Se puede y se debe creer aun ante el retiro de la propuesta de reforma fiscal en cuanto a las expectativas de reformas en general, en el verdadero interés del Gobierno de contribuir a la solución, entre otros, de potenciales muy serios problemas.  Hasta no descartar en un futuro no muy lejano un desastroso colapso de la economía dominicana.

Se trata además de la conciencia de que en la República Dominicana como en ningún otro país del mundo, no es la magia que configura las bases de su desarrollo.  Como no lo es en un país de un Estado tan efectivo como Alemania, en la actualidad con su economía en crisis; no hablar del paradigmático Japón cuyo desarrollo en pocas décadas después de una devastadora guerra hicieron que las miradas del mundo se dirigieran hacia el país asiático, más hace décadas que no sale de forma definitiva de una complicada situación económica ya con la deuda más grande del mundo, superior al 200% del PIB.

Mientras en Alemania y Japón no tiene significativo efecto en cuanto a las condiciones básicas de vida de la población, en la República Dominicana produciría los mayores estragos.

En el país si se ponderan las expectativas de las reformas también desde la población en general, es lógico entender la preocupación de que su situación se deteriore; además se cuestionan muchas actuaciones desde el Estado cuyos niveles  de gastos no se justifican y menos aún ante sus pésimos resultados.

Aunque se hace acento en lo económico, no olvidar que los objetivos de las reformas lo trascienden. Se destaca la iniciativa de fortalecer los fundamentos de la democracia dominicana como es el propósito de la ya aprobada reforma constitucional. También la intención- por ahora nos quedamos con la intención- de las reformas en cuanto a la estructura orgánica y funcional de varias instancias del Estado como ministerios y direcciones generales, así como la reforma laboral.

De ahí la importancia en cuanto a prestar atención a voces que parecen “clamar en un desierto”, en cuanto a respaldar las expectativas de reformas con un programa de desarrollo organizacional y gerencia que implique un profundo reenfoque hacia un Estado realmente efectivo.

Desde una perspectiva integral concluir ante el retiro provisional o definitivo de la propuesta de reforma fiscal que más que un problema del Gobierno, y particularmente del presidente -justo es reconocer que no lo ha eludido- reiterar doce años (¡?!) después de haber sido dispuesta por la Ley 1-12 de Estrategia Nacional de Desarrollo, que compete a toda la nación… y sigue ahí.