En enero del 2021 el Poder Ejecutivo promulgó la ley 1-21 que “elimina el matrimonio infantil en el territorio dominicano” . En su artículo 1ero señala “tiene por objeto prohibir que las personas menores de 18 años contraigan matrimonio mediante la modificación y derogación de varias disposiciones del Código Civil de la ley No. 659 de julio del 1994 sobre actos del Estado Civil”.
La prohibición del matrimonio infantil y uniones tempranas es el resultado de un movimiento generado desde las instituciones, ONGs y organizaciones que trabajan a favor de la infancia y la adolescencia en el país tanto desde el sector público como desde la sociedad civil y el sector privado.
A pesar de la prohibición, las uniones tempranas no han desaparecido. Su arraigo cultural está sostenido en la cultura patriarcal que favorece el abuso sexual y el matrimonio forzoso de niñas y adolescentes en el país.
Una de las prácticas que muestra el peso y la legitimación cultural de las uniones tempranas es el “besamanos”. Estudios realizados en algunas comunidades rurales (Vargas/PLAN RD 2022) (ODH/PNUD 2010) así lo muestran con un recorrido histórico significativo y presencia actual en la cotidianidad de niñas y adolescentes.
El besamanos es una práctica histórica en la que se oficializa independientemente de la edad de la niña o adolescente su unión consensual con un hombre (puede ser adolescente o adulto) con quien ella se “fue”. Se supone que el hombre o joven debe al otro día informarle a la familia que “se la llevó” acompañado de un símbolo que indique su el estatus previo de su virginidad. En caso de no ser virgen puede “devolverla”. Si era virgen y el hombre la acepta, se organiza la fiesta de celebración de la unión 9 días después de notificarlo. En esa fiesta participan ambas familias y se invita a la comunidad.
El besamanos si usted se llevó una muchacha y a los 9 días la llevan a casa de su papá y su mamá, le hacen un fiestón, le guardan comida, bebida, una fiesta. Eso se hace muy bonito.
El besamanos tiene aceptación tanto en la población adulta como adolescente. Para las adolescentes funciona como mecanismo de protección de la violencia de género.
Yo creo que está bien. Porque si se van así sin hacer besamanos el hombre la puede maltratar y la mai no se da cuenta porque no se hizo el besamanos
Les ofrece un estatus social distinto, están “casadas” o “unidas” frente a sus pares. Esta relación entre estatus social y besamanos proviene del imaginario cultural patriarcal que coloca a las mujeres (niñas, adolescentes) como objeto sexual, posesión y/o pertenencia de los hombres.
Se le niega a las adolescentes y jóvenes sus derechos sexuales y reproductivos, solo pueden “tener sexo” si se “casan o se juntan” preferiblemente con un acto social público que le otorga aceptación e inclusión social evitando así ser excluidas y estigmatizadas como “menores calientes” “cueros” “putas”
Las adolescentes que residen en lugares donde no existe el besamanos sufren discriminación y exclusión social en sus comunidades, centros educativos y se les niega el acceso a sus pares o amigas porque pueden “contagiarlas”.
La problematización de las uniones tempranas (al igual que el embarazo adolescente) expone a las adolescentes al aislamiento y exclusión social, la culpabilización y sanción social recae sobre las adolescentes no así en los hombres.
Las uniones tempranas continúan. Las niñas y adolescentes siguen siendo víctimas de abuso sexual y “matrimonios forzosos”, arreglados por las familias con hombres adultos para obtener beneficios. Con la prohibición se sienten más desprotegidas y aisladas porque son estigmatizadas como “practicantes de lo indebido”.
Enfrentar tanto el besamanos como las uniones tempranas desde sus raíces abusivas y negadoras de derechos en la niñez y adolescencia es una tarea compleja que supone darle voz y empoderar a las niñas y adolescentes en su ruptura.
Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY