Es fundamental comenzar explicando qué es la inflación y como afecta a la economía en general y a los ciudadanos que la perciben. La inflación es un fenómeno que afecta la estabilidad financiera y el bienestar general de la sociedad. En términos generales, la inflación es el fenómeno que ocurre cuando los precios de los bienes y servicios en una economía incrementan de manera rápida durante un cierto período de tiempo. En otras palabras, el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes en una economía, durante un tiempo determinado.
De igual manera, el valor del dinero es la cantidad de bienes y servicios que podemos comprar con él. Un incremento en el precio de las cosas causa una disminución en el valor del dinero, ya que se necesita más cantidad para comprar lo mismo. La inflación incrementa los precios y disminuye el valor del dinero junto con el poder adquisitivo de las personas que lo poseen. Esto se conoce como la “erosión de poder adquisitivo”, pues el dinero tiende a disminuir en su valor con el tiempo.
En relación con esto, la inflación, paralelamente, se considera como un impuesto al consumo de los ciudadanos. Ocasiona que todo sea más caro y, por ende, todos seamos más pobres, al disminuir nuestro poder adquisitivo. Es una “imposición”, según algunos economistas, ya que cuando el Gobierno imprime dinero, para incrementar o recaudar más fondos, el valor del dinero disminuye. Esta “imposición”, por parte del Poder Ejecutivo, que es ajena a la voluntad ciudadana, se reflejaría como un método deshonroso para recaudar dinero a coste del pueblo y sus finanzas.
Este aumento en el precio de los recursos es visible en varios ejemplos concretos de la vida cotidiana. Por ejemplo, si una manzana vale $1 peso y la inflación lo incrementa a $3, la misma manzana cuesta tres veces más que antes, y si los salarios no se ajustan a la inflación, eres tres veces más pobre, en salario real. En este caso la inflación sobre este producto seria de un 300%, ya que su precio se ha triplicado.
Otro buen ejemplo (con números reales) para entender este fenómeno sería comparar el valor del peso dominicano a través de los años: 1000 pesos en 1960 y 1000 pesos en 2024 son los mismos, 1000 pesos. La diferencia viene cuando comparamos lo que podemos comprar con esos 1000 pesos en 2024 y qué se podía comprar en 1960. La diferencia es abismal. Un producto que en 1960 costaba 1000 pesos, en 2024, costaría la abrumadora cifra de alrededor de 345,000 pesos. Es decir, mil pesos de hace 64 años equivaldrían a lo que hoy te puede costar el inicial de un vehículo; sin embargo, con mil pesos en 2024, se te haría difícil conseguir un T-Shirt nuevo en cualquier tienda. Esto es debido a que la inflación acumulada durante estos años ha sido de 34,174% (cifra calculada desde 1960 hasta 2023).
Según datos extraídos de Statista, los picos más altos de inflación en nuestra historia han sido la crisis que sufrimos en 1990, durante el gobierno de Joaquín Balaguer, donde la tasa de inflación alcanzó el 50.46% y, en 2002 – 2004, durante el gobierno de Hipólito Mejía, donde la tasa de inflación pasó de un 5% en 2002 a un 51% a finales del gobierno debido, a la crisis bancaria, siendo esta la peor crisis financiera de la historia democrática de nuestra nación.
No obstante, es importante reconocer, que la inflación, como tal, no es necesariamente mala. Es imperativo que los precios suban, ya que esto indica que la economía está creciendo, no decreciendo, como lo sería la deflación, y que inclusive con la deflación, en algunos casos (como el de la Argentina en la actualidad) es necesaria y beneficiosa. Es por esto que se diferencia la inflación.
Una baja inflación seria entre el 0% y el 2%. En estos casos los precios de los bienes y servicios aumentan de una manera moderada y gradual y permiten que el poder adquisitivo de la moneda se mantenga estable. Este nivel porcentual es ideal para países ya desarrollados, como los Estados Unidos o Inglaterra.
Por otro lado, la inflación moderada o positiva oscila entre el 2% y el 5%. Estos niveles son saludables para cualquier economía, puesto que los precios aumentan en una tendencia constante y manejable. Una inflación dentro de estos estándares es considerada como crecimiento económico y es ideal para países en vías de desarrollo como nuestro país.
En consecuencia, toda inflación por encima del 5%, es considerada alta y cuando es significativamente alta genera la desconfianza de los consumidores e incertidumbre a nivel general, debido a la desproporcional subida de precios.
Por otra parte, la inflación es ocasionada por diversos factores. Principalmente, en países con monedas que no sirvan como reserva internacional (dólar, yen, euro, libra esterlina). La impresión de billetes por parte de los respectivos gobiernos es causa principal de una inflación desproporcionada, ya que afecta directamente el suministro de dinero. Además, cuando la cantidad de bienes y servicios demandados en la economía supera la capacidad de producción disponible, es lo que, en economía, se llama un aumento en la demanda agregada.
Por otro lado, los aumentos en los costos de producción pueden llevar a un aumento lógico en los precios de los bienes y servicios, aunque cabe resaltar que situaciones tales necesitarían de una serie de eventos catastróficos que faciliten la existencia de tal coyuntura. En ese sentido, algún accidente que disminuya la reserva o producción de algún producto o recurso básico y primordial para la elaboración de otros productos o recursos como lo es la harina y/o el petróleo, ocasionaría un aumento igual o superior en los demás productos. Un ejemplo concreto que hemos podido notar en los últimos años, debido a la guerra en Ucrania, y los conflictos políticos de Rusia con Occidente, han disminuido el comercio internacional, haciendo escasear muchos productos básicos.
Los bancos centrales pueden utilizar políticas monetarias para reducir la inflación. A modo de ejemplo: aumentar las tasas de interés para reducir el gasto. Las políticas fiscales, asimismo, pueden ser utilizadas para combatir la inflación. Esto puede implicar reducir el gasto público o aumentar los impuestos para reducir la demanda agregada y de esta manera controlar la inflación. Sin embargo, estas dos herramientas podrían ocasionar desaceleración del crecimiento económico y reprimir económicamente a las clases más vulnerables. Para proteger a estas clases, se debe ajustar los salarios al nivel de inflación, aunque esto, en muchas ocasiones, puede también ser contraproducente al infringir una presión desproporcionada sobre los empleadores.
Una solución que como ciudadanos podemos encontrar para proteger nuestras finanzas de una inflación desproporcionada es evitar guardar gran parte de nuestros ahorros o dinero en, precisamente, dinero. El dinero, debido a su falta de valor intrínseco, depende únicamente de la confianza que le depositamos. En momentos en los que una moneda carece de confianza por parte de los consumidores, de poco valdría guardar nuestros ahorros en dinero. Por eso, es de suma importancia para proteger tus ahorros y evitar sufrir las consecuencias de la inflación, guardar y dividir nuestros ahorros en varias partes, siendo las más recomendadas: inversiones indexadas a la inflación, metales preciosos como el oro, acciones en fondos de inversión, bienes raíces, y monedas que sirvan como reserva a nivel internacional como lo es el dólar.
Siempre debemos priorizar la parte humana y aún más, en una sociedad profundamente afectada por la ya grave desigualdad económica y social. Una persona o familia, que se sustente con lo justo y logre sobrevivir a duras penas cada mes, es muy frágil ante cualquier aumento en precios de productos sensibles e inelásticos como los productos de la canasta básica.
Una población más educada en materia económica es una población capaz de defenderse de los vaivenes y cambios abruptos que sufren economías como la nuestra. Aprender la importancia de la inversión a corto y largo plazo, evitar métodos de ahorro basados en tasas de interés durante tiempos de incertidumbre y alta inflación, y la compra de activos que guardan valor debido a su valor intrínseco, son algunas de las formas más sencillas con las cuales el ciudadano común puede evitar sufrir las consecuencias de una inflación desproporcionada. Hemos de reconocer la gran labor que han llevado a cabo los agentes económicos de nuestro país en estos últimos años de incertidumbre, los cuales han logrado un hito en mantener la inflación en porcentajes loables durante tiempos de tempestad y crisis.
El futuro es incierto pues, como decía Séneca, solo del pasado se tiene certeza. ¡Aprovechemos el tiempo!, que es la divisa más importante y demandada del mundo.