De la tecnología es interesante mirar mucho más lejos de su denominación y conceptualización actual. Considerar, por ejemplo, que se estima que los ancestros del ser humano controlaban ya la producción del fuego hace hasta 400 mil años. O que hace más de 7 mil años ya se había inventado la rueda como instrumento para la alfarería y posteriormente para el transporte.
De ahí que la tecnología que en la actualidad hace que nos podamos transportar mediante automóviles y aviones a largas distancias en un tiempo nada comparable con lo que podrían hacer para lo terrestre las piernas; o que hoy se pueda conversar a distancias de miles de kilómetros mediante un aparatito inalámbrico que cabe en una de las manos, inclusive viendo las imágenes entre quienes intercambian.
Todos esos desde los mas remotos hasta los del presente, son avances en el tiempo de una capacidad inherente a ser humanos: transformar la realidad a su servicio.
De ahí el valor de ver la tecnología como tal, cual ente transformador; que más que separada del ser humano, es su extensión, su proyección; y que en la actualidad se asocia a las grandes políticas de los Estados y las empresas.
Salud, educación, alimentación, transporte terrestre y aéreo, así como la ya omnipresente comunicación, han sido tocados profundamente por la tecnología; pero también así al dirimir las contradicciones entre los seres humanos, se han desarrollado tecnologías tan letales como las armas de fuego; y en Hiroshima y Nagasaki se lanzaron, por primera y hasta ahora única vez, bombas atómicas, cuyos “avances” hoy han alcanzado un grado tal como para poder eliminar de cuajo toda la humanidad.
Así que la tecnología como ente transformador no está al margen de su potencialidad para la destrucción total, parcial o individual de la maravillosa vida; maravillosa vida que trasciende la condición humana como ser cognoscente-transformador, así como la ciencia y la tecnología, en sus actuales expresiones de investigación científica y desarrollo experimental, I+D.
Procede resaltar además que el ser humano no está solo en el planeta; que existe un entorno pletórico de otras formas de vida; por lo que hay que proteger el medio ambiente, y la vida en general de los efectos adversos de muchas de las tecnologías en sus implicaciones.
Por lo que de la tecnología como ente transformador en general y su expresión dinámica en el desarrollo experimental (D) tiene derivaciones a ser tomadas muy en cuenta, que obligan a una interpretación e implementación integral y equilibrada como responsabilidad de los Estados y de cada ciudadana y ciudadano conscientes.