Desde la Rerum Novarum en 1891 los obispos de Roma han escrito textos muy interesantes sobre la cuestión social, política y económica. El conjunto de esas Encíclicas son el núcleo duro de la Doctrina Social de la Iglesia. Hay textos y discursos de los Papas en diversas circunstancias que apuntalan temas determinados. Las Conferencias Episcopales también han tomado partido por ciertas posturas y obispos particulares han escrito o predicado sobre asuntos de esa índole. No hay que olvidar que muchos sacerdotes, religiosos y laicos se han identificado con doctrinas políticas. En el caso dominicano es paradigmático el rol de obispos, sacerdotes y laicos en el periodo 1962-1963, incluido el golpe de Estado.
Desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda lideres católicos han asumido la militancia pública de su sintonía con ideas sobre como organizar las sociedades. Muchos obispos españoles saludaban con el brazo en alto a Franco y predicaban la fidelidad a él. De igual manera los obispos dominicanos hicieron lo suyo con Trujillo, hasta el 1960 con la famosa Carta Pastoral del Día de la Altagracia. En América Latina conocemos sacerdotes que se hicieron guerrilleros y otros que sirvieron como confesores para obtener información para un régimen como el de Pinochet. Juan Pablo II censuró a los sacerdotes que eran funcionarios del Régimen Sandinista, pero no tuvo el menor reparo de apoyar al Sindicato Solidaridad en su natal Polonia para derrocar el régimen comunista. Pretender que la Iglesia en su totalidad tiene tal o cual postura política es ingenuo y que determinados laicos o sacerdotes pretendan eso para confirmar sus filiaciones es a lo sumo una maniobra ideológica.
Con Francisco se nota una gran apertura para las diferencias y él mismo no teme en afirmar tajantemente su visión política en varios escenarios. Basta con ver el esfuerzo de cadenas noticiosas como CNN que lo han criticado por no sumarse a la postura norteamericana en el tema de Ucrania. El tema migratorio ha provocado que los grupos de extrema derecha lo critiquen abiertamente, a veces hasta insultarlo. Con Trump nunca se sintió a gusto.
Recientemente en una entrevista tomó una posición muy clara sobre la situación latinoamericana. El periódico El País señala que: “El papa Francisco hizo una firme defensa del perfil “popular” de la Iglesia latinoamericana y su papel emancipador en una región que, consideró, “será víctima hasta que no se termine de liberar de imperialismos explotadores”. En una entrevista de alto contenido político, concedida en Santa Marta la semana pasada a la agencia argentina de noticias Télam, el pontífice evitó mencionar a esos “explotadores” porque, dijo, “son tan obvios que todo el mundo los ve”. E invitó a América Latina a pensarse “desde la periferia” para cumplir el “sueño de unidad de San Martín y Bolívar”. Es preciosa esa referencia a Simón Bolívar y San Martín, a la vez que enfatiza el rasgo popular de la Iglesia en América Latina.
Esa postura es sintónica con los aportes de las Conferencias Episcopales Latinoamericanos de Medellín, Puebla y Aparecida. En nuestras sociedades existe una explotación de las clases dominantes sobre el pueblo, pero a la vez nuestros países son presas de los intereses imperialistas de Estados Unidos en la región. Es necesario lograr un régimen más justo en cada una de nuestras sociedades latinoamericanas y a la vez liberarnos del yugo que la potencia del norte mantiene sobre nuestros Estados. Las recientes exclusiones en el encuentro de Los Ángeles por parte del anfitrión fue una muestra descarada de esa visión del imperialismo norteamericano que ven a nuestro países como vulgares colonias de su propiedad.
El papa llama a los jóvenes a involucrarse en la política para cambiar la sociedad. Ya les había pedido años antes que les tocaba “hacer líos”. El mismo periódico señala que: “Habló de la guerra en Ucrania, la necesidad de acercar la política a los jóvenes y del fin de la pandemia. “No podemos volver a la falsa seguridad de las estructuras políticas y económicas que teníamos antes [de la COVID-19]. Así como digo que de la crisis no se sale igual sino que se sale mejor o peor, también digo que de la crisis no se sale solo. O salimos todos o no sale ninguno”. Francisco está comprometido medularmente con el cambio en nuestras sociedades y el ordenamiento internacional. Quienes buscan continuar con el orden actual no cuentan con Francisco.