El tiempo es, en sentido general, una magnitud física que se utiliza para medir la duración, simultaneidad y separación de los hechos y acontecimientos. Esto permite ordenar acontecimientos en una secuencia, de la que se desprenden las nociones de pasado, presente y futuro. Aristóteles habría sido el primero en tematizar el "tiempo del reloj", pensó el tiempo como número y medida del movimiento, y para él era importante reconocer que no podemos hablar de tiempo sin cambio.
En pleno siglo XXI el ser humano viaja en múltiples velocidades, la tecnología va marcando una nueva era para quienes habitamos la tierra. Vamos en constante evolución y cambio, poner una pausa en nuestro modo de vivir no es una opción para muchos. Resulta interesante contemplar el crecimiento de una planta, desde el colocar la semilla en la tierra, hasta disfrutar de ver germinar poco a poco ese brote verde que se fortalece en la medida que corren los segundos, minutos y horas. Así también transcurre nuestra vida. Hace unos años atrás no veía el paso del tiempo como lo percibo hoy, quizás en la medida que vamos madurando somos capaces de valorar más el vivir en plenitud. En mi caso particular, cada vez que me hacen una invitación a un lugar y descubro que la persona o el sitio no me resultan interesante, ni atrayente, al punto de desear querer permanecer, comienzo a sentir una sensación de robo de tiempo al reloj de mi vida. Y no soy capaz de disimularlo mucho, por lo que voy aprendiendo a dejar y soltar todo eso que me impide saborear a gusto el momento. De ahí que termino marchándome y eligiendo compartir mi tiempo con otros u en otro lugar.
Hace poco una persona de juventud acumulada me decía que no valore tanto el tiempo y lo deje correr, pero en este año he perdido dos seres muy queridos en mi vida y eso me ha dejado la lección de apreciar cada segundo que vivo y con quién lo vivo. De ahí que la frase el tiempo es oro se convierta en ley para todos. Que perder la disposición de servicio, el ánimo y la interacción de calidad no sea una opción. Hablar lo necesario, siendo precisos y concisos, debe ser nuestra meta para que el aburrimiento, desinterés y la desmotivación dejen de asomarse en nuestro caminar. Que aprendamos a descubrir lo valioso de compartirnos en tiempo y espacio, sobre todo, con las personas amadas, y que eso, siempre, valga la pena.