Desgarrado, calvo, pellejudo: el León no es ni sombra de lo que era. Su rugido, convertido en maullido, ni asusta ni convence: ha mentido demasiado, incluso para un político. Se le ha visto el refajo: quiere volver, no por patriotismo sino por egoísmo. Como Danilo, perdió miserablemente. Reincidirá. Debe ceder el mando.
¿Pero a quién? Puede decir: “La FUPU c’est moi”. Sin el León no hay FUPU. En su corte solo hay bufones. Como es su finca, solo puede ser heredada. Pero Simba (así dice Wikipedia) es todavía un muchacho (su veloz ascenso me parece precipitado) ¿Entonces?