.
Relata Zayas Bazán que: “No bien había acabado de darle lectura a uno de dichos mensajes de aliento, empezó a llover de manera alarmante. A los pocos minutos, el aguacero era tan torrencial que las formas de los objetos circundantes, así como las de las personas asistentes al acto se desvanecían y desdibujaban arropados por una espesa cortina gris causada por el agua al caer sobre toda la concurrencia, la cual se vio obligada a desbandarse, muy a su pesar, en busca de alojamiento adecuado en donde guarecerse”.
“El intento de manifestación murió en su cuna. Siempre, desde entonces, al evocar ese emocionante episodio, una sensación de temor invade nuestro ser sólo al pensar lo que hubiese ocurrido de haberse desarrollado la anhelada manifestación”.
Por aquellos días fue asesinado Paquito Ureña, uno de los presentes en la manifestación junto al Lic. Zayas Bazán y el Lic. Gilberto Fiallo Rodríguez.
2.2.- El exitoso mitin de Santiago
En Santiago, el mismo 24 de octubre de 1946, se había formado un Comité Provisional de la Juventud Democrática, integrado por Manolo González Franco, Rafael Moore Garrido, Gilda Pérez y Pérez, Gustavo A. Patiño, Sobeya Mercedes Almonte F., Orlando Bonelly y J. Tiberio Castellanos V.
En la ocasión, lanzaron un manifiesto que rezaba textualmente:
“Los jóvenes de espíritu democrático, conscientes de la trascendencia del actual momento político que vive el pueblo dominicano, se solidarizan responsablemente con el Manifiesto lanzado por la JUVENTUD DEMOCRÁTICA en 15 de octubre en la capital de la República, y anuncian a la juventud y a todo el pueblo de Santiago la Constitución en esta ciudad el Comité Provincial de esa organización.
“¡Por la conquista del bienestar y la felicidad del pueblo dominicano! ¡Por los héroes de la juventud dominicana: Duarte, Sánchez y Mella! ¡Por el triunfo de las aspiraciones democráticas de nuestra juventud! ¡Por la fraternidad mundial de las juventudes!
NOTA: Próximamente será anunciada por este mismo medio la fecha del primer mitin, en Santiago, de la JUVENTUD DEMOCRÁTICA”.
Aquel llamamiento público sonaba a música nueva, tras 15 años de mordaza autoritaria y férrea imposición de la censura dictatorial.
El siguiente domingo, 1 de diciembre de 1946, se llevaría a cabo el primer mitin de la Juventud Democrática en la ciudad de Santiago de los Caballeros, el cual se pregonaba como “un formidable paso de avance de nuestro pueblo en el camino hacia la democracia”.
Afirmarían que : “…No obstante el esfuerzo de los esbirros locales de la reacción por obstaculizar y tratar de robar éxito a nuestro mitin- puesto de manifiesto en la presión hecha a las imprentas de la ciudad para impedir que nos imprimiesen la propaganda del mitin y la coacción ejercida sobre los cocheros y choferes para evitar que nos prestasen sus servicios- el heroico y noble pueblo de Santiago se apretujó, en grandes masas, alrededor de nuestra Tribuna, para oír la palabra emocionada de nuestros compañeros Gustavo Adolfo Patiño, Virgilio Díaz Grullón, Gilda Pérez , José Manuel Peña Hijo y Rafael Moore Garrido”.
Para dimensionar el heroísmo de aquellos jóvenes, en medio de las acechanzas a que se vieron expuestos por parte de la maquinaria persecutoria, basta centrarse en importantes fragmentos de los discursos pronunciados por los oradores, ya precitados, que tomaron la palabra en el mitin de Santiago, el primero en realizarse plenamente, pues como ya se ha expresado, debido a las inclemencias de la naturaleza, el de Santo Domingo no pudo desarrollarse.
El primero en tomar la palabra fue Gustavo Patiño, quien afirmó:
“Quiero renovar mi afirmación en la bella causa y en el noble gesto en que estamos empeñados en esta hora de la dominicanidad anhelosa de conquistar uno de los más grandes atributos del hombre: la libertad. A conquistarla por medio de la decencia, de la razón que da el derecho y del derecho que da la razón.
Nos esforzaremos en la conquista de la tranquilidad, de la paz, de la seguridad, para el restablecimiento de todos los derechos civiles y humanos. Libres de miseria, libres de hambre, libres de miedo, libres de temores. Que exista la libertad: libertad del trabajo sin la paga de bestias y sin el esfuerzo de esclavos. Libertad de vivir. Libertad de morir…”.
Tenía que escucharse la voz de la mujer, honor que correspondió en la ocasión a la joven Gilda Pérez. Expresaría, entre otras cosas:
“…Escalo esta patriótica tribuna para exhortar a todos y a cada una de las mujeres de nuestra Patria a que unan su aliento a la obra reivindicadora iniciada y conocida por la Juventud Democrática para que, hombro con hombro con nosotros, nos ayuden a redimir al pueblo dominicano, a este pueblo que me escucha; a este pueblo ávido y sediento de libertades, de garantías y de justicia; de este pueblo digno de mejor suerte y de mejores condiciones de vida”.
El siguiente orador lo sería el Lic. Virgilio Díaz Grullón, en quien concurría una señalada particularidad. Era hijo de uno de los más conspicuos funcionarios del régimen de Trujillo, el Lic. Virgilio Díaz Ordoñez, a la sazón Embajador de la República Dominicana en la República de Cuba, lo cual no fue óbice para asumir la lucha por la instauración de la democracia, clamando por el pluralismo en la participación política- una verdadera osadía ante la vigencia de un partido único- y la amnistía para los que entonces guardaban prisión por combatir los desmanes tiránicos.
Expresó en la ocasión:
“Juventud Democrática considera indispensable, para el desarrollo del naciente movimiento democrático, la promulgación de una amplia amnistía en beneficio principalmente de los presos políticos, para que el pueblo tenga más confianza en las garantías democráticas existentes y una reforma de la Ley Electoral vigente que amplíe las garantías y las posibilidades de que todos los sectores de nuestra población: trabajadores, comerciantes, industriales, profesionales, puedan estar representados debidamente, a través de sus organismos políticos, en todas las decisiones que afectan a la totalidad de los dominicanos; para que sea el mismo pueblo, como único soberano- según lo establece la actual Constitución- el que decida con su voto sus propios destinos”.
Correspondería el penúltimo turno a José Manuel Peña Hijo (Cuco), quien con palabras ardientes trazó un cuadro sombrío de la situación económica, política y social imperante, clamando por la implantación de la justicia y la libertad:
“…Ante esta situación económica ruinosa que explota a las clases pobres del país; ante todas las penalidades que sufre el pueblo, la Juventud Democrática eleva, llena de indignación, su justa protesta ante tanto abuso y luchará firme y consecuentemente hasta lograr que se creen condiciones de vida y de trabajo que favorables a las masas populares; que se haga justicia y se concedan todas las libertades a todos y cada uno de los dominicanos. Entonces y sólo entonces, nuestra lucha habrá terminado”.
Correspondió clausurar el mitin al Dr. Rafael Moore Garrido (Fellín), quien dando muestras de sus habilidades oratorias, vigorizó las masas con un discurso electrizante, cargado de hondo sentimiento patriótico, afirmando:
“…Esos jóvenes, hélos aquí: son los que integran la Juventud Democrática. Sus ideales, que pueden condensarse en una sola frase: bienestar por el país, los estamos persiguiendo aún a base de los más espinosos sacrificios; y en busca de la realización de esos ideales nos hemos lanzado a batallar contra las potentes y drásticas fuerzas de la reacción que pretende, de mil modos, ahogar nuestro movimiento.
Por eso estamos aquí; por eso levantamos nuestras voces pidiendo al pueblo que nos ayude a destruir las barreras que impiden el paso a sus aspiraciones de felicidad nacional; por eso nos erguimos señalando el camino a seguir hacia un futuro mejor; por eso nos abrazamos para formar el pedestal donde descanse la dignidad y la gloria de nuestra Patria”.
Juzgadas hoy con ánimo sereno, cabe dimensionar el riesgo que corrieron entonces aquellos osados oradores que escalaron la tribuna tras su denuncia frontal contra una tiranía que no reparaba en escrúpulos de ninguna índole contra quienes en acciones y palabras se oponían a sus designios criminales y despóticos.
El asedio del régimen contra los militantes y dirigentes de la Juventud Democrática de Santiago se manifestó de diversas formas, entre ellas una muy típica, consistente en la coacción psicológica y la amenaza de cancelación contra sus familiares que ocuparan algún empleo en el Estado.
Tal fue el caso de Amiro Cordero Saleta, a quien el entonces gobernador de Santiago, Mario Abreu Penzo, presionó manipulándole con la amenaza de despedir a su padre y a sus hermanos de sus empleos en el gobierno. A tales efectos, le hizo firmar una carta prefabricada, la cual sería publicada el 1 de noviembre de 1946 en el diario “La Opinión”, en la cual se hacía decir a Amiro que no pertenecía a otra organización que no fuera el Partido Dominicano.
Tras cumplir la mayoría de edad, en gesto enaltecedor de admirable valentía, Amiro hizo pública el 15 de noviembre de 1946 otra carta en la que se retractaba de la anterior y reafirmaba su adhesión a los postulados de la Juventud Democrática, confesando que la primera carta: “le fue arrancada en momentos de conturbación en que se atropellaban en mi espíritu sentimientos contradictorios”.
Expresaría entonces:
“Mis ideas y mis convicciones están y estarán en lo futuro de lleno con los principios altamente liberales y progresistas de la JUVENTUD DEMOCRÁTICA, en cuya plataforma veo reflejados mis supremos ideales y aspiraciones de joven democrático y de espíritu patriótico…”
Como ciudadano que soy, por haber cumplido la edad requerida para ejercer por mí mismo los derechos civiles y políticos que consagran la Constitución y las leyes, me declaro único y absoluto responsable de mis actos y mis ideas, no teniendo en ellos ninguna ingerencia mis padres, ni ninguna otra persona; en atención a lo cual, y para evitar confusiones en este sentido, he decido, y llevado a cabo, el abandono del hogar paterno, para en esta forma desvincular a terceras personas de mi familia de mis actuaciones en el campo de la política”.
Continuará