Bajo la influencia de Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger, Gianni Vattimo asocia la modernidad con la idea de la historia del pensamiento como un proceso progresivo a partir de unos fundamentos o principios absolutos. (El fin de la modernidad, p.10). La posmodernidad constituye la puesta en entredicho de estos fundamentos y el cuestionamiento a la idea de una progresión lineal de las certezas.
La posmodernidad se encuentra vinculada al nihilismo, en el sentido de “desvalorización de los valores supremos” y permanente sospecha de la búsqueda de certidumbres. Esta desvalorización, entendida muchas veces como una apología de la inmoralidad y del relativismo –pues toma distancia con respecto a las nociones objetivas del bien y de la justicia, así como de cualquier pretensión de representar objetivamente la realidad- puede ser entendida en otro sentido: como apertura hacia la creación de nuevos valores y hacia el perspectivismo.
El perspectivismo no significa asumir que “todo vale”, sino entender la realidad abierta a una multiplicidad de interpretaciones. En palabras de Vattimo, construimos relatos presentados como interpretaciones que pretenden validez hasta que se muestren otras más competentes que las contradigan. (Mas allá de la interpretación, p. 46). Por esto, la posmodernidad y el nihilismo se vinculan con la hermenéutica, entendida no como un conjunto de recursos metodológicos para interpretar textos, sino como “encuentro y escucha de nuevos sistemas metafóricos”. (Op. cit. p. 149).
En este sentido, la mirada de Vattimo puede ser leída no tanto como una propuesta epistemológica en el sentido metafísico de la cultura moderna, sino como la “articulación interpretativa de la propia pertenencia a una tra-dicion” (Op. cit. p. 158), como una disposición al diálogo que fomente formas democráticas de vida. ¿Qué función juega el filósofo y el intelectual en la construcción de este diálogo?