El 16 de agosto de 1974 esbirros balagueristas asesinaron al líder campesino Santiago Rodríguez Paula, (Chago) Viejo Pedro, en el paraje Guaco, en La Vega. Su “delito” luchar por reivindicaciones para los campesinos de la zona nordeste y contra el régimen tiránico de los “doce años”.
Viejo Pedro era un humilde campesino, de la Güiza, San Francisco de Macorís, pasó a residir en Villa Rivas y el Bajo Yuna, donde laboraba como jornalero. En esas actividades conoció al inmenso revolucionario Amín Abel Hasbún, a este último su partido (MPD) lo había enviado a realizar trabajos políticos en la zona, en atención a la línea ideopolítica que establecía lo mejor al campo. Amín lo vinculó a las actividades democráticas por el derecho de los campesinos a tener sus propias tierras y las libertades públicas.
De una persona con una educación harto precaria y con posiciones políticas atrasadas, Viejo Pedro se convirtió en uno de los principales líderes campesinos del Nordeste. Encabezó jornadas de lucha para recuperar en provecho de los agricultores grandes extensiones de tierra del Estado, usufructuadas por terratenientes.
El aguerrido compañero Freddy González (de los héroes en el combate contra el balaguerato) también en labores revolucionarias en el Cibao, conoció a Viejo Pedro, en torno a su vehemente espíritu de lucha ha señalado:
[…] puedo afirmar que poseía una inteligencia natural, la sapiencia propia del hombre del campo, de un valor espartano y firme en los principios que abrazó con amor y convencimiento”.
Su progreso en las ideas y actividades revolucionarias fue tan extraordinario como dirigente y organizador de luchas agrarias, que provocó las fuerzas retardatarias le pusieran precio a su cabeza.
Ante la insistente persecución que era víctima, sus compañeros consideraron prudente trasladarlo a otra área para preservar su vida. Fue enviado a La Vega donde prosiguió sus actividades revolucionarias con los campesinos, bajo la consigna de: «La tierra para el que la trabaja».
El 16 de agosto de 1974, fue ubicado por sus perseguidores en el Paraje Guaco de la Sección Burende en La Vega. Freddy González ha recogido para la historia los instantes finales de este acoso policial, descrito por Antonio Reyes Durán, quien acompañaba a Viejo Pedro en aquellos momentos aciagos:
[…] fuerzas combinadas del ejército y la policía, tendieron un cerco alrededor de la casa de Juan Vargas y de la mía de manera simultánea. Chago fue avisado por mi primo Félix Fernández y salió rápido por el Río, pero fue golpeado con una piedra cayendo al suelo, al salir a la finca de Armando Sánchez, fue atrapado y golpeado salvajemente a culatazos y palos. Lo llevaron al Callejón de Rosa y Don Caraballo y ahí lo terminaron de rematar ante la mirada incrédula de los moradores del lugar”.
Los asesinos el teniente Polanco, el sargento Tavares y el cabo Burende. Sus compañeros fueron apresados y obligados a subir a una camioneta, donde también lanzaron su cadáver. El teniente Polanco cuando llegaron al cuartel de la policía, informó: “ya murió el perro ese”.
Los amos de estos matarifes, entendieron que la muerte física de Viejo Pedro despejaba un obstáculo en su odiosa labor de frenar las luchas por reivindicaciones sociales y las libertades públicas. No obstante, el sacrificio de este y otros líderes campesinos como Mario Balderas, fueron estímulos para continuar enarbolando con más ahínco sus banderas de lucha contra ese régimen despótico . Recuerdo en la UASD el otrora movimiento estudiantil, repudió esos crímenes con una vibrante consigna en honor a los mártires campesinos: «Romper las alambradas y las empalizadas, la tierra de Quisqueya para el que la trabaja».
Brígido Peguero, distinguido dirigente revolucionario fallecido a destiempo, al resaltar sus cualidades humanas y sociales, sentenció que ese 16 de agosto de 1974:
“Pero ese día el Viejo Pedro no murió, como no mueren los mártires de la lucha del pueblo. Ese día se sembró para siempre, por eso le rendimos tributo cada año, a su ejemplo de militante revolucionario integro, ejemplar y de sólidos principios, sigue vivo”.
En Castillo, San Francisco de Macorís, desde hace varios años fue develizada una tarja en honor al líder campesino asesinado, y recientemente con motivo del cincuentenario de su muerte en Guaco, La Vega, fue instalada otra tarja en su honor.