En el artículo precedente citamos erróneamente uno de los libros de Joaquín Balaguer. En lugar de Diario de Cristóbal Colón, el título correcto de la obra es Colón: precursor literario, en la cual, valga la acotación, el autor desarrolla un análisis literario y poético de las frases y expresiones que vertió el almirante genovés en su célebre diario.
Se trata de una obra en que su autor ofrece muchos datos históricos, cita a múltiples autores clásicos, y pone de manifiesto su admiración por el lenguaje y el lirismo empleados por Colón para describir los paisajes que fue avistando en América con el devenir de sus viajes, a los cuales le atribuye un extraordinario valor literario y poético.
Independientemente de su rol en la dictadura de Trujillo y de los aspectos criticables de sus gobiernos y de sus posiciones políticas, históricas e ideológicas, Balaguer fue un intelectual de amplísima cultura, un gran prosista y orador político, cuya obra literaria, en sentido general, resulta útil leer tanto por su rigor académico como por el dominio que exhibe de la escritura y de los autores clásicos.
Para muchos entendidos en el género de la poesía, quien fuera biógrafo de Juan Pablo Duarte en El Cristo de la Libertad, así como de Antonio Duvergé en El Centinela de la frontera, fue también un destacado vate.
A propósito, uno de los más fecundos escritores e intelectuales dominicanos de las últimas décadas, el periodista, ensayista, diplomático y poeta Cándido Gerón, quien me honra con su amistad y distinción, ha sido de los que compartió – como pocos – en intimidad con el doctor Balaguer, como se revela en su obra testimonial Mis conversaciones con Joaquín Balaguer.
La pluma doctísima a la que se refería Balaguer era el sacerdote Oscar Robles Toledano, a quien consideraba un gran pensador y el verdadero autor del susodicho artículo publicado bajo la firma de Bonnelly, conforme se hace constar en la obra.
En esa obra se relatan anécdotas inéditas como las intervenciones del autor ante el entonces presidente de la República en procura de evitar que los escritores y poetas Manuel Rueda y Antonio Fernández Spencer fueran desalojados de sus viviendas, correspondiendo el mandatario con la autorización de la donación de sendas viviendas del Estado para ser asignadas a dichos literatos, a los cuales profesaba admiración y respeto.
Asimismo, en la misma se narran diálogos sostenidos entre los dos poetas sobre temas literarios, históricos y políticos, resaltando la admiración del taimado líder reformista por Rafael Estrella Ureña, a quien consideraba “el más grande y el más vibrante de los dominicanos, a quien Dios ha concedido el don de la palabra alada”.
Por cierto, con relación a sus creencias, en la página 205 de la comentada obra, se revela el esoterismo de Balaguer, el cual tenía ensalmados cada uno de sus sombreros, según afirma el poeta Gerón.
Narra el autor que, en una de sus conversaciones con el líder político, ante la pregunta de su amigo Sócrates Hernández García sobre si creía en el esoterismo, el enigmático jefe de Estado les respondió sin pérdida de tiempo: “Quien no está resguardado espiritualmente corre el riesgo de ser atacado por los demonios”, sonriendo a seguidas de manera sardónica.
En dicho encuentro Balaguer también le expresó a sus interlocutores que no creía en Dios, pero sí en la Virgen de la Altagracia, a la cual veneraba, confesándoles que siempre llevaba consigo su imagen en la solapa de sus chaquetas.
Este libro testimonial culmina con una genealogía del fenecido escritor y político, luego de la carta de respuesta de Balaguer a un artículo crítico calzado por el Lic. Rafael F. Bonnelly, en la cual contesta con ironía y mordacidad una serie de acusaciones que este le formulara y pone en entredicho su capacidad para escribir el artículo de marras, expresando a su adversario, entre otras cosas, lo siguiente: “Es posible que esa transformación en sus formas de escribir la haya adquirido usted durante los meses que pasó visitando diariamente el Vaticano mientras negociaba el Concordato con la Santa Sede, de donde también sacó el olor a sacristía que trasciende ahora a muchas de sus actitudes. Desgraciadamente, para los buenos catadores literarios, el estilo denuncia siempre al hombre. No se necesita ser demasiado sagaz para saber que usted pone en sus cartas y en sus documentos el odio y la pasión, y que otra pluma doctísima, muy admirada en todos nuestros ambientes culturales, pone todo lo demás”.
La pluma doctísima a la que se refería Balaguer era el sacerdote Oscar Robles Toledano, a quien consideraba un gran pensador y el verdadero autor del susodicho artículo publicado bajo la firma de Bonnelly, conforme se hace constar en la obra.
Por su parte, la obra de Cándido Gerón abarca la poesía, el ensayo histórico y literario, la crítica e historiografía pictórica, el relato político, así como el periodismo, esencialmente cultural.
Una de mis obras favoritas de este prolijo escritor dominicano y sancristobalense lo es Juan Bosch, documentos inéditos de la Revolución de abril de 1965, la cual consideramos como una de las investigaciones más interesantes y documentadas que se han publicado en torno a las circunstancias del golpe de Estado de 1963 y la Revolución de abril de 1965.
Sobre ese proceso histórico de la República Dominicana se han escrito otras obras importantes cuya lectura es igualmente recomendable para obtener una perspectiva completa del mismo. Entre ellas se encuentran: Golpe y Revolución, de Víctor Grimaldi, La democracia revolucionaria, imágenes y documentos del gobierno constitucional con respaldo popular, presidido por Juan Bosch en 1963, de René Fortunato, Verdades ocultas del gobierno de Juan Bosch y de la Guerra de Abril, con relato inédito del capitán constitucionalista Ricardo Antonio Bodden López, de Víctor Gómez Bergés, Coronel Rafael Fernández Domínguez, Soldado del Pueblo y Militar de la Libertad, de Arlette Fernández, Como los americanos ayudaron a colocar a Balaguer en el poder en 1966, de Bernardo Vega, y, por supuesto, Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, de Juan Bosch, en la cual el escritor y expresidente ofrece un profundo análisis de las circunstancias que se conjugaron para que se produjeran los referidos acontecimientos que desconocieron la voluntad popular, cercenaron el primer ensayo democrático de la historia dominicana y mancillaron la soberanía nacional a través de la segunda intervención militar norteamericana del siglo XX.
Otros libros interesantes de carácter testimonial que tratan sobre la época del golpe de Estado de 1963 y la Revolución de abril de 1965, o de episodios ocurridos en ese período histórico, son: Vivencias de un guerrillero, de Rafael Pérez Modesto, Guerra Patria de 1965, de Bonaparte Gautreaux Piñeyro, Intimidades de la Era Global, de Bernardo Vega, y más recientemente, Relatos de la vida de un desmemoriado, de Antonio Isa Conde.
Sobre el papel de una parte de la izquierda dominicana en el proceso político desde la época de Trujillo hasta los 12 años de Balaguer, una obra particularmente cautivadora, amenamente narrada, lo es Notas autobiográficas: recuerdos de la legión olvidada, de Cayetano Rodríguez del Prado.
Acerca del asesinato del líder del Movimiento Popular Dominicano (MPD), Maximiliano Gómez (El Moreno), padre del dirigente político, escritor e intelectual Guido Gómez Mazara, y la horrenda muerte de Miriam Pinedo, viuda del dirigente del mismo partido Otto Morales, es preciso leer Morir en Bruselas, de Pablo Gómez Borbón, considerado el trabajo de investigación más serio y detallado que se haya publicado sobre esos sucesos, aunque se encuentra escrito en forma novelada.
Esta breve reseña sobre autores y libros dominicanos la dedico a doña Ligia García, mi madre, ávida lectora de la literatura y la historia nacional, así como a los ensayistas, escritores y articulistas dominicanos de valía, sin cuya labor este pueblo nuestro exhibiría hoy día mayores niveles de ignorancia, incultura, violencia y atraso institucional, político, científico, educativo y social.