El mundo del deporte es exigente y efímero para los competidores, que pueden convertirse en entrenadores después, pero la destreza y la fuerza física solo se mantienen durante unos treinta años.  Esa es una de las razones por las que las olimpíadas son unas competencias tan importantes.  Nos permiten ver lo mejor que podemos hacer si tenemos talento, energía, entrenamiento y recursos.

Más allá de los logros físicos, todos conocemos los logros emocionales de compenetración, orgullo y hermandad, sobre todo aquí en República Dominicana donde el récord establecido por Marileidy Paulino nos llenó de algarabía, júbilo y satisfacción.

Los Juegos Paralímpicos no suelen estar asociados a logros tan impresionantes, pero son la demostración de entusiasmo y competencia cuando se vive con limitaciones físicas. Iniciados formalmente bajo ese nombre en Roma hace sesenta y cuatro años, han ido creciendo en participación y popularidad al punto que hoy día reúnen diez veces más atletas que en su primera edición y que la audiencia para su ceremonia de inauguración, celebrada el miércoles 28 de agosto pasado, fue considerable, es decir, prácticamente la mitad de la controvertida ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos.

En el mismo tenor de inclusión, existen las Olimpíadas Especiales, iniciadas hace cincuenta y seis años, para dar acogida a la discapacidad intelectual por Eunice Kennedy Shriver, hermana de John F. Kennedy y de Rosemary Kennedy, quien, aunque tenía limitaciones de esta naturaleza, era una entusiasta deportista.   El objetivo de estas dos últimas versiones, además de motivar la excelencia sin importar el nivel y el área de discapacidad, es acostumbrarnos a saber que lo mejor de alguien puede ser inferior a lo óptimo y sin embargo ser motivo de orgullo.  También, visualizar y darle cabida a la discapacidad dentro de la cotidianidad.

Hermosamente, algunos atletas de alto nivel les dan acogida y apoyo a competidores en las últimas dos categorías. Es el caso de Scott Moir y Tessa Virtue, ganadores de medallas olímpicas en patinaje artística y quienes, en su tour de despedida incluyeron las demostraciones de atletas de las olimpíadas especiales.  Es el caso asimismo de los jugadores olímpicos de la Universidad de Washington que participaron en los Juegos de julio a agosto 2024 y que están apoyando a las olimpíadas especiales o de Yannick Noah, ex jugador de tenis de algo nivel y ahora coach de la representación francesa masculina en los Juegos Paralímpicos

Pero quizás el ejemplo más aleccionador sobre el factor unificador del deporte es la pareja de esposos norteamericanos donde ella, Tara Davis, es completamente hábil y ganó medallas en el salto, mientras que a él, Hunter Woodhall, le fueron amputadas las piernas a los once años y ha participado en varias ediciones de los Paralímpicos como corredor. Las fotos y videos mostrando cómo se apoyan mutuamente son realmente emotivas.  Igual podemos hacer lo mismo sin esperar preseas al final.