Juan Emilio Bosch Gaviño es sin duda alguna, una de las mentes más preclaras del pensamiento político dominicano. Mucho se ha escrito sobre él, sobre su errancia y sus cuentos, sobre su praxis política, acerca de sus amores y desamores. Sin embargo, no ha sido tal vez valorado en su justa dimensión, ni siquiera con alguna aproximación fervorosa, a su análisis geopolítico. La mayoría de quienes han escrito sobre él se han quedado en el incidente, presos como moscas en el vinagre de su epidermis.
Acaso el principal riesgo de Bosch en la historia sea el incidente del golpe cívico- militar policial y de sotanas, del 25 de septiembre de 1963 y su actuación en el escenario y el marco ideológico de la guerra fría, siendo Presidente en la frontera imperial.
El choque ideológico que marcó aquellas calenturas mundiales de la guerra fría puede ser un recoveco que entrampe a los analistas y los deje a la zaga, sin penetrar en los meollos estudiados por Juan Bosch y expuestos en “Pentagonismo, sustituto del Imperialismo“, obra capital suya, publicada en 1967. Consideramos que si ahí no reside en su totalidad el Bosch geopolítico, al menos está contenida en ella la esencia de su pensamiento y sus posturas como observador de su tiempo y la situación mundial de entonces.
Derrocado, apresado por su misma escolta, hacía cuatro años, se dedicó en el destierro a continuar su apostolado liberador, su exégesis, su vocación de Maestro de América, su militancia de incomprendido y nunca abiertamente confesa en el marxismo leninismo, sin abandonar la literatura. De esa errancia, atento siempre al latir dominicano y a la suerte de los tutumpotes y la desgracia de los hijos de Machepa, es que nace su pentagonismo.
Confieso que el libro me costó algo más de dos pesos y lo leí escondido de mi madre y de la Guardia Colorá en los setenta tempranos. Veinte años después, laborando en la entonces Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas, en un abandonado almacén del J-2, me reencontré con aquella vieja edición en cuya portada traía un casco de acero yanqui.
Este libro tiene tanta actualidad que parece haber sido escrito esta mañana
Confieso que me lo robé junto a Las Venas abiertas… de Eduardo Galeano, y otros libros más. Ahora, ya superada la frontera de los cincuenta, me reencuentro con la obra y redescubro y me explico tal vez con más claridad sus postulados, porque el mundo posterior a los setenta se ha encargado de demostrarme que el Maestro tenía razón.
Los cambios globales, las recomposiciones del poder, los bloques e influencias, el poder y sus polaridades, todo, esta descrito y escrito en la visión cuasi profética de Juan Bosch. La idea central de su tesis consiste en adoptar un cambio de estrategia en cuanto al sentido imperialista de los Estados Unidos, a partir de la guerra de Viet Nam, heredada de los franceses luego de los eventos del Diem Bien Phu, que consistieron en abandonar las estrategias colonialistas clásicas, cuando las potencias surgidas de la paz de Westfalia y del Congreso de Viena en 1815, y específicamente del nuevo orden mundial surgido de las cenizas de la Segunda Gran Guerra europea, de 1939 al 1945, que consistía en agredir, invadir, y anexar siempre con la maquinaria militar, a países mucho mas débiles, para hacerlos colonias de ultramar o vecinas, o estados vasallos, salvada la distancia histórica.
El pentagonismo no es una negación del imperialismo clásico y del coloniaje por parte de las potencias europeas, sino un nuevo giro condicionado por la pujante industria militar de la defensa, las nuevas tecnologías, la revolución industrial y la ampliación de mercados, como anticipo de la llegada de la globalización, que en efecto es una forma diferente de dominación, comenzando por el dominio y captación de los mercados.
En materia de relaciones exteriores y política internacional el estamento, y el recurso, militar siempre se mantiene como una opción. Es la diplomacia del portaaviones. Sea disuasiva o amenazante. Así lo usó y mantuvo el imperialismo clásico y el coloniaje, y así lo ha mantenido el pentagonismo, que ha superado a la guerra fría, que nada tuvo de fría y que se mantiene igual.
Estados Unidos, que salió tan fortalecido de la Segunda Gran Guerra, ha movido más tropas a todos los puntos cardinales y escenarios de conflicto globales, que ninguna otra potencia, a lo largo de la historia. Y lo sigue haciendo. Es más, estamos acostumbrados a su doctrina pentagonista de agresión y el mundo lo considera como algo normal dentro de la situación mundial y la realidad contemporánea.
Bosch, tal vez sin quererlo, se adelantó a su tiempo con esta pasmosa observación y análisis de los temas y desafíos de su realidad geopolítica, habida cuenta de que los analistas principales y de nombre más sonado de la geopolítica son británicos y norteamericanos, si se toma en cuenta de que la palabra es relativamente nueva y hasta una fecha tan reciente como hace cincuenta años, no se escribía o publicaba tanta información acerca de los conflictos y temas de la geopolítica como se hace aquí y ahora en tiempo real.
Durante el cambio de los últimos treinta años y luego del desmadre soviético de 1989-1991, se ha pasado, con la tutoría de la ONU y la aburrida, inoperante y sin-fónica OEA, de la diplomacia de cumbres a la diplomacia de los portaviones, o ambas penas a la vez. Bosch previó, con su ojo de profeta alucinado, este tipo de fenómenos de las actuales relaciones entre los estados. También se adelantó a anunciarnos el descarnamiento y la deshumanización de la política internacional y las relaciones entre los estados.
Esto en su tiempo, tal vez no podía verlo ninguno de sus contemporáneos dominicanos. Alguno que otro es posible, pero no tendrían el valor de comentarlo o publicarlo hecho libro. Ni siquiera un monumento del conocimiento llamado Juan Isidro Jimenes Grullón o Emilio Rodríguez Demorizi. El primero por su abierto e irreductible antiboschismo, y el segundo por su rancio conservadurismo de intelectual de derechas y las largas colas trujillistas que arrastró hasta su muerte, aunque nadie puede señalarlo por alguna acción o conducta punible, o moralmente incorrecta.
Lo cierto es que queremos destacar la visión geopolítica de Juan Bosch expuesta en esta obra cumbre. Si en “Composición social dominicana“, el maestro explica por qué la Nación dominicana y el ser social nacional mismo piensa y actúa históricamente como lo hace; en “Pentagonismo, sustituto del imperialismo“, nos muestra con claridad contemporánea por qué el poder global se ha movido así en los últimos más de cincuenta años. Este libro tiene tanta actualidad que parece haber sido escrito esta mañana, para nosotros y para nuestra realidad contemporánea, aunque el imperialismo se ejerza desde el Pentágono y el Departamento de estado.