Nuestros Obispos se dirigieron a las próximas autoridades y al pueblo dominicano en su mensaje del pasado 27 de febrero, 2024. Con el título “tiempos de esperanza y responsabilidad” la Conferencia del Episcopado Dominicano publicó su mensaje con el fin de “iluminar la actual situación social y política” (No. 1).
Desde 1973 leo con interés estos mensajes. Me da la impresión de que la minoría que se entera de estos pronunciamientos episcopales les presta la misma atención que a esos mensajes difundidos en los aviones antes de emprender el vuelo mientras los pasajeros se acomodan en los asientos y se ajustan sus cinturones de seguridad: se escuchan como una música de fondo, se espera que sean breves y no pasen de avisos sin consecuencias.
Pero si usted les dedica tan siquiera unos minutos a recorrer los 33 números del Mensaje (disponible en: Mensaje-27-de-Febrero-CED-2024.pdf) comprobará su dramática pertinencia y la serena competencia de sus enfoques.
Observe la primera prioridad que los obispos presentan a las autoridades que resulten electas este mayo: la familia:
“La frágil estructura familiar es una causa fundamental
de la creciente delincuencia e inseguridad ciudadana.
Un alto porcentaje de los hogares dominicanos
están liderados por mujeres jóvenes, solas y pobres,
enfrentando desafíos críticos como alimentación,
vivienda, seguridad y salud. La pobreza, la falta de
capacitación laboral y la delincuencia a menudo tienen
su origen en familias disfuncionales, donde madres
solteras y abandonadas luchan heroicamente por
sus hijos” (No. 19).
Con su mensaje, los obispos nos responsabilizan a todos. Nuestros pastores ponen el dedo en la llaga de la cual manan decenas de problemas sociales y económicos. ¿Dónde romper el ciclo fatal de “pobreza, falta de capacitación laboral y delincuencia” generado por “los hogares dominicanos lidereados por mujeres jóvenes, solas y pobres”? Este ciclo fatal solo se romperá enfrentándolo desde diversos ángulos, creando alternativas, nuevas visiones y modelos, desde la educación, las Iglesias, los medios informativos, las expresiones culturales y la creación de puestos de trabajo. Pero no basta.
Sugerimos respetuosamente a las personas y entidades competentes en esta materia trabajar en esta dirección: valiéndose de los amplios recursos informativos del país y las redes sociales dirigirse directamente a estas madres solas y pobres con el fin de empoderarlas respecto de lo que está en su mano gestionar; informarles de las ayudas disponibles y los programas, que responden a sus necesidades.
La precariedad de las mayorías fabrica círculos y redes de pobreza, fortalecidos a su vez por núcleos familiares en manos de mujeres jóvenes solas y en necesidad, que seguirán alimentando los anillos de la terrible espiral de la pobreza. El ciclo solo se romperá atacándolo con múltiples factores, pero me parece que el más eficaz sería si gobierno y particulares estudiamos el asunto y averiguamos qué han hecho otros para capacitar a estas madres “solas, jóvenes y pobres” pertenecientes a las mayorías, a fin de que ellas mismas sean las protagonistas de su lucha hacia una vida más digna y humana para ellas y sus hijos, nuestros hermanos conciudadanos.
Dónde romper el ciclo
Educación
Iglesias
Medios de comunicación
Que propone la cultura
Oportunidades de crecimiento en valores
Las mismas mujeres que sean protagonistas
Serie de podcast.
Personal competente, propuesta, información disponible, dónde recibir ayuda, pastoral matero infantil en las parroquias.
El reto las mayorías.