En la sala número dieciséis del ala Sully del museo del Louvre se encuentra una de las obras más célebres de su colección, la Venus de Milo. Es una estatua griega que mide más de dos metros de altura y pesa casi una tonelada. Representa una figura femenina con el torso desnudo, de curvas sensuales que se insinúan a través una tela drapeada que cae sobre sus piernas. Su cuerpo está formado por dos bloques de mármol blanco y, aunque ahora no queda ningún vestigio, no se descarta que fuera policromado y adornado con varias joyas, probablemente robadas.
Entre los miles de visitantes que llegan diariamente a admirar su belleza siempre surge la misma pregunta: ¿por qué la Venus de Milo no tiene brazos?
A pesar de ser una de las obras del arte griego más famosas, se conoce muy poco con exactitud sobre ella. Con más de dos mil años de antigüedad todavía nos estamos preguntando, ¿quién ha sido su autor, en qué fecha fue creada, por qué motivos no ha sido restaurada, cuándo se perdieron sus brazos y qué estaría haciendo con ellos?
Lo único cierto que sabemos, es que el 8 de abril del 1820 un campesino griego llamado Yórgos Kendrotás la encontró enterrada en la isla de Milos en el mar Egeo. Estaba partida en dos, así que dejó una mitad en el mismo lugar donde la había hallado, y llevó la otra mitad al establo para buscar a un posible comprador.
Existen varias versiones de lo que sucedió a partir de allí. Según una de ellas, la estatua fue confiscada al campesino por las autoridades turcas, que en este tiempo tenían el dominio político y militar sobre Grecia. Según otra, el campesino le habló de su hallazgo a un sacerdote ortodoxo que en su lugar contactó al oficial y explorador francés Dumont D´Urville, que había realizado una parada en la isla de Milo. Este intuyó que estaba frente a una obra de gran valor, pero al no tener suficiente dinero, se puso en contacto con el embajador de Francia en Constantinopla, el Marqués de Riviere. Los trámites burocráticos tomaron un tiempo y, cuando por fin los franceses fueron a buscar la estatua, resultó que el pastor ya la había vendido al gobernador turco. La doble venta provocó tensiones diplomáticas entre ambos países, incluso se dice que hubo un altercado en el último momento. Según algunos historiadores la estatua fue cargada al barco con tanta prisa que se cayó perdiendo los dos brazos al golpearse contra las rocas. Otros afirman que turcos atacaron la embarcación y fue en la pelea que la estatua quedó sin brazos.
Finalmente, la Venus de Milo salió rumbo a Francia el 1 de marzo del 1821, apenas veinte días antes de que Grecia declarara su independencia del imperio otomano, donde fue entregada al rey Luis XVIII, quien la donó al museo del Louvre al año siguiente.
La historia no termina allí. En 1960, una comisión de arqueólogos turcos presentó ante el ministro de cultura de Francia, André Malraux, una reclamación de la devolución de la Venus de Milo, acusando a los franceses de haber robado la estatua y afirmando que ésta formaba parte del patrimonio artístico del imperio otomano. Alegaban que “los brazos de la Venus están enterrados y el lugar del entierro sólo lo conocen tres familias turcas que transmiten el secreto de generación en generación”. La petición terminaba con un mensaje amenazante: “Si Francia devuelve la estatua, Turquía retornará los brazos a su lugar, dotando al mundo de una gran obra en todo su esplendor original; de lo contrario, la Venus de Milo seguirá mostrando sus muñones en el Museo del Louvre.” Malraux lo consideró un “chantaje cultural” y se negó a devolverla.
Pero la ausencia de los brazos no solo afecta la apreciación estética de la obra. Sin saber su posición exacta o que sostenía en las manos, es casi imposible confirmar con absoluta certeza a quién representa. Se cree que en la mano izquierda tenía una manzana y en la derecha un espejo, atributos propios de Afrodita, la diosa de amor y belleza. Otros investigadores suponen que se cubría los senos con el brazo derecho y con el izquierdo agarraba el paño que envuelve sus caderas, o sostenía un tridente y podría representar a Anfitrite, la diosa del mar que tenía un significado especial en la isla donde se encontró la estatua.
También se ha especulado que pudo haber estado apoyada en una base o sosteniendo una corona o un escudo. Incluso existen teorías que sugieren que la estatua no representaba a Afrodita, sino a Artemisa sosteniendo un arco, o a Danaide sosteniendo un ánfora, o incluso, según la teoría más reciente, tiene un carrete de hilo y está tejiendo una tela.
Doscientos años después de su descubrimiento, la Venus de Milo sigue sin revelarnos sus secretos guardados posiblemente en el fondo de sus cajones vistos por los ojos saltones de Salvador Dalí.