Si y mucho, las ECNM, es decir, las cardiovasculares: hipertensión arterial, infarto agudo del miocardio (IAM), insuficiencia cardiaca y muerte súbita, las cerebro-vasculares: trombosis, embolia, hemorragia y Alzheimer, y las metabólicas: obesidad, diabetes y dislipidemias (colesterol y triglicéridos elevados), son las principales causas de morbimortalidad, de muerte prematura (menor de 65 años), de consulta, de discapacidad y de mayor carga económica para los individuos, familias, gobiernos y estados.

Se estima que más de quinientos millones de personas están afectadas por estas patologías, representando 20.5 millones de óbitos en el 2021, alrededor de un tercio de todas las muertes, 4 de cada 5 fallecimientos ocurren en países de ingresos bajos y medios, descubriendo la inequidad del progreso de la salud en los países de mayores ingresos. Mas de 7 millones de individuos mueren anualmente a causa de la contaminación ambiental. Las ECNM superan a todas las otras causas de morbimortalidad, consulta y discapacidad juntas, tienen la mayor tasa de ocupación de camas hospitalarias, con mayor impacto económico, por afectar a los individuos en plena etapa productiva, con un gasto de bolsillo superior al 50%, representando el mayor coste de las enfermedades catastróficas, y la mayor cantidad de años perdidos.

Hasta ahora, las ECNM han sido incluidas dentro de un grupo de patologías que no tienen relación entre sí: llamadas enfermedades crónicas no transmisibles, así encontramos diferentes dolencias como: el cáncer, las autoinmunes, las renales, las neurológicas degenerativas, o las neumológicas, sin tener relación alguna con las cardiovasculares, cerebrovasculares y metabólicas. Esta clasificación arbitraria ha impedido por años establecer políticas de salud acordes con nuestras realidades. En cambio, la idea de agrupar a las condiciones que tienen en común los mismos factores de riesgos, vinculados a estilos de vida no saludables, es la única propuesta que nos permitiría establecer estrategias comunes para las ECNM, especialmente, cuando la carga económica para educar, promocionar la salud y prevenir, supera con creces al modelo desfasado, anacrónico, e insostenible económicamente, de “Medicina Curativa”. Afortunadamente, las ECNM son prevenibles en el 80-85%.

¿Cómo lograr las mejoras que requerimos para poder cambiar nuestro modelo de Medicina Curativa por el de educación, promoción de salud y de prevención?

1ro) declarando las ECNM como prioridad sanitaria;

2do) creando el Consejo Nacional de las ECNM, organismo colegiado presidido por el Ministerio de Salud, formado por un director ejecutivo, por representantes de las sociedades médicas especializadas: cardiología, medicina interna, cuidados intensivos, endocrinología, emergencia, neurología, medicina familiar y epidemiología, por un representante del Ministerio de Educación, del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, del instituto nacional de aguas potables (INAPA), de la UASD y de las iglesias. Tendría como propósito implementar las políticas de salud bajo la dirección del Ministerio de Salud. Este consejo tendrá como funciones principales:

a) Elaborar, discutir e implementar el “Programa Nacional de Educación, Promoción de salud, Prevención y Control de las ECNM” llevando un registro de datos en toda la geografía nacional.

b) Sugerir al Ministerio de Salud la creación de las plazas para médicos escolares y de promotores de salud para programas de educación, promoción de salud y prevención en todos los planteles y hospitales.

c) Implementado el programa “Educando Niños Sanos” junto al Ministerio de Educación tomando 2,000 niños entre 7 y 14 años, de escuelas donde funcione la tanda extendida, a manera de plan piloto, para luego comparar resultados con otros planteles.

d) Propiciar la creación de clínicas de Hipertensión y Metabólicas en los centros de atención primaria para la estratificación de riesgo de las ECNM, identificando los grupos de riesgo alto y muy alto, para ser inmediatamente intervenidos y tratados, evitando desenlaces catastróficos.

e Contribuir a que se legisle para la salud aprobando leyes que favorezcan el cambio de estilos de vida insalubres, penalizando los hábitos nocivos y fomentando las que promueven el bienestar de salud colectiva.

f) Lograr el cumplimiento de las normas de la OMS para la medición y poder reducir los niveles de contaminación ambiental, sonora y visual, a través de la instalación de monitores en las ciudades y localidades. Al tiempo que mejoramos las condiciones ambientales de los ciudadanos.

g) Colaborando con el mejoramiento de la salud mental a través la implementación de un estilo de vida saludable que implique un sueño reparador, relación social frecuente, dieta sana, consumo moderado de alcohol, actividad física regular, evitando al mismo tiempo fumar y llevar un comportamiento demasiado sedentario.

Así podríamos reducir la mortalidad prematura en un 25% para el año 2025, de la OMS, y lograr el 30% de los objetivos del desarrollo sostenible para la Federación Mundial del Corazón (WHF). “Solo con la participación de todos podremos contribuir a un mejor país”.