La educación tiene un tiempo coleccionando titulares, no por los motivos que me hubiera gustado aparecieran, si no por asuntos negativos como: licitaciones cuestionadas, mal manejo de recursos, nombramiento de botellas, bajo rendimiento de los estudiantes, etc. Una de las últimas divulgaciones aparecida en los medios da cuenta, de que en la sede central del Ministerio de Educación aparecen nombrados más de ocho mil personas; si damos crédito a esa información se tiene que llegar a la conclusión que en esa edificación no caben ni parados uno al lado de otro esa cantidad de gente, creo que si todas acuden al mismo tiempo el edificio podría colapsar.
Opino, que los resultados y las experiencias obtenidas a través del tiempo indican que designar políticos para que dirijan ese importante Ministerio no es una buena decisión, casi todos enloquecen, creen que son líderes predestinados para ocupar la Presidencia de la República y sus actuaciones se desvían del que debería ser el propósito principal de sus actuaciones; gestionar de forma eficiente, responsable y honesta esa cartera y lograr que la calidad de la educación mejore en el país. Pero los cantos de sirena los obnubilan y el inmenso presupuesto que manejan les hace creer que son poderosos e invulnerables y así van de tropiezo en tropiezo hasta que fracasan, dejando a la educación igual o peor que como la encontraron.
Esperamos que el nombramiento de Angel Hernández como nuevo Ministro de Educación, una persona con muy buena preparación y alejado del quehacer político, le dé a ese Ministerio, tan necesitado de nuevos aires, un rumbo correcto encaminado a lograr una educación de calidad en las escuelas públicas, que al fin saque a la República Dominicana de los últimos lugares que viene ocupando desde hace tiempo en todas las mediciones sobre rendimiento escolar que se realizan.
Es preciso señalar, que para que esto se haga realidad, es necesaria la colaboración del sindicato de maestros (ADP), que tradicionalmente no ha sido propenso a apoyar los planes que propone el Ministerio, a menos que estos signifiquen ventajas para ellos.
Nunca me cansaré de repetir, que la educación es la única vía para el progreso y el desarrollo de la Nación y sus habitantes; sin una buena educación continuaremos siendo un país de salarios bajos y movilidad social limitada, en donde sus ciudadanos serán cada vez más dependientes del Estado y sus dádivas, estando sus posibilidades de progreso limitadas por la ignorancia.
Para la verdadera transformación de la República, la calidad educativa en todos los órdenes es fundamental, es imprescindible contar con ciudadanos mejor educados que puedan ser agentes de innovación y cambios.
Estamos conscientes que en materia de educación los cambios son lentos, por eso es importante que esta necesidad nacional sea vista como un proyecto de Nación fundamental para el futuro de la patria.
Los países que han sido exitosos en la ejecución de planes a largo plazo han logrado una importante concertación entre los sectores público y privado y tener un sistema educativo eficiente que prepare a sus estudiantes para enfrentar con éxito el mundo que les espera requiere un gran acuerdo nacional que vaya más allá de la retórica y que de una vez por todas enfrente ese problema y lo resuelva.
Se logró convertir en realidad la asignación del cuatro por ciento para la educación preuniversitaria, monto que en la práctica no ha logrado mejorar la calidad de la educación, pues movilicémonos y obliguemos a los responsables a utilizar esos recursos de manera adecuada y convirtámoslos en motor impulsor del tan necesario salto cualitativo que requiere este país.