Hace 15 años, un sueño se cumplió. Mi papá, cocinero empírico, decidió aventurarse a abrir un restaurante. Lo hizo desde el miedo, con ilusión, pero conociendo los riesgos asociados a invertir en el sector.

“La Trattoria” nació como resultado de una crisis. Habiendo agotado sus reservas, producto de una enfermedad crónica, abrir un restaurante era para mis padres el cumplimiento de un sueño y, a la vez, la búsqueda de una fuente de ingresos alterna.

Así, a finales del año 2009, en un local pequeño “escondido” en una plaza de la ciudad de Santo Domingo, inició la aventura que, hoy día, es el centro de nuestra familia y un negocio próspero que ha roto los pronósticos de su sector.

Ciertamente, 15 años es una eternidad en el mundo de los restaurantes, y en el caso nuestro, habiendo sobrevivido una segunda enfermedad (en esta ocasión, terminal), muchos altos y muchos bajos, es más aún un resultado de extraordinaria satisfacción.

Con lágrimas en los ojos, y en el corazón, escribo estas líneas, pues me reboza el orgullo que siento por mi familia, en especial mi madre, quien por tantos años ha sostenido las fuerzas para trabajar el negocio y la esperanza en que, a pesar de tantas crisis, seguiremos adelante. Mis hermanos, por su parte, quienes, al igual que yo, nos fuimos incorporando en él sin experiencia previa y nos mantenemos, hoy día, más que por los frutos económicos del mismo, por los sentimientos que nos afloran cada vez que llegamos al local, y vemos, en cada esquina, los recuerdos que durante tantos años hemos acumulado.

Recordamos a mi padre en cada receta creada y en cada empleado que lo conoció y trabajó con él de cerca, en cada cliente que, desde que llega, nos relata alguna anécdota de cuando él estaba vivo, y le preparaba alguna receta creada en el momento, o se inventaba algún plato nuevo inspirado en un antojo especial.

Pero, también, me enorgullece pensar en lo que Trattoria representa para mi familia, más allá de estos recuerdos; representa un negocio que ha sido exitoso en base al esfuerzo arduo y tenaz de una familia que trabaja en conjunto por una meta en común, en base a un trabajo serio y digno, que ha sido ejercido desde el respeto al derecho de nuestros empleados, a la ética con nuestros proveedores, y al amor genuino que sentimos por nuestros fieles clientes.

El que trabaja en una empresa familiar sabe que esto es mucho más que un negocio o una fuente de ingresos. La Trattoria, para nosotros, siempre será el lugar donde hemos visto nuestros empleados y nuestros clientes crecer, formar familia, celebrar todo tipo de ocasiones y, sobre todo, brindar un apoyo incondicional respecto del cual las palabras de agradecimiento nunca serán suficientes.

A Dios las gracias por darnos las fuerzas de seguir adelante. A todos ustedes que nos visitan y nos apoyan, eternamente, gracias.