He visto y escuchado con atención el debate generado en diferentes medios de comunicación tradicional, así como en redes sociales, respecto de la reducción transitoria experimentada en las Cuentas de Capitalización Individual (CCI) de los afiliados al sistema gerenciado por las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) de acuerdo con la Ley 87-01 de Seguridad Social.
Es difícil entender la razón, desde el punto de vista técnico, de las críticas sobre el tema ya que parte importante de las mismas son erradas. Estas, parecen estar más sustentadas en la pasión, altisonancia, descalificación y acusaciones infundadas que en el análisis financiero propio de una coyuntura, como la actual, con una economía que ha logrado retomar el crecimiento económico luego de la crisis pandémica.
De acuerdo con el mandato de la Ley, las AFP deben invertir los recursos de los fondos que administran-propiedad de los trabajadores que aportan al sistema en instrumentos financieros autorizados por la Superintendencia de Pensiones (SIPEN) con el objetivo de obtener rentabilidades reales que incrementen las CCI de sus afiliados.
Estas rentabilidades deben ser sostenidas en el tiempo para permitir que los fondos de los trabajadores acumulen la mayor cantidad de recursos posible durante su vida laboral activa. En tal sentido, lo relevante a la hora de evaluar la efectividad de un sistema de pensiones no debe ser la rentabilidad de un mes determinado, sino la rentabilidad real promedio de mediano y largo plazo.
La discusión sobre el sistema de pensiones es relevante para cualquier sociedad. No obstante, las propuestas de cambio deben ir más allá de las consignas e incorporar mayor rigurosidad
La inversión de los fondos de pensiones se realiza en instrumentos autorizados por la Comisión Clasificadora de Riesgo y Límites de Inversión (CCRyLI). Las AFP pueden elegir dónde invertir dentro de una cantidad limitada de títulos previamente autorizada y con porcentajes máximos por cada instrumento. Para fines contables y de registros en sus estados financieros, las inversiones se valoran a precios de mercado. Es decir, el valor efectivo a que se podrían vender los instrumentos en el mercado financiero y/o de valores.
El portafolio de inversiones de las AFP está compuesto por distintos tipos de instrumentos financieros tales como: a) bonos emitidos por el Ministerio de Hacienda (53.2%); títulos del Banco Central (26.3%); certificados financieros (7.9%); cuotas de fondos de inversión (7.4%); y bonos de empresas (3.3%), entre otros. Los títulos que forman parte de su cartera de inversión se adquieren de forma indirecta en el mercado secundario a través de los intermediarios financieros y de valores. En consecuencia, los títulos emitidos por el Banco Central no se venden directamente a las AFP.
Con relación al tipo de moneda del portafolio, la regulación vigente permite que se puedan realizar inversiones en títulos denominados en dólares hasta un tope del 30% de la cartera. Hasta el momento, en títulos en dólares se ha invertido solo el 25.6% del portafolio total.
Es necesario recordar que, independientemente del tipo de instrumento, las tasas de interés en el mercado financiero no permanecen fijas. Estas, tienden a moverse alrededor de un valor medio o de equilibrio de acuerdo con las condiciones de liquidez que impactan la oferta y la demanda del mercado, así como a la actividad productiva a través de las decisiones de consumo e inversión de los agentes económicos.
El valor de los activos financieros se ve afectado por movimientos de las tasas de interés en el mercado. Cuando las tasas bajan, el valor promedio de los títulos del portafolio aumenta; mientras que, cuando estas suben, su valor disminuye. Esto también ocurre con la parte que está invertida en dólares que se ve afectada por la relación peso/dólar o tasa de cambio. Si la tasa de cambio sube, el valor en pesos de las inversiones en dólares aumenta y viceversa.
Recientemente, la apreciación del peso frente al dólar hizo que el valor en pesos de las inversiones en dólares disminuyera de forma transitoria.
Como se puede evidenciar, la operatividad en la gestión de los fondos de pensiones tiene ciertas complejidades que deben ser entendidas antes de entrar en el análisis sobre los resultados. En este punto, es donde ha existido una mayor deficiencia por parte de los actores del sistema.
Lamentablemente, un alto porcentaje de los cotizantes del sistema dominicano de pensiones no entiende su funcionamiento. Por tal razón, les cuesta comprender lo sucedido en sus cuentas de capitalización individual-debido a la coyuntura económica -y podrían prestar atención a algunas interpretaciones erradas con diversos grados de irracionalidad e irresponsabilidad.
Por más de una década, los fondos de pensiones han experimentado tasas relativamente altas de rentabilidad real cuando se compara con el promedio de resultados regionales. Incluso, en los últimos dos años, la rentabilidad nominal de los fondos de capitalización individual fue de 10.28% en 2020; y 12.15% en 2021.
Al inicio de la pandemia, el Banco Central dispuso una serie de medidas de expansión monetaria para proveer una mayor liquidez a través del sistema financiero mediante la reducción de las tasas de interés- llevándolas a niveles históricamente bajos-para apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas evitando el colapso del consumo, así como del tejido productivo nacional.
Junto con la impresionante recuperación económica del año pasado, se inició en el último trimestre un período de normalización de los agregados monetarios y el retorno de las tasas de interés a su nivel de equilibrio de mediano plazo con el objetivo de preservar la estabilidad de precios en armonía con las demás variables macroeconómicas.
En tal sentido, me parece incorrecto señalar que la disminución transitoria de la valoración de las inversiones en dólares de los fondos de pensiones haya sido provocada por la autoridad monetaria. Este resultado responde a un mayor influjo de divisas por el incremento en las remesas, las exportaciones, el turismo y la inversión extranjera directa, entre otros. Actualmente, las reservas internaciones netas son las más altas de la historia.
De igual manera, me parece irracional atribuir dicho resultado a irregularidades, sustracción de recursos u otras acusaciones infundadas como han expresado algunas personas a través de los medios de comunicación, debido a que el sistema previsional funciona bajo la estricta regulación y supervisión en materia de custodia de las inversiones.
Lo relevante a la hora de evaluar la rentabilidad del sistema de pensiones es la tasa de interés real promedio de mediano y largo plazo. Además, las ganancias o pérdidas efectivas en el ahorro previsional se expresan en variaciones de la tasa de reemplazo. Mientras las AFP mantengan y adquieran nuevos títulos en sus portafolios, las variaciones contables por valoración serán de naturaleza transitoria y se recuperarán en el corto y mediano plazo tendiendo a su valor promedio.
Las políticas monetaria y fiscal están llamadas a seguir jugando sus roles, tomando medidas respecto de las variables en las que tienen incidencia, para mantener el crecimiento, la generación de empleos y la estabilidad de precios. Estas medidas permitirán que los títulos del portafolio de las AFP puedan seguir teniendo rentabilidades reales en el mediano y largo plazo para que las CCI acumulen mayores recursos en el tiempo.
La discusión sobre el sistema de pensiones es relevante para cualquier sociedad. No obstante, las propuestas de cambio deben ir más allá de las consignas e incorporar mayor rigurosidad en términos actuariales respecto de cómo mejorar la tasa de reemplazo del sistema previsional. Hay temas propios y ajenos al sistema previsional dominicano que deben ser mejorados para lograr este objetivo. Cabe recordar que el mercado laboral es la puerta de entrada al sistema y en la actualidad, sólo los trabajadores del sector formal pueden cotizar.
El sistema dominicano de pensiones ha permitido incrementar el ahorro nacional, así como el apoyo a importantes proyectos de inversión en infraestructura pública y privada mediante una profundización del mercado de valores que ha sustentado el crecimiento económico y la preservación de la estabilidad macroeconómica, condiciones necesarias para que los trabajadores puedan obtener mejores pensiones.
Un resultado transitorio no es suficiente para evaluar la rentabilidad del sistema dominicano de pensiones.