Las personas mayores, a menudo denominadas como aquellas en su "tercera edad", desempeñan un papel fundamental en los aspectos sociales, sanitarios y económicos de las sociedades. Su impacto varía significativamente entre las naciones desarrolladas y en desarrollo debido a diferencias en la demografía, los sistemas de salud y las actitudes culturales hacia el envejecimiento.
En los países desarrollados, donde las poblaciones envejecidas están creciendo debido al aumento de la esperanza de vida y la disminución de las tasas de natalidad, las personas mayores contribuyen significativamente a la dinámica social. A menudo participan en actividades de voluntariado, cuidan a sus nietos y actúan como mentores de las generaciones jóvenes. Sin embargo, estas poblaciones también plantean desafíos a los sistemas sociales, incluyendo la necesidad de infraestructura adecuada para la edad y políticas que promuevan la inclusión y la dignidad.
En los países en desarrollo, el rápido ritmo de urbanización y la migración de las generaciones jóvenes hacia las ciudades han dejado a muchas personas mayores en las zonas rurales. Esta separación geográfica de sus familias puede llevar al aislamiento social, aunque las normas tradicionales a menudo enfatizan el respeto y el cuidado de los mayores dentro de los hogares multigeneracionales.
En el ámbito sanitario, los sistemas de salud enfrentan una mayor demanda debido a la prevalencia de enfermedades relacionadas con la edad, como las cardiovasculares, la demencia y la artritis. En los países desarrollados, los sistemas de salud están generalmente mejor equipados para manejar estos desafíos, aunque los costos siguen aumentando. La atención preventiva y las innovaciones en el cuidado de los mayores, como la telemedicina y los servicios de atención domiciliaria, se han convertido en prioridades. Por otro lado, en las naciones en desarrollo, la infraestructura sanitaria a menudo lucha por satisfacer las necesidades de la población envejecida. El acceso limitado a servicios médicos y las restricciones financieras pueden dejar a muchas personas mayores sin la atención adecuada, aunque las iniciativas comunitarias y la medicina tradicional suelen llenar estos vacíos.
En el ámbito económico, las personas mayores contribuyen tanto directa como indirectamente. En las economías desarrolladas, muchos jubilados participan en la "economía plateada", gastando en viajes, ocio y servicios de salud. Sin embargo, los sistemas de pensiones están bajo tensión, lo que ha llevado a reformas en la edad de jubilación y los esquemas de pensiones. En los países en desarrollo, las personas mayores frecuentemente permanecen activas en sectores informales, contribuyendo a los ingresos del hogar a través del trabajo agrícola, la artesanía o el comercio. No obstante, la falta de sistemas de pensiones robustos y la falta de planificación por su retiro deja a muchos vulnerables a la pobreza.
En la República Dominicana, las personas mayores a menudo viven con familias extendidas. Los hogares multigeneracionales son comunes, con miembros mayores desempeñando roles clave en el cuidado de los niños, la gestión del hogar y el mantenimiento de las tradiciones culturales. Este arreglo proviene de la interdependencia económica y los valores culturales profundamente arraigados de respeto y cuidado hacia los mayores.
Sin embargo, la urbanización y la emigración han comenzado a interrumpir estos patrones. A medida que los jóvenes dominicanos migran en busca de mejores oportunidades, muchos mayores se encuentran solos o confiando en redes comunitarias para el apoyo. Las instalaciones públicas y privadas de cuidado de mayores siguen siendo limitadas en número y acceso.
Las personas mayores en la República Dominicana son custodios de tradiciones culturales y religiosas, actuando como pilares de las comunidades. A menudo organizan o participan en eventos religiosos y comunitarios, fomentando la cohesión social. Su influencia se extiende a la toma de decisiones familiares, particularmente en asuntos relacionados con propiedades, educación y matrimonio.
El sistema de salud dominicano enfrenta desafíos para proporcionar atención especializada a los mayores, como servicios geriátricos. Muchas personas mayores dependen de sus familias para el apoyo financiero y médico, ya que los sistemas públicos de pensiones ofrecen una cobertura limitada. Sin embargo, iniciativas como centros comunitarios y programas locales destinados a promover un envejecimiento activo están surgiendo como soluciones prometedoras.
Los Países Bajos ejemplifican un enfoque progresista para abordar las necesidades de una población envejecida. Con un sistema de salud robusto, esquemas de pensiones bien estructurados y soluciones innovadoras de vivienda, los mayores en los Países Bajos disfrutan de una alta calidad de vida. La diferencia cultural es muy grande: según el último estudio de Centraal Beheer, 95% de los mayores no quiere ir a vivir con familiares, pero quedarse vivir (semi)independiente.
Una tendencia importante es la prioridad en la infraestructura amigable para las personas mayores, que garantiza la movilidad y la independencia. Además, las viviendas adaptadas para mayores, como proyectos de co-vivienda y residencias asistidas, apoyan el envejecimiento en el hogar mientras fomentan la participación comunitaria. También son destacables los programas de envejecimiento activo que promueven el aprendizaje continuo, la actividad física y la interacción social, manteniendo a los mayores comprometidos y saludables.
El modelo de atención comunitaria de los Países Bajos, que se centra en equipos pequeños y autogestionados de profesionales de la salud, proporciona atención personalizada y eficiente para los mayores. Este modelo podría inspirar iniciativas similares en la República Dominicana. Además, las políticas integradas que abordan la vivienda, la salud y la inclusión social aseguran un apoyo holístico. Las campañas de concienciación pública para combatir el edadismo y promover la solidaridad intergeneracional también fortalecen los lazos sociales.
La República Dominicana podría adoptar varias prácticas de los Países Bajos. Entre ellas, mejorar la infraestructura pública y las viviendas para apoyar la movilidad e independencia de las personas mayores, establecer centros locales para la participación, educación y atención sanitaria de los mayores, y fortalecer los servicios de salud capacitando a los profesionales en cuidado geriátrico y ampliando el acceso a servicios médicos asequibles.
En conclusión, las personas mayores son una parte vital de la sociedad, contribuyendo a la continuidad cultural, la estabilidad económica y la cohesión social. Si bien los desafíos de las poblaciones envejecidas difieren entre los países, el intercambio de mejores prácticas puede llevar a entornos más inclusivos y de apoyo para los mayores. Aprendiendo de ejemplos globales como los Países Bajos e integrando estos conocimientos con los valores culturales, la República Dominicana puede mejorar el bienestar de su población envejecida mientras preserva sus ricas tradiciones familiares y sociales.