La eufemística “operación militar especial” de febrero 2022 no surgió al azar ni en esa fecha, sino que es la continuación de una aventura bélica de expansionismo territorial iniciada por Putin en 2008 invadiendo Georgia y creando los satélites de Ostesia del Sur y Abjasia. En 2014 prosiguió tomando posesión de Crimea y, en el Donbás de Ucrania, creó las “repúblicas populares” Lugans y Donetsk. Mientras se negociaba en 2014 el Acuerdo de Minsk para el cese del fuego, el portugués Jose Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, le indicó a Putin, en una conversación telefónica de fines de agosto 2014, que militares rusos estaban combatiendo en el este de Ucrania, en una supuesta guerra civil pero que realmente procuraba la expansión de Rusia.
Jactancioso Putin contestó: “Esa no es la cuestión, sino que puedo tomar a Kiev en dos semanas, si yo quiero”. Esa advertencia desafiante fue publicada el día 29 de agosto por el periódico italiano “La Reppublica” y provocó un revuelo estremecedor. Los más importantes medios mundiales señalaron el 2 de septiembre del 2014 que esa amenaza de Putin se había discutido en una Cumbre de la Unión Europea, convocada para debatir la elección de su nuevo presidente, pero la agenda tuvo que ampliarse. Como simple invitado el presidente ucraniano Petro Poroshenko reportó la dramática situación de su país, por los ataques de Rusia en la región de Donbás.
Putin, sin poder negar sus palabras guardó silencio y ordenó a Yuri Ushakov, asesor de política exterior del Kremlin que declarara lo siguiente: “Independientemente de que esas palabras fueran dichas o no, desde mi punto de vista esa cita está tomada fuera de contexto y tiene un significado absolutamente diferente”. Agregó: “Esto es incorrecto y está fuera del marco normal de la práctica diplomática si él lo dijo. Esto simplemente no es apropiado para una figura política seria”. Se comentó que, hasta Angela Merkel, la principal mediadora con Putin calificó al gobernante ruso como “irracional e impredecible”. La presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaite expresó que “Rusia estaba en guerra con Ucrania” y, por tanto, “Rusia estaba en guerra con Europa”.
El primer ministro británico David Cameron, según el periódico Guardian formuló un enfoque histórico y “comparó el dilema de Occidente con Putin con las relaciones entre el entonces primer ministro británico, Neville Chamberlain, y Adolfo Hitler en Múnich, cuando el apaciguamiento anglo-francés animó al líder nazi a lanzar la Segunda Guerra Mundial al año siguiente”.
Cameron dijo textualmente: “Corremos el riesgo de repetir los errores cometidos en Múnich en 1938. No podemos saber qué sucederá después. Esta vez no podemos cumplir con las demandas de Putin. Ya tomó Crimea y no podemos permitir que tome todo el país”.
Aunque se propuso armar a Ucrania, otros disintieron: “La planificación de la OTAN tiene que ver con cómo defender a los aliados, no a socios como Ucrania.”
Ahora ocurrió lo que Cameron pronosticó, pero falló la predicción de Putin del 2014 pues no pudo vencer a Kiev en dos semanas, ni siquiera en dos meses, aunque proclamó tener un nuevo cohete “invencible”. Frustrado, avergonzado, se retiró hacia el este con el orgullo herido. Su derrota en Kiev lo hace más agresivo. Pretende asustar a toda la humanidad amenazando con ataques nucleares aun sabiendo que quien dispare de primero, muere de segundo.