Procede reconocer -de entrada- que la Formación Docente como problema educativo ha tenido al menos serios intentos de respuestas orientados hacia su superación.
La primera y muy trascendental respuesta la constituyó el incremento de la inversión en educación preuniversitaria al 4% del Producto Interno Bruto (PIB); resultado de la gran movilización nacional que obligó a que se cumpliera con la Ley de Educación 66-97, 16 años después de su promulgación. Otra importante respuesta se concretiza en el Pacto Educativo 2014-2030 resultado de un gran consenso nacional y que en su punto 5 sobre la Formación Docente establece 7 vertientes para su desarrollo.
La más reciente respuesta está contenida en Plan Estratégico Institucional –PEI- MINERD 2021-2024 excelente instrumento de planificación que da continuidad a las mejores tradiciones desde el Plan Decenal de Educación.
Aun así no han sido suficientes. De los resultados de las evaluaciones lo que podría afirmarse es que las inversiones al respecto se han traducido más que en otra cosa, en un gran dispendio.
Acontece que no se trata de cualquier inversión, veamos. Ya para el 2016 el Ministerio de Educación de la República Dominicana (MINERD) tenía una inversión sólo en Formación y Capacitación Docente de 2 mil 919 millones de pesos- superior sólo en ese renglón al presupuesto de al menos 5 ministerios- lo cual se incrementó para el 2020 a 4 mil 575 millones de pesos. Sin embargo ya desde la evaluación del desempeño docente del 2017 los resultados indicaban que el 73.2% de las y los docentes alcanzaban un desempeño básico e insatisfactorio, con sólo un 2.9% en la categoría de excelentes lo cual debería de aplicar para la generalidad.
Está claro que con la Formación Docente no se han producido aún los profundos cambios que amerita.
No parece entenderse plenamente la gravedad de ese tema-problema.
Además, hay en el país -como se ha dicho constantemente- dificultades para que en lo gerencial se le dé el debido seguimiento a los compromisos que muchas veces parten de excelentes diagnósticos y mejores planes. Del mismo Pacto Educativo ya se ha puesto en evidencia de que los mecanismos para su seguimiento, más allá de cierto funcionamiento de la Asamblea Plenaria, en 8 años aún no se han puesto en funcionamiento ¿Y el cumplimiento con variados y excelentes planes que se formulan? Como diría alguien: “bien, gracias”.
De los 13 factores que de acuerdo al artículo 59 de la Ley de Educación 66-97 procede mayor atención a la Formación Docente -¡no aplazarlo más, por favor!- y, más que intentos, hay que procurar efectivas soluciones para hacer avanzar realmente en grande la educación nacional.