El pasado miércoles, en un importante evento celebrado en el Museo de Arte Moderno, la Fundación Hamlet Hermann anunció al país su nacimiento. En este acto se puso en circulación la cuarta edición del libro “Caracoles”.
Que mi memoria recuerde, de los eventos, que no son pocos, que me ha tocado organizar o presenciar, por mis funciones públicas o privadas, ninguno ha tenido las características de reunir, en sí mismo, dos actividades tan íntimamente relacionadas en un propósito común. Se trata de la celebración de los noventa años del nacimiento de Hamlet Hermann. Ninguna otra ocasión podría ser mejor.
Una fundación es una institución con vida propia y un objetivo común. En el caso de la Fundación Hamlet Hermann, no hay duda, de que tendrá entre sus múltiples tareas mantener vivas las ideas y el compromiso de este extraordinario hombre con la nación dominicana, muy especialmente con los valores de la democracia y la libertad.
Hamlet Hermann es unos de los hombres más extraordinarios que ha tenido la nación dominicana. Fue catedrático de la universidad del Estado, la UASD.
Nadie simboliza a la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, como Hamlet Hermann. Fue su alumno, deportista, profesor, director de su primer centro de cómputos, director del Colegio Universitario y uno de sus grandes intelectuales.
La UASD está académica y moralmente obligada a convertirse en la principal aliada de esta importante fundación que ha nacido con buen pie y claro horizonte.
Me permito citar el último párrafo del prólogo, de la autoría de Roberto Cassá, de esta cuarta edición del libro “Caracoles”: “La memoria de Hamlet ha de ser cultivada. Ciudadano comprometido con la patria, entregó su vida a la lucha revolucionaria, a la promoción de la cultura académica y al rescate del pasado.”