El ser humano ha decidido dar la espalda a su propia especie, sin pensar en las consecuencias de su ignorancia. A diario millones de personas miran con indiferencia a otras. En general, la familia como primer ejemplo de sociedad y convivencia no es la misma de años atrás. Los almuerzos al mediodía son entre pocos y gran mayoría entre ningunos. La especie ha decidido que el mundo vaya más rápido y le ha dado prioridad a otros asuntos banales.
Por su lado, el vecino de antes ya no existe; el de hoy dejó de ser casi un familiar, para convertirse en un enemigo. Solo basta escuchar los comentarios de condómines sobre cuestiones de parqueos, ruidos y falta de pago de cuotas de mantenimiento. Las críticas llueven, porque sencillamente la especie dejó atrás la tradición y la costumbre del vecino de antes. Sin embargo, siempre habrá excepciones.
Y ni se diga del tránsito; hí se paran las aguas. El afán es llegar primero irrespetando el derecho de otros conductores y transeúntes. Poco importa si una ambulancia viene con premura, lo que inmediatamente llega a la mente es que eso es mentira, no hay existe tal emergencia. Incluso, hay quienes abren paso solo para colocarse detrás de dichos vehículos para ir más rápidos a sus destinos.
En fin, más que un escrito de pesimismo de la sociedad que hoy vivimos, se trata de una humilde reflexión sobre lo que diariamente acontece. Resulta normal llegar a lugares sin saludar, entrar a un ascensor y ni mirarse con gesto de agrado. Eso se ha perdido. Lo peor es que esa indiferencia solo es hasta que nos toca. Cuando la indiferencia es hacia nosotros sí nos importa y nos preguntamos por qué la gente es así.