“A los que le gusta la plata hay que correrlos de la política, son un peligro”. José “Pepe” Mujica.
La “fiesta de la democracia” acaba de concluir con el triunfo del presidente Luis Abinader Corona, que podrá ver realidad su eslogan de campaña: ¡Un solo gobierno…! Con el 34 % a su favor del total de inscritos en el padrón electoral y una abstención del 46 %, se alzó con la victoria. Obtiene el control absoluto de los poderes del Estado con el apoyo de entidades de izquierda y progresistas. ¡Qué vergüenza!
Ahora vendrán las reflexiones, críticas y autocríticas y demás sandeces. Pues, al final volverán a repetir las mismas teorías, acciones prácticas, actividades, comportamientos y tácticas coyunturales a los que nos tienen acostumbrados. En estos están incluidos los que se ausentan de las elecciones y los que participan en ellas. Ya basta con los “golpes de pecho”, cada vez que la realidad les da en la cara.
Pretendo, sin interés de molestar, describir un comportamiento dual que viene haciendo daño a la izquierda y al naciente progresismo criollo, que los iguala a los partidos tradicionales y mayoritarios.
La “búsqueda” constituye una categoría histórica que se puede encontrar en todas partes de nuestro país. Se atribuía exclusivamente a los sectores conservadores, políticos y aquellos que disfrutaban el poder estatal. En otros escenarios, los emprendedores y el trabajo informal se extienden por nuestras avenidas, calles, callejones y casas de familias. Son los mejores ejemplos.
En el ámbito político, la “búsqueda” se produce cuando alguien se dirige con su proyecto político en las manos al Palacio Nacional, con el objetivo de obtener posiciones electivas, nombramientos y financiamiento mediante contratas. Existe una amplia variedad de medios para la obtención de beneficios económicos y financieros. La búsqueda no es un delito, pero cuando el líder político la usa como un negocio, deja mucho que desear: descrédito.
Ahora, nuevos tiempos, la” búsqueda” se manifiesta en el litoral de izquierda y progresista. No importa el daño que provoca para coronar sus propósitos individuales y de grupos. Entre los revolucionarios es un sacrilegio. Intentan santificarlo con la ayuda del gobierno de turno, porque sabe que en la lucha ideológica es el arma mortal para doblegar, endulzándole la vida con las mieles del capital, a los muchachos.
La lucha ideológica contra el capitalismo es una guerra a muerte. Lo pueden matar y quedar vivo. Un muerto andando es lo que queda cuando el capital logra vencerte. La verdadera izquierda no puede aceptar la llegada, como si nada, de la “búsqueda” a sus predios. Un agente perturbador, con alto grado de peligrosidad, que atenta contra su existencia precaria. Los progresistas, corriente política contemporizadora, tienen el peligro de igualarse con los responsables de la desgracia de la población y los trabajadores.
Todos esos respaldos a los candidatos municipales del PRM y a la reelección presidencial, por cargos públicos y ventajas palaciegas, son aberraciones políticas e inaceptables que caen en el rango de la “búsqueda”. Este no es un gobierno cualquiera. El presidente Abinader se maneja con espíritu de clase en cualquier conversación y acuerdos que realiza con los alternativos. No se duerme en sus laureles, sabe perfectamente por donde le entra el agua al coco.
Los intentos conspiradores para provocar el fracaso de la unidad de izquierda y progresista, llegaron desde diferentes latitudes políticas y económicas, incluyendo las de fuerzas extranjeras que metieron todo el brazo. Las pretensiones saboteadoras consiguieron sus objetivos al contar con colaboradores a lo interno del proyecto unitario. Supuestamente, “coincidían” en la etapa democrática, pero tenían una carta bajo la manga.
El movimiento revolucionario, democrático, popular y progresista, esperaba con entusiasmo la unidad anhelada para poner a caminar una alternativa política y electoral, distinta y diferente a la partidocracia que se disputa el poder. No había ningún motivo valedero, ético y moral, para inclinar a favor de la reelección presidencial ese segmento importante de los alternativos. Prefirieron hacerlo separados, pero al final se les vio el refajo.
Si usted abandona sorpresivamente un proyecto electoral unitario, en el que participa como precandidato presidencial, para irse a respaldar la reelección presidencial por un puesto público, echando un balde de agua fría al propósito de unidad. ¿Cómo se llama la obra?