El impacto de la ciencia y la tecnología en la sociedad, así como en cada persona, resultado de sus expresiones dinámicas de investigación y desarrollo experimental -I+D-, para sintetizarlo en una breve expresión: es enorme.
Comencemos por la cantidad de años que se viven. La media mundial en el siglo XIX estaba entre 28 y 32 años; mientras que en la actualidad está entre 70 y 73 años ¡40 años más! Lo cual explica- aun con las diferencias entre países- la efectiva aplicación de los avances de I+D para la salud. Las ciencias médicas se han mancomunado con las demás ciencias y las tecnologías para ese gran salto.
Hemos referido la vida como lo principal, para así poner en perspectiva la trascendencia de I+D; pero si miramos a nuestro alrededor, y reflexionamos sobre el impacto en la alimentación, transporte y comunicación, entre otros, se concluiría que han transformado profundamente la existencia humana en su sentido más amplio.
En comunicación, el teléfono inteligente ya es un bien de consumo masivo de enorme impacto en la vida de las personas; pero ese teléfono inteligente lamentablemente no se asume cual instrumento de forma diferente a la piedra que entonces como herramienta principal utilizara el ser humano en el paleolítico y el neolítico hace decenas de miles de años.
Eso así por cuanto muy pocos saben cómo se llegó ahí; de que es por la invención del llamado microprocesador que se hace posible la magia de los teléfonos inteligentes; y siendo la invención y avances sistemáticos de los microprocesadores de los más grandes saltos en la historia de la humanidad, muy pocas personas tienen al menos una idea básica de su significado y el porqué de su funcionamiento.
Lo mismo aplicaría y más aún, a lo dicho sobre los avances de las ciencias médicas ya comentado.
Eso es alienación; dado que, siendo una contribución humana, la mayoría de los seres humanos, no lo entienden en lo básico.
De la connotación de la trascendencia en lo social y personal de I+D se deriva claramente la necesidad de superar esa la alienación por la vía de la educación informal y formal, lo cual debería ser asumido como una importante responsabilidad del Estado y de las ciudadanas y ciudadanos más conscientes.
Predomina la creencia que I+D es tema de las grandes potencias o empresas de vanguardia, las que hasta tienen departamentos de I+D. Mas no debe ser así cuando hoy es posible promover vinculaciones y formas de colaboración en un mundo tan interconectado que contribuyan a reducir la brecha y aún más esa gran alienación.