El motivo de estas entregas sobre la microcuenca de Arroyo Blanco o Cola de Pato y el bosque ribereño o de galería, como hemos dicho, es poner el tema sobre el tapete y hacer un llamado de atención para que los estudiosos, con el apoyo de instituciones académicas y el Ministerio de Medio Ambiente, presten atención para su caracterización y valoración; sobre todo involucrando a los sectores privados que están invirtiendo cuantiosos recursos en empresas micro, pequeñas y medianas (También algunas grandes) en actividades extractivas y de servicios en las galerías de nuestros ríos sin ningún criterio de manejo y remediación para la conservación.
Otra importancia que tiene el bosque ribereño o de galería en la microcuenca de Arroyo Blanco, y de todas las microcuencas del país, es servir de hábitat de la avifauna propia de la zona; ya que, a pesar de no encontrarse dentro de una de las 21 Áreas Importantes para la Conservación de las Aves (IBA) del país, en Cola de Pato y su entorno podemos encontrar 17 de las 41 especies que el Grupo Jaragua considera clave de dichas áreas, aunque las más cercanas se encuentra entre los 40 a 60 kilómetros, como son Loma Quita Espuela y Guaconejo.
El área de Arroyo Blanco o Cola de Pato fue elegida por el Grupo Acción Ecológica para contar las especies de aves en un proyecto agrosilvopastoril de 33.8 hectáreas llamado “Rancho Centinela”, ya que un miembro de la familia del propietario de la parcela objetos de las visitas, estando una noche junto a los ornitólogos manifestó que el objetivo que se persigue con dicha finca “es servir de centinela”, haciendo referencia al cuidado que se ha tenido con ella para la sostenibilidad ambiental de la microcuenca.
Rancho Centinela es un modelo productivo que incluye de manera conjunta el sistema de cultivo, pastoril con algunos árboles aislados, además de linderos; silvopastoril con combinaciones de árboles de las especies de Teca (Tectona grandis), Caoba hondureña (Swietenia macrophylla), africana (Khaya senegalensis), Piñón cubano (Gliricidia sepium), Cedro (Cedrela odorata), Guarana (Cupania americana), Ciguas prieta (Ocotea leucoxylon), y Blanca (Ocotea coriacea), y hierbas mejorada para el pastoreo; agroforestales, en este caso combinaciones de diferentes especies forestales como las antes mencionadas, además de la Palma real (Roystonea hispaniolana), Roble (Catalpa longissima), Caoba criolla (Swietenia mahagoni); y frutales, tales como el zapote (Manilkara zapota), cacao (Theobroma cacao), aguacate (Persea americana), Jagua (Genipa americana), Macadamia (Macadamia integrifolia) y musáceas, tales como guineo (Musa paradiciaca) y Rulo (Musa curniculata), entre otras.
Los ecosistemas ribereños, de farallones y pequeñas galerías que se encuentran dentro del perímetro de la parcela, están llenos de bromelias y otras especies. “Muchas maticas están pegadas en las paredes del río, con flores bonitas que nosotros no conocemos”, tal como expresa Armando, informante local clave en nuestras visitas a la zona.
A simple vista, en lo ribereño, podemos reconocer la Manacla (Prestoea montana), Palo de leche (Tabernaeamontana citrifolia), Cabra (Schaefferia frutescens), Cigua blanca (Ocotea coriacea), Mara o Baría (Calophyllum calaba), Cola (Mora abbottii), Copey Cupey (Clusia rosea), Higo (Ficus trigonata), Ramón (Trophis racemosa), Palma real (Roystonea hispaniolana), entre más de 37 especies identificadas con la ayuda del informante local, que merecen la atención de especialistas, porque este ecosistema, que cuenta con un aproximado 41.% del total de la parcela visitable, es característico de la microcuenca, como se puede observar en la cartografía preliminar de esta y de otras entregas.
Como hemos señalado, el bosque ribereño forma estructuras vegetales con su propia regeneración natural que con las actividades de agroforestería, silvopastoril y pastoril sirve para conocer la conectividad o productividad de los ecosistemas en cuanto a su flora y fauna.
Las visitas para el inventario de las especies de aves reportadas por el GAE, se realizaron siguiendo el gradiente del bosque ribereño natural de 221.8 tareas que ocupa un 41.2%, donde se incluye el dominio público; el agroforestal 209.8 tareas, (39 %); el silvopastoril 28.7 tareas (5.3%) y pastoril 77.7 tareas para un 14.4% del total de las 538 tareas aproximadas, que constituyen la finca Rancho Centinela.
Para la búsqueda de aves se siguieron los senderos utilizados por visitantes y para el manejo de la parcela, desde el río hasta la carretera al interior de la finca que empalma la vía principal del paraje La Vereda, estableciéndose un continuum de ecosistemas que merece estudios para evaluar el nivel de conectividad biológica en la finca.
El Grupo de Acción Ecológica (GAE) ha estado haciendo conteos de especies de aves en otras partes de la Cordillera Septentrional, donde se ha hecho reforestación, para ver cuantas especies de aves existen en las áreas intervenidas con el interés de que sirvan de línea base de especies para propuestas de monitoreos en los espacios reforestados.
¿Por qué ese interés de conocer las aves en terrenos ribereños, de galería y reforestados contiguos? Es verdad que se han plantado millones de árboles de especies endémicas, nativas, naturalizadas e introducidas en miles de microcuencas en la historia de la reforestación, que han beneficiado a miles de propietarios y ocupantes de terrenos que hicieron cambio del uso de su tierra ganadera o de “conuquismo” por árboles para fines de aprovechamientos en un futuro, cosa obvia, ya que se ve tan solo haciendo presencia en los sitios o por imágenes satelitales y esto ha beneficiado grandemente a los bosques ribereños que, de lo contrario, estuvieran reducidos o desaparecidos, como ha sucedido en muchas partes del mundo y en muchas zonas dominicanas, también.
Además, no se sabe qué hay biológicamente dentro de esa sábana verde que forman arbustos y árboles plantados, lo que nos motiva preguntar ¿cuáles son las especies de flora y aves qué existen dentro de esos montes?
Solo podemos decir que no es lo mismo una finca con suelo erosionado y compactado, con 50, 70 y hasta 100 años de uso ganadero intensivo y extensivo o con “cultivos” agrícolas, a un monte que tiene por cada 100 metros cuadrados 10 0 20 especies vegetales, adónde se supone van las aves a posarse, alimentarse, anidarse o a dormir.
¿Se ha construido un “desierto verde” con las plantaciones de árboles mediante el Plan Nacional de Reforestación como han dicho algunos especialistas? ¿Estamos beneficiando a la biodiversidad dominicana o perjudicándola?
Son preguntas para incentivar respuestas de censos y monitoreos, estudios e investigaciones de parte de los especialistas sobre la flora y fauna y no dejarlas a la especulación.
En la próxima entrega nos referiremos a las aves avistadas por el Grupo de Acción Ecológica (GAE) en la microcuenca de Arroyo Blanco o Cola de Pato.