El estilo selvático, estresante y violento del tránsito vehicular en República Dominicana es el resultado de la irresponsabilidad y la connivencia de autoridades diluidas en retórica mediática hueca, de poderosos, angurriosos, indolentes y demagogos sectores del transporte de carga y de pasajeros, y de millones de conductores que mandaron la vida civilizada a eternas vacaciones.
En esas sinergias está la clave del caos y la discriminación que nos tiene de malas maneras en la boca del mundo por la astronómica tasa de mortalidad por siniestros de tráfico (65 por 100,000, según Word Stadistics). Un trofeo sangriento que nadie desea.
Aquí hace mucho que todo está diagnosticado en términos de tránsito; sin embargo, nos ahogamos en discursos rutinarios y escasas acciones para la distracción. Nada de tocar la estructura del mal.
Se sabe que el parque vehicular a febrero de 2024 era 5 millones 810 mil 888 unidades, 3.3 millones de ellas motocicletas (casi el 57 %), conforme la Dirección General de Impuestos Internos. Anualmente entre 3,000 y 4,000 seres humanos terminan en los cementerios por causas evitables. Cerca del 75% de los motociclistas está relacionado con los mal llamados accidentes de tránsito. El Gobierno ha dicho que los gastos hospitalarios por esa causa alcanzan los 3 mil millones de dólares cada año, el 2.5 del Producto Interno Bruto (total de riquezas nacionales). El 78% de las vías de RD es inseguro, según el Banco Mundial. En la carretera del Cibao (corredor norte) la muerte acecha 24/7 con el 42% de los desenlaces trágicos, pero en las otras (sur, este) también el diablo anda suelto.
Ante ese panorama tétrico, el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) se desdice. Basten los siguientes ejemplos sobre resoluciones natimuertas.
El 5 de agosto de 2008 esa entidad estatal prohibió mediante resolución el uso, instalación, modificación o adaptación de accesorios de emisión de luces de alta luminosidad, intensidad, así como diodos de emisión de luz (Led) en vehículos de motor que circulen por las vías nacionales. Dio un plazo de 15 días para quitar tales artefactos (barras led y demás) y aclaró que el objetivo era reducir la emisión de siniestros de tránsito.
En la ocasión, 2008, destacó que Intrant trabaja para implementar el Plan Nacional de Seguridad Vial, que tiene como meta reducir la mortalidad por siniestros en 30%.
El 13 de octubre de 2018, la directora ejecutiva de ese órgano, ingeniera civil Claudia de los Santos, anunció que, en coordinación con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), preparan un reglamento para el transporte de carga con el objetivo de regular todas las acciones de tales vehículos, incluidas las resoluciones que prohíben circular en el carril izquierdo.
Pero según una nota de Listín Diario de la fecha, la funcionaria aseguró que aun así Intrant emitirá resoluciones para hacer cumplir el uso del carril derecho para vehículos de doble y triple carga, las placas y sus condiciones.
El viernes 11 de enero de 2019 emitía la Resolución 0001, que establece controles de horarios, permisos de circulación de los trenes de carretera (cabezotes de doble tráiler o doble remolque), incluyendo el manejo adecuado de las cargas para garantizar seguridad vial y preservar la infraestructura, hasta que se apruebe el reglamento de transporte de carga, en cumplimiento de la Ley 63-17, de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial.
El artículo segundo de la resolución, en cuanto a medidas básicas de seguridad, dispone que los vehículos pesados no podrán exceder los 70 kilómetros por hora en carreteras troncales y 55 kilómetros por hora en las secundarias y terciarias.
Advierte que en toda vía pública de más de un carril en un solo sentido, será obligación que todo vehículo pesado transite siempre por el carril de la derecha… y que los vehículos pesados que transiten por autopistas y carreteras deberán mantener una distancia no menor de 150 metros del vehículos que va delante.
Y en adición a lo establecido en el artículo 64 de la Ley 63- 17, el vehículo pesado deberá llevar material reflectivo grado diamante en los laterales, horizontal y vertical, tan cerca de los bordes extremos como sea posible para identificar ancho, largo y altura en el cajón trasero del camión.
El 21 de octubre de 2020 advirtió que el artículo 195 de la Ley 63-17 prohíbe la circulación de vehículos equipados o modificados con cualquier tipo de parachoque no agregado por el fabricante o sin previa autorización de esa institución.
En 2021 emitió la Resolución 001 que prohíbe el uso de sirenas, pitos, luces giratorias, intermitentes y rojas en vehículos no autorizados.
¿Qué vemos a diario en las vías?
Vehículos pesados a altas velocidades, en el carril izquierdo y a dos o tres metros de los que corren delante. Autobuses, minibuses, jeepetas y camionetas con parachoques (para dañar a los otros en la selva); jeepetas, carros y camionetas y camiones con barras led y otros sistemas de iluminación para deslumbrar a otros conductores.
Jeepetas, carros, camionetas y camiones con sirenas y luces propias de ambulancias, bomberos y de la Policía, circulando por donde les dé la gana a la vista de los Digesett. Camiones, patanas y autobuses sin luces traseras, o estacionados sin las señales correspondientes, o con una rama de árbol, o un neumático como advertencia.
Una plaga de motociclistas zigzagueando y cruzando en rojo los semáforos de cada intersección, a la vista de los agentes controlares del tránsito. La mayoría de ellos circula sin casco de seguridad, o usando uno de juguete que nada resuelve ante un siniestro, pero conforma al policía que aparezca.
Decenas de carros de concho y minibuses violando cada capítulo de la Ley, destartalados, con neumáticos lisos, sin luces ni cinturones de seguridad, arrollando todo a su paso, dañando vehículos ajenos, compitiendo a alta velocidad en las avenidas y deteniéndose súbitamente donde le plazca para recoger pasajeros; provocando “accidentes”, y, ay de aquel que les reclame, porque la siguiente escena es sobre machetes, tubos o pistolas en manos.
Esto es un relajo, un manicomio desatendido.