A la fecha, el más trascendente legado atribuible al primer periodo de gobierno del presidente Abinader ha sido su anticipada declinación a una repostulación en el 2028. Su trascendencia, sin embargo, esta supeditada a las conquistas que pudiera lograr en el próximo periodo de gestión. Frente a la cargada agenda del pais, asoma la posibilidad de que el mandatario empañe su legado tratando de abarcar demasiado. Para quien esto escribe la mesura de logros modestos le parece la mejor consejera.
Los grandes retos de su próximo periodo tienen todos un marcado tinte político. Siendo ya seguro que el principal partido opositor no colaborará y que un acuerdo nacional por el desarrollo no resultará posible, la gestión del presidente tendrá que transitar por un cargado campo de minas políticas. La gloria que podría desprenderse del gesto “magnánimo” de no repostularse se verá amenazada con cada prominente ejecutoria del gobernante. Y la mayoría congresual del PRM no podrá evitarlo.
Revelando sus buenas intenciones, las ambiciosas pretensiones anunciadas por el presidente para el nuevo periodo lucen inalcanzables. Sin un acuerdo nacional que la oposición esté dispuesta a respetar sera imposible materializar las 13 reformas propuestas en su primer periodo. La debacle de las Edes, la reforma constitucional, la reforma fiscal y la eliminación de la deuda cuasi fiscal del Banco Central, la reforma de la Seguridad Social y la reforma del Código Laboral son tremendos desafios. La promesa de acabar con la pobreza absoluta es todavía más demandante.
Al final del próximo periodo, el presidente quedaría deslucido al no tener ni el tiempo ni el concurso suficientes para materializar con éxito todas estas reformas. Su despedida del poder podría resultar más mallugada si a lo anterior se añade el reto de orquestar una transición política dentro de su partido que permita pasar la antorcha a una nueva figura. Es predecible que la oposición se ensañe contra todo el proceso de las reformas y, por otra parte, la lucha interna dentro del PRM por la nominación presidencial debilitaría la capacidad presidencial para concretar sus logros.
La mejor estrategia política seria entonces la de pretender logros mínimos que encaminen los respectivos procesos y consoliden el legado presidencial. Hay logros realizables en el abanico de las tareas de reforma y en el accionar interno del partido, pero tambien hay algunas pretensiones que no deben ni siquiera intentarse. El objetivo mas sensato es poner en marcha los procesos de cada caso, a sabiendas de que algunos avanzaran más fácilmente que otros. Se debe ser realista y aceptar que el legado final del presidente Abinader no debe ser empañado por intervenciones ambiciosas que amenacen la paz social y la estabilidad macroeconómica.
Dado su incidencia en el déficit fiscal, lo primero en atenderse sería el “hoyo negro” del sector eléctrico. La privatizacion de las Edes debe ser el pilar fundamental para reducir sustancialmente el subsidio, permitiendo un trato benigno para los consumidores mas pobres. Es posible que la privatizacion de las Edes seria suficiente para aplacar la ineficiencia de un sector tan crucial para el desarrollo. Pero el aumento de la tarifa eléctrica debe ser los más moderado posible. Otros activos estatales, tales como EgeHaina, EgeItabo y Punta Catalina podrían ser totalmente privatizadas, pero en esos casos el olfato político del presidente debe guiar las decisiones. En vista de su rentabilidad, no parece urgente acometer su privatizacion.
En materia de la reforma de la Constitución se puede proceder unilateralmente con dos de las propuestas fundamentales. En el Congreso el PRM tiene una mayoría de ambas cámaras que permite predecir que la Asamblea Nacional aprobaría sin tapujos la consolidación de la independencia del Ministerio Publico y “ponerle candado” a la repostulacion de los gobernantes por mas de dos periodos consecutivos. La redacción del articulado correspondiente no debe permitir elucubraciones conspirativas de parte de partidos y candidatos.
Respecto a la reforma fiscal se debe abandonar la idea de que debe ser total y “de un solo fuetazo”. Lo que es necesario es que sea integral y que se refiera a las diferentes áreas que requieren atención prioritaria del lado de los ingresos: tasas impositivas, exenciones fiscales, evasión y elusión, subsidios. El inicio sería el fortalecimiento de la DGII para atacar frontalmente la evasión (65% en el ISR y 45% en el ITEBIS), especialmente de aquellos evasores en las profesiones liberales. (La elusión tendría una segunda prioridad.) Otra forma inicial de aumentar las recaudaciones: lo deseable e inmediato en materia de tasas es bajar el ISR del 27% al 25% y el ITBIS de 18% a 14%. Los aranceles existentes, el selectivo al consumo y las tasas al patrimonio y la propiedad inmobiliaria quedarían incólumes, pero eliminando el anticipo.
Respecto a las exenciones no sería políticamente conveniente eliminarlas todas de golpe y porrazo. No hay que olvidar tambien que la eliminación de exenciones puede provocar una desaforada inflación. Lo deseable sería eliminar aquellas que no han producido resultados y establecer una gradualidad en la eliminación de todas las demás. En eso el Ministerio de Hacienda debera hilar fino, así como en la ampliación de la cobertura del ITBIS. Lo imperativo es asegurarse de que la cirugía de las eliminaciones no perjudique en nada a los estratos mas pobres. Por lo menos una docena de productos de su consumo cotidiano no debe ser gravada.
La reforma de la Seguridad Social y del Código Laboral es una tarea compleja y que puede llevar un tiempo que el presidente Abinader no tiene. El recurso de las comisiones para resolver este tipo de problemas esta algo desacreditado, pero lo sensato seria que no fuera el Gobierno Central que se encargue. Debe buscarse una formula institucional para que aborde las tareas y reporte al presidente. Lo que sí podría hacer el presidente inicialmente es indicar a las respectivas comisiones su posición respecto a lo relativo a las AFP y las ARS en el primer caso, y la cesantía y el seguro de desempleo en el segundo. El consenso de los actores seria de todas formas indispensable.
Si bien es deseable que una Ley de Responsabilidad Fiscal acompañe las medidas, no parece razonable que se empiece ahora por eso. Para no encorsetar la formulación presupuestaria de los primeros tres años del periodo presidencial, su mejor oportunidad seria la promulgación de esa ley al finalizar el tercer año. Así el presupuesto del año final se ajustaría a esa legislación, consolidando el legado presidencial al dejar la formulación presupuestaria en orden.
La estrategia política de los citados logros mínimos consolidaría el legado histórico del presidente Abinader ante la posteridad. Pero nada seria tan trascendente como lograr la eliminación de la pobreza absoluta, tal y como lo ha prometido. “La pobreza absoluta es aquella situación en la que una persona no tiene cubiertas las necesidades básicas para poder vivir. Tiene carencias de bienes y servicios básicos, especialmente de alimentos, vivienda y acceso a agua potable o los servicios básicos de higiene y salud.”
Hay dos soluciones básicas para enfrentarla, empleo y subsidios, a sabiendas de que ambas consumen un tiempo. Con respecto a lo primero las perspectivas son buenas en tanto la economía seguiría vigorosa durante el nuevo periodo. El presidenta Abinader dijo en abril que se habían creado 657,000 nuevos empleos durante su gestión y luce posible que tal logro pudiera ser mucho mayor en el próximo periodo. En cuanto a los subsidios sera deseable examinar la posibilidad de aplicar la renta básica universal. Pero el aumento de las recaudaciones producto de lo sugerido mas arriba sería suficiente para aumentar sustancialmente los subsidios sociales.
Finalmente, el manejo de las aspiraciones de sus partidarios respecto a la candidatura presidencial tambien debe obedecer a cierta lógica. En el PRM debe haber una precalificación de candidatos al finalizar el segundo año de la gestión. Luego con encuestas y otros medio el presidente debe escoger a tres de los precalificados para imbuirlos de los retos y tareas de la presidencia. Al final de ese tercer año entonces el partido debe escoger por convención al candidato y este acompañar al presidente en su gestión del último ano.
Abinader tiene tremendo reto para lograr por lo menos la mitad de lo que quiere lograr en este próximo periodo. La estrategia de logros mínimos debe ser la guía para coronar con éxito su gestión y consolidar su legado histórico.