Una voz probada, una voz forjada por la formación, la vocación y la experiencia. Una voz que se ha alzado por encima de muchas injusticias, siendo canal de denuncias, de reclamos, de proclamas y de propuestas e iniciativas a favor de la gente. Una voz que ha servido y continúa sirviendo y siendo ejemplo; una voz que ha inspirado a muchos hombres y mujeres, pero sobre todo estas últimas, nosotras las mujeres, muchas que al igual que yo, como Faride, somos jóvenes y hemos querido abrirnos paso en el escenario político con firme decisión y con la única intención de aportar lo mejor de nosotras en busca de un mejor país para todos.
Si bien hemos avanzado, las mujeres nos enfrentamos aun a diversos obstáculos para alcanzar participación y representación a diferencia de los hombres. Faride ha demostrado haber derribado a puro esfuerzo y talento cualquier barrera; su trabajo tesonero desde su temprana juventud y su voz firme y valiente la convierte en una excelsa embajadora de la mujer política dominicana, y sobre todo en un espejo para quienes nos estamos labrando un camino.
Nuestra participación, la de la mujer, fortalece la democracia, construye una sociedad más plural, y permite la creación o más bien, la legitimación y afirmación del papel que las mujeres merecemos en la vida política nacional. Faride, la senadora de la capital, representa fielmente esos valores, esos derechos y ese deber que con tanta gallardía ha asumido en el congreso, primero en la cámara de diputados y luego en el senado.
Siento afinidad y me veo representada por nuestra senadora, para quien no creo represente ningún desafío mantener su posición en el Senado, si nuestro partido y el pueblo la apoyan y ella así lo decide en el 2024, primero con la ayuda de Dios.
Faride, dinámica promotora del cambio, reivindicadora, impulsora y líder, contigo, todas somos una voz.