En tiempos de adversidad, cuando las aguas se tornan turbulentas y el silencio parece ser la respuesta más cómoda, es cuando la verdadera esencia del liderazgo debe emerger. Un líder no puede permitirse ser un mero espectador; tiene la responsabilidad de ser la voz que otros necesitan escuchar, la voz que resuena no solo en nombre propio, sino en representación de aquellos que aún no encuentran la fuerza para hablar. La voz de un líder debe ser alta, pero siempre respetuosa; contundente, pero profundamente realista. Es su deber enfrentar la incomodidad y el riesgo de la crítica, sabiendo que el liderazgo no es sinónimo de popularidad, sino de convicción.
Hay momentos en que la pasividad puede ser una tentación, en que el temor a la desaprobación podría sugerirnos quedarnos callados. Sin embargo, la principal responsabilidad de un líder es romper ese silencio con una declaración honesta y justa, aun cuando el costo sea la oposición. Es fácil liderar en tiempos de calma, pero el verdadero liderazgo se forja en la adversidad, cuando otros eligen callar.
En el complejo y desafiante mundo del poder, especialmente en el mundo empresarial, y de los grandes puestos o títulos, tomar la decisión de ingresar a él con voz propia, no puede ser una elección impulsada por la pasión únicamente. Tal como Simon Sinek plantea en “Start with Why”, es fundamental comprender el propósito, el “por qué” detrás de nuestras acciones. No se trata de la búsqueda de reconocimiento, riquezas o prestigio, sino de algo más profundo y esencial que da significado a nuestro viaje. Cuando decides adentrarte en este ámbito, debes cuestionarte continuamente: ¿Por qué estoy aquí?
Entrar en el “juego” del poder y el liderazgo, implica estar bajo el escrutinio constante, convertirte en un blanco para los ataques. En ese contexto, tener un propósito bien definido se vuelve aún más crucial. Ese “por qué” será el ancla que te mantendrá firme frente a las críticas infundadas y te permitirá soportar las tormentas sin perder tu esencia.
Para encontrar ese propósito, es necesario ser auténtico/a, prepararse para todas las posibilidades y aceptar la magnitud del poder que adquieres. Solo así, al mantener la claridad sobre tu razón de ser, encontrarás el valor de tu esfuerzo y el sentido de tus logros, asegurando que, a pesar de todo, haya valido la pena cada desafío enfrentado.
Les recuerdo, que liderar es actuar con el firme convencimiento de que la voz que levantamos es más que la nuestra; es la suma de esperanzas, sueños y derechos de quienes esperan ser vistos y escuchados. Un líder habla no por vanidad, ni por el interés personal de ocupar un lugar prominente, sino porque cree en un propósito mayor, en el “por qué” que lo impulsa, y en la necesidad de construir un camino común para todos. Ser líder es mantener viva esa llama, guiando a otros hacia un futuro donde la verdad sea dicha y donde la justicia sea la norma, aun cuando el precio a pagar sea la soledad del silencio de la mayoría o el disenso de algunos.