En el contexto literario, histórico, económico y social, era un duro. Sin embargo, en lo político e ideológico ocupó lugares protagónicos con su instinto creador, sentido práctico y dominio de la materia. Un verdadero maestro que supo aplicar con los métodos científicos la teoría revolucionaria a la realidad dominicana. Para esto fue necesario su profundo conocimiento de la sociedad que le tocó vivir, de la región y de la geopolítica.
Su consagración con la revolución democrática se encuentra resumida en su voluminosa bibliografía, el triunfo electoral de 1962, su breve estadía en el Palacio Nacional y la Constitución de la República de 1963. Un país que apena iniciaba sus pasos democráticos después de 30 años de una oprobiosa dictadura trujillista. Proceso democrático interrumpido por la conspiración de la derecha y el imperialismo norteamericano. Logrando fortalecer sus ideas políticas avanzadas e identificar a los verdaderos enemigos de nuestros pueblos.
Tuvo varios encuentros históricos formidables que lo hicieron revivir de nuevo, entre los cuales podemos citar los trabajos para recopilar los escritos de Eugenio María de Hostos, maestro, insigne literato y propulsor de la independencia de Puerto Rico, y su lectura con los aportes científicos de Carlos Marx, Federico Engel, Vladimir Ilích Uliánov, Lenín, y otros teóricos de la teoría marxista. Instrumentos necesarios para fortalecer su conocimiento y dominio político del sistema capitalista y en la etapa histórica que transitan los países latinoamericanos y caribeños.
El sistema capitalista, para don Juan, era una realidad. Y que se manifiesta en nuestros países según cómo vayan desarrollando las relaciones de producción. Sabía perfectamente que en las sociedades pobres y dependientes, la naciente burguesía, en alianza con sectores oligárquicos, impone las reglas del juego. Que era necesario un instrumento político de liberación nacional para completar la revolución democrática que garantizara un tránsito continuo hacia una nueva sociedad.
No era un partido político cualquiera. Un verdadero espacio donde se forman hombres y mujeres nuevos, con profundo amor a la patria y despojados de las miserias humanas de aquellos que llegan a la política para resolver sus problemas personales. La mística y la disciplina consciente eran las prendas por excelencia para presentarse en la sociedad. Con una visión solidaria con los pueblos en luchas. Una entidad capaz de avanzar en terreno fértil o árido y convertirse en la vanguardia y guía del pueblo dominicano.
Desde el derrocamiento del gobierno que presidió el profesor Juan Bosch, el imperialismo no ha cesado en su inútil intento por aplastar el movimiento revolucionario. Al desaparecer el partido de Juan Bosch, se frotaron las manos en señal de victoria. Olvidan que la causa de la existencia son las desigualdades económicas y sociales y la explotación del hombre por el hombre. La dirigencia y la militancia de las izquierdas, tarde o temprano, comprenderán la gravedad de tener un movimiento a los pies de la derecha.
Aunque seguimos en ese tránsito democrático, los gobernantes actuales, el presidente Abinader y el PRM, son los continuadores de una derecha que desde el siglo XX utilizan y apropian los recursos del Estado para crear e incrementar sus riquezas y capitales. Esa voracidad neoliberal “lo quiere todo”, despojando al Estado de los bienes y servicios en un mercado desregulado y privilegiado. Esa corrupción empresarial es la misma que ha disfrutado de los desmanes en los gobiernos del PLD, Leonel y Danilo.
Al abandonar el profesor Juan Bosch el PRD, aquella entidad política pasó a servir a los intereses de la derecha y el imperialismo. Este PRM de Luis Abinader e Hipólito Mejía prosigue por esos senderos. Todos sus gobiernos están al servicio de un conservadurismo insaciable y al capital nacional e internacional. Una solo muestra que revela sus verdaderas intenciones: con el fin de lograr el éxito en las elecciones pasadas, tuvieron que emplearse a fondo en el uso y abuso de los recursos públicos. ¿CuáL es la calidad ética y moral para llamar al consenso en la cacareada reforma fiscal y la incógnita modificación de la Constitución de la República?
La cuestión está planteada. Los pueblos de América Latina y el Caribe han reconocido y depositado el voto, con el sistema electoral discriminatorio y parcializado, a favor de los revolucionarios y progresistas. En el caso nuestro, los resultados electorales favorecieron a la derecha privatizadora “de lo publico” y dilapidadora del erario. La izquierda y el progresismo salieron muy mal parada. Su participación, lamentable. Un triste espectáculo que obliga a una reflexión sincera que pueda reencauzar la participación en la etapa democrática. Empezando, por ejemplo, con dejar sus andanzas con la derecha.
El escenario electoral debe ser aprovechado por los del patio para avanzar hacia el poder. Enfocarse en la construcción de un instrumento unitario que pueda garantizar una participación independiente y con identidad propia, no para conseguir cargos públicos y otras pendejadas. Estudiar con sentido crítico y autocrítico las enseñanzas y experiencia del inolvidable profesor Juan Bosch: verdadero artífice de la revolución democrática y antiimperialista.