Se ha dicho en innumerables ocasiones que el progresismo camina triunfante en América Latina y el Caribe. Recorridos que llegan con profundo sentimiento de alegría y satisfacción al movimiento revolucionario dominicano, sin excepción. Provocando, en un segmento importante de ese litoral, preguntarse: ¿Y nosotros pa’ cuándo?
Es verdad ha caminado y camina triunfante, en varias elecciones nacionales celebradas en la región, en la misma cara de una de las potencias que domina y somete al mundo: Estados Unidos de América. Y no le ha toca de otra que aceptar sus resultados. Actuando contrario, en otras ocasiones, felicitan a los ganadores y envían delegaciones oficiales de altos rangos en la toma de posesión.
Cuando el tránsito democrático es interrumpido por imposiciones dictatoriales, golpes de Estado, y gobiernos que someten a la población en horrendas olas de terror, persecuciones, exilios, crímenes, etc., se levanta una oposición política violenta para enfrentar la represión oficial, y sobrevivir en lucha permanente por establecer un orden de derecho y en democracia.
La maltrecha democracia que disfrutamos se conquistó con la lucha, en diversos escenarios, de nuestro pueblo; de revolucionarios y comunistas que abonaron con su sangre el camino recorrido hasta llegar al estadio actual. Sin embargo, conservadores, oligarcas y políticos corruptos, se alternan el poder.
Ha llegado el momento de terminar la mala racha, de no pegar una, y ponerse el uniforme de la unidad, con sus mejores jugadores, hombres y mujeres, para formar, articular una alternativa política electoral competitiva, capaz, inteligente y audaz. Que sepa compactar sus fortalezas, administrar sus recursos; y saber tocar, batear largo, y correr, como un lince, las bases.
El progresismo es una corriente política que no es homogénea en la región, se alimenta de las características económicas, políticas, sociales, y hasta geopolítica, de cada país por dónde camina. Y nosotros no somos la excepción. Es recomendable, por consiguiente, tener una estrategia y táctica electoral que se corresponda a nuestra realidad objetiva, sin inventos, Penetrar, con un programa democrático de gobierno, actividades y consignas, en la sociedad y diferenciarse de los que han aprovechado su paso por el poder para beneficiarse.
El progresismo criollo se encuentra disperso, agrupados en varias organizaciones que sustentan personalidad jurídica para participar en las elecciones nacionales, congresuales y municipales. Su desempeño en pasados comicios, ha sido un fracaso; por la sencilla razón que no han superado la dispersión, ignorando el sector popular y social, y, de manera puntal, desconocer el poderoso ejército de personas independientes, provenientes de diversos sectores de la sociedad.
Ante el deterioro ético y moral, falta de credibilidad, de los partidos políticos dominicanos, se ha creado un espacio coyuntural que debe ser ocupado por fuerzas progresistas, democráticas y de izquierda; donde el sector popular y social juegue un papel estelar. En el ayer se presentaron varias oportunidades parecidas, y se han desperdiciado, por la visión limitada de observar los fenómenos, coyunturales, en movimientos. En esta ocasión, no se puede fallar, la población no lo perdonaría.
En este momento la responsabilidad recae sobre los hombros de Alianza País, Frente Amplio y el Movimiento Patria Para Todos, organizaciones progresistas, democráticas y revolucionarias, para ponerse las pilas y concretizar acuerdos y compromisos en la formación de una maquinaria unitaria y electoral que participe en las próximas elecciones nacionales en el 2024.
“No me lleve muy deprisa, ni muy despacio”.
No hay tiempo que perder, con cuidado, vamos al mambo.