En la madrugada del domingo 23 de enero, mis ojos se posaron en el artículo de Rafael Nino Féliz,
Gazcue es apenas una nostalgia. Con calma, me dirigí a mi primer café del día y empecé a leer el artículo, dibujando en la mente mi historia con algunos barrios de Santo Domingo.
La Avenida 27 de Febrero me impresionó mucho. A principios de los 90, medio planeta parecía querer visitar Santo Domingo de Guzmán, con motivo del V Centenario. Fue una época de intensa actividad turística en torno al almirante Cristóbal Colón. El único país del mundo en el que se arrojó una estatua al mar fue Haití. Acto espectacular y, sobre todo, sin muchas explicaciones ideológicas, como todo lo que entonces sucedía en Haití. Unos meses después, descubrí que media Europa había ido a Barcelona. Así de diferente era nuestro planeta, para la generación posterior al Muro de Berlín.

Después de la Avenida 27 de Febrero, me encantó la peatonal El Conde. Hasta hoy, no recuerdo qué edificio me impresionó más: ¿el Palacio Consistorial o el Edificio Diez? A menudo me gustaba detenerme para cuestionar el esplendor de antaño de los balcones del Edificio Diez. Igual que los balcones de Barcelona o de La Habana, transmitían grandes palpitaciones que solamente el cine nos ayuda a captar. Durante mis largos paseos cerca del Palacio Nacional, me detuve por Gascue. Estos barrios con jardines y una identidad cautivadora siempre me han inspirado. Estaba lejos de imaginar que Gascue sería el único lugar de la República Dominicana que se instalaría profundamente en mi corazón. Desde el verano de 2016, no he dejado de pensar en Gascue; el único lugar del mundo donde una maravillosa persona me puso el apodo: «El Caballero de la Ventana»…

A estas alturas, ser cocinero, jardinero, limpiabotas, no importa.

Decidí hacer de Gascue el más fantástico barrio del mundo. Nada es imposible para un lector del Quijote, así que las nuevas dimensiones comenzaron en Madrid en la plataforma literaria Poémame (El amor está en Gascue). Era pura locura, pero era hermoso definir una zona geográfica sólo con el corazón.

Los barrios están cambiando. A veces con una velocidad increíble. Siempre es interesante saber que alguien se interesó por la historia humana de una zona. Vivo frente al mayor 5 estrellas de Puerto Príncipe. Desde hace muchos meses, las luces de las ventanas están siempre apagadas; como casi todas nuestras luces. Por eso una vez soñé con  Amanecer en Gascue, bajo la ventana de la que hablamos.