Hoy (R.Dominicana)

Este lunes por la mañana, entre los días que ya no podemos contar y nuestras crisis que se complican con el cólera, decidí dar un paseo especial. Debo confesar que el proyecto está en mi cabeza desde el domingo. Había decidido prestar mucha atención al pan. Se trataba de conocer bien la nueva realidad con las sorpresas del temperamento haitiano. Después de 3 llamadas telefónicas a mi proveedor, entre las 7 y las 9.30, había cerrado el expediente. Al parecer, según las respuestas que recibí por teléfono, no hubo entrega este domingo.

A las 9.45, decidí investigar y comprobar in situ. El pan fue entregado alrededor de las 7.30 de la mañana. El pan salió volando rápidamente. Entonces pensé en la relación táctica: el personal del supermercado, sus amigos y familiares. Ciertamente, tuve la suerte de conseguir algo en otro punto del barrio. Un punto en el que alguien también pensó en mí. Pero, entre nosotros, ¿me atrevería a creer que nuestra situación está creando pandillas bien vestidas alrededor de la venta de pan?

El lunes, a eso de la una de la tarde, iba con un amigo conductor de motocicleta y me alejé de mi barrio. Estaba a un kilómetro de la residencia del primer ministro. Nos encontramos con un grupo de jóvenes apostados militarmente para defender su barricada. Me acerqué al que parecía ser el líder del grupo. Nos saludó y nos preguntó por qué estábamos en la calle. Le saludé tranquilamente y nos pusimos a charlar como dos viejos amigos. Me recordó a cuando yo también era un activista político en la década de los 90. Con el tiempo y la experiencia, he aprendido a desconfiar de todos los discursos.

Estos jóvenes que conocí no muy lejos de la oficina del jefe de gobierno me causaron una fuerte impresión: a diferencia de otros, no pidieron dinero para cruzar la barricada.

Como antiguo profesor, disfruté explicando al grupo que debían saber cómo ayudar a los que gestionan las emergencias sanitarias. Farmacia. Nuestra conversación duró menos de diez minutos.

Al pasar frente al despacho del primer ministro me di cuenta de que en Haití hay una nueva generación de políticos que no sabe cómo hablar con los jóvenes. De hecho, lo que queda de nuestra juventud…