Recientemente, una investigación realizada por Acción Empresarial por la Educación –EDUCA-, (2021) evidencia que en la República Dominicana cerca de 20 mil niños, niñas y adolescentes del sistema, abandonaron el salón de clases a raíz de la pandemia por Covid-19. Pero, al margen a lo que infiere las variables sobre la deserción escolar, el problema en sí mismo es que la deserción no es causativo, sino endémico.
Y, así lo demuestran los hechos. Por ejemplo, en 50 años el éxodo escolar ha sido descomunal; aunque , prácticamente, son las mismas razones que se repiten expulsando intencionalmente a los que menos pueden del sistema público, por ejemplo: niveles bajos de ingresos familiares; desigualdad de género; identidad étnica y racial; edad, enfermedad y discapacidad.
En tal sentido, la Oficina Nacional de Estadística, ONE revela que el 58.7% de los alumnos que abandonaron el programa escolar en el año 2013, fundamentalmente, lo hicieron porque no tenían el dinero que les proporcionaría las formas, los medios, las condiciones y las vías de cómo llegar y permanecer en la escuela hasta verse concluido el ciclo escolar.
Dicho con otras palabras, la causa de la deserción son: “necesidad de trabajo remunerado; las mujeres especialmente están conminada a realizar las tareas de la casa; edad fuera del rango escolar; mujeres que se casan o se embarazan a edad temprana; por enfermedad, accidente o discapacidad; y, también porque en el sector donde residen no dispone de escuela o, en su defecto, le queda muy lejos”.
Por lo tanto, lo que entiendo, es que de seguir trabajando la variable en la forma y no en el fondo el problema se convertiría en un sinfín inalcanzable. Porque según el principio de la aceleración, indica lo siguiente: sí, el Ministerio de Educación hace la inversión sólo de forma en educación y no de fondo, el mundo exterior cambia la función de la tasa de su variación. Es decir, lo exterior deja atrás a su rival. Y la presión por demanda de nuevas necesidades, aumentan.
Por eso, frente a una problemática cíclica como la que naufraga por años el sistema de educación nacional, Michael Simonson tiene la forma más apropiada para detener el flagelo de la deserción. Siendo así, apalancamiento es la clave en educación a distancia; porque ella misma se ancla sobre una organización transformadora del siglo 21. Dicho con las palabras de Simonson, “la implementación de un sistema robusto de educación a distancia es capaz de derribar esas barreras” (2006).
Por supuesto, tal y como lo señaló también el centro de investigación Panorama Estadístico (2020) de que es propicio “continuar la consagración de la inversión según el acuerdo del 4% del PIB orientado en tecnologías, equipos e infraestructura hacia la educación. Y en ese sentido, acompañar mediante la creación y aplicación de un novedoso plan transformador de alianza, entre: padres, profesores y alumnos a los fines de disuadir cualquier vestigio de pensamiento que, mínimamente, insinúe el abandono del programa escolar”.